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“El referéndum del ‘Brexit’ es una estupidez”

El prestigioso politólogo y economista, coautor de ‘Por qué fracasan los países’, advierte del auge del proteccionismo y del nacionalismo en estos días

Alicia González
Álvaro García

Hace cuatro años que James Robinson y Daron Acemoglu publicaron Por qué fracasan los países, un trabajo sobre cómo la calidad de las instituciones condiciona el crecimiento y la prosperidad de los países, que solo en España va por su octava edición. La virulencia y la duración de la crisis financiera han suscitado muchos interrogantes y ha propiciado un renovado interés por los economistas, convertidos en algunos casos en estrellas mediáticas. Robinson (Essex, 1960) se confiesa sorprendido por la notoriedad de su trabajo. Sus conferencias en la Fundación Rafael del Pino y en la Universidad Carlos III durante su última visita a Madrid colgaron el cartel de aforo completo.

Pregunta. ¿Cómo podemos medir la fortaleza o la debilidad de las instituciones?

Respuesta. Lo importante en las sociedades es crear un sistema amplio de incentivos para generar oportunidades. Ahí cobran importancia las instituciones incluyentes frente a las que desincentivan la iniciativa y la actividad económica. Y no hay un único indicador para decir si un país es o no incluyente. En Uzbekistán todos los años en septiembre y octubre las escuelas se quedan vacías porque los niños tienen que ir a recoger las cosechas. Eso no pasa en Colombia, donde sin embargo la gente no tiene garantizado el derecho de propiedad de sus tierras. En México, por ejemplo, hay grandes monopolios y barreras de entrada al mercado que protegen de la competencia a quienes tienen conexiones políticas. El tipo de instituciones extractivas varía según los países.

P. Entonces es difícil establecer una regla.

R. Digamos que la regla básica de una sociedad incluyente es el cumplimiento de la ley y su aplicación en igualdad de condiciones para todos los ciudadanos, independientemente de quién sean, de sus contactos o de su posición. Otro es el respeto al derecho de propiedad. Pero en muchos países de renta media quizás el componente más importante sea tener un sistema equilibrado, porque suelen tener unas instituciones que funcionan bien y son incluyentes y otras que no lo son en absoluto.

P. ¿Por ejemplo?

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R. Hace poco estuve en México y en esos días se publicaron informaciones sobre un presunto caso de corrupción que afectaba tanto al presidente Peña Nieto como a su ministro de Economía. Yo lamenté que, pese al escándalo, no iba a pasar nada ni se iba a abrir una investigación oficial, pero para mis amigos era una señal muy positiva: hace 10 años ni siquiera se habría hablado del tema y se estaba avanzando en la transparencia. Lo mismo sucede en Brasil, donde una clase media que antes no existía está pidiendo explicaciones a sus gobernantes.

P. ¿Cuál es su análisis de la situación brasileña?

“Hay que cambiar las instituciones. En España las elecciones no han acabado con la corrupción ética”

R. Es una situación complicada. En el libro somos muy optimistas respecto al futuro de Brasil. Es un país en transición hacia una sociedad más incluyente, que ha avanzado mucho, la educación se ha extendido en muchos niveles, se ha erradicado la pobreza... Ahora se enfrenta a todos estos casos de corrupción y creo que, como la famosa cita sobre la revolución francesa, aún es demasiado pronto para hacer un juicio. Pero me parece saludable que afloren estos casos, significa que hay más transparencia y que se avanza.

P. ¿Ese análisis también es aplicable a lo que sucede en España?

R. El retrato de la sociedad española es muy positivo. Es una sociedad incluyente y exitosa pero eso no significa que no tenga problemas. Creo que los vínculos entre la política, el sistema financiero y la construcción ilustran la falta de transparencia y el mal funcionamiento de las instituciones. Mi conclusión es muy similar a la de César Molinas, que ha fallado el sistema político y que para cambiarlo hay que cambiar las instituciones, o de lo contrario, los problemas volverán a surgir igual. Las elecciones no han acabado con la corrupción ética.

P. ¿Cómo ha influido la crisis en ese escenario?

R. Creo que la crisis ha propiciado la entrada de nuevos actores en el sistema político, como Ciudadanos y Podemos. Pero la pregunta es si van a ser un fenómeno transitorio y es muy probable que sí. Muchos de los nuevos partidos, como Podemos, se limitan a echar la culpa de todo a Alemania. Me parece un error porque eso significa que su diagnóstico es equivocado y que los partidos tradicionales volverán a surgir con fuerza. Me ha sorprendido la resistencia que han mostrado los partidos tradicionales en esta crisis, lo que significa que tienen estructuras muy profundas para movilizar votos y apoyos. Unas estructuras quizás no muy alejadas de los casos de corrupción.

P. ¿Hay un condicionante cultural norte-sur que explique el funcionamiento institucional?

R. En absoluto. Nosotros rechazamos que el factor cultural determine las diferencias de calidad institucional. Reino Unido tiene instituciones incluyentes que no trasladó a Zimbabue o Sudáfrica cuando las colonizó. Ahora mismo se habla de la mala gestión política en países como Grecia o España, pero basta mirar a Reino Unido. Creo que, al final, el país seguirá en la Unión Europea, pero la convocatoria del referéndum sobre su permanencia ha sido una estupidez por parte del partido conservador británico. Me avergüenza que un partido haya sido capaz de poner en peligro el bienestar y la prosperidad de todo un país por los intereses a corto plazo de sus dirigentes.

P. ¿Cómo se explica el auge del populismo?

“Se suponía que la UE servía para anteponer los intereses comunes”

R. Un país inclusivo puede crear instituciones excluyentes y extractivas. Todo depende de para quién. La gran ventaja económica de Estados Unidos es su increíble capacidad para incorporar a gente de todo el mundo en su sociedad, esa es su gran fortaleza económica. En cambio muchos países tienen problemas para absorber a la gente de fuera, como el caso de Francia, y eso genera tensiones políticas muy preocupantes.

P. Pero en EE UU también ha surgido alguien como Donald Trump...

R. Cierto, pero no creo que la gente que está votando a Trump en las primarias sea representativa de la sociedad estadounidense. Creo que tiene más que ver con una cierta desilusión con la política y el escepticismo intrínseco hacia el Gobierno. Pero confío en la solidez de las instituciones estadounidenses.

P. ¿Asistimos a un retroceso de la globalización?

R. Hay cierta conexión con lo que pasó en los años 30, con el aumento del proteccionismo y el auge de los nacionalismos. Confío en que la UE sea capaz de crear suficientes mecanismos de inclusión, de cooperación, para superar la crisis de los refugiados y las tensiones disgregadoras. En fin, para eso se suponía que servía la UE, para anteponer los intereses comunes a los nacionales. Es un reto enorme.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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