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Bruselas presentará una fórmula para que expulsar a sirios sea legal

La Comisión presentará un documento que avala el derecho a pedir asilo en Europa

Lucía Abellán
Una mujer camina junto a ropa tendida en el campamento de refugiados de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia.
Una mujer camina junto a ropa tendida en el campamento de refugiados de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia.ZOLTAN BALOGH (EFE)

La imagen de una Europa rica que expulsa a los sirios porque sus miembros no se ponen de acuerdo en cómo distribuirlos ha sembrado inquietud jurídica –y moral- en el continente. Las instituciones comunitarias están decididas a que el principio de reenviar a los refugiados a Turquía se mantenga, pero con un importante matiz: no habrá expulsiones colectivas, prohibidas por la Convención de Ginebra que protege a los refugiados. Y cada demandante de asilo tendrá derecho a solicitarlo en el primer país europeo al que llegue (esencialmente Grecia). La Comisión Europea presentará este miércoles una comunicación que aclara los aspectos legales del acuerdo esbozado con Turquía el pasado lunes y que el Consejo Europeo espera ratificar esta semana.

El texto analiza los seis puntos del principio de acuerdo hilvanado con Turquía y que se plasmó en una declaración de jefes de Estado y de Gobierno tras la correspondiente negociación con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. En el más delicado, el de la posibilidad de retornar al país vecino a todo migrante –incluidos los refugiados- que recale en Grecia, la Comisión dejará constancia del modo legal de hacerlo, según explican fuentes comunitarias. Cualquier persona tendrá derecho a presentar su solicitud de asilo. Y también a recurrirla en caso de que sea denegada. Por tanto, nadie será devuelto de inmediato. Bruselas espera, eso sí, cierta agilidad en el proceso: que no se demore más de unos días para evitar que se acumulen los demandantes de asilo en Grecia, ya desbordada por los más de 35.000 que no pueden continuar camino hacia Alemania tras el cierre de la llamada ruta de los Balcanes.

La clave es que esos refugiados no lleguen a salir de las islas griegas para que no puedan dispersarse. Es decir, que todo el proceso se resuelva ahí. La pretensión supone todo un reto porque Grecia carece de las estructuras necesarias –mucho más en las islas- para resolver todo el trámite, aunque recibirá ayuda de sus socios europeos. El acuerdo con Turquía avalaría a los jueces griegos para que decretaran expulsiones de sirios con el argumento de que en ese país ya gozan de una protección acorde –no idéntica- a la que proporciona Europa. En cualquier caso, se analizaría cada petición individualmente y sería posible conceder protección en el club comunitario a refugiados cuyo bienestar no peligre en Turquía (por ejemplo, a kurdos sirios).

Vencer las resistencias

El Ejecutivo comunitario ve indispensable ofrecer esa interpretación de lo acordado con Turquía el miércoles, la víspera de la decisiva cumbre europea que deberá rubricar el pacto con Davutoglu. La lectura jurídica de la Comisión coincide con la de los servicios del Consejo Europeo –representa a los Estados miembros-, según fuentes comunitarias. Bruselas confía en que estas aclaraciones basten para vencer las dudas mostradas por un buen número de Estados miembros, entre ellos España, sobre la legalidad de las expulsiones.

Mucho menos claras serán las explicaciones en relación con los incentivos que se ofrecen a Turquía para aceptar a esos refugiados: la aceleración del fin de los visados para los turcos que viajen a la UE y el nuevo impulso al proceso de adhesión de Turquía. Tanto la Comisión como los Estados miembros son conscientes de que es muy difícil cumplir en pocos meses las 72 condiciones necesarias para esa liberalización de visados, especialmente porque requieren cambios que deben ser aprobados en Ankara. Más complejo aun resultará convencer a los miembros reacios (especialmente a Chipre) de que accedan a abrir nuevos capítulos en el proceso de adhesión a la UE. Pero este compromiso puede quedar expresado de manera lo suficientemente difusa para concitar la aceptación de todos.

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En última instancia, la fragilidad de los incentivos a Ankara revela que el acuerdo puede encallar, no tanto en la firma, el próximo viernes, como en la aplicación. El Gobierno turco puede agarrarse en cualquier momento a la falta de aplicación de los compromisos europeos para dejar de recibir sirios. Pero la desesperación europea en la gestión de la crisis de refugiados impide, por ahora, pensar en nuevas alternativas.

Juncker y Tusk reciben al rey jordano

Los líderes de las instituciones europeas —el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y el del Consejo, Donald Tusk— mantendrán mañana un encuentro que se antoja incómodo. Ambos mandatarios cenarán con el rey de Jordania, Abdalá II, para abordar la crisis de refugiados. El encuentro se producirá la víspera de la cumbre en la que los jefes de Estado y de Gobierno certificarán su pacto con Turquía, por el que están dispuestos a duplicar, hasta 6.000 millones, la cantidad desembolsada al país vecino para que atienda mejor a los refugiados. Todo a cambio de que frene las salidas hacia las costas griegas y acoja a los arribados que Europa expulse en adelante.

Es de esperar que el monarca jordano, cuyo país acoge a alrededor de un millón de refugiados sirios, pida más ventajas, muy limitadas respecto a las que recibe Turquía.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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