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Comercio Internacional

Las trabas a la licitación pública de EEUU dificultan la negociación del TTIP

La filtración de documentos confidenciales agrieta aun más una negociación estancada

Varios ciudadanos consultan documentos confidenciales sobre el TTIP en una sala habilitada por Greenpeace este lunes en Berlín.
Varios ciudadanos consultan documentos confidenciales sobre el TTIP en una sala habilitada por Greenpeace este lunes en Berlín.Ferdinand Ostrop (AP)

El tratado comercial que la UE negocia con Estados Unidos desde hace tres años se tambalea. La Comisión Europea ha admitido este lunes que las grandes divergencias que separan a los dos bloques permanecen. “No diría que hemos resuelto ninguna de las grandes cuestiones en las que tenemos divergencias importantes”, ha reconocido el negociador europeo de este acuerdo, Ignacio García Bercero. A la cabeza de esas diferencias figuran las trabas que encuentran las empresas europeas para acceder a licitaciones públicas en EE UU. Este alto cargo ha comparecido por sorpresa para salir al paso de las filtraciones de documentos que muestran la presión que trata de ejercer Estados Unidos en el dosier y la enorme distancia que separa a Washington y Bruselas. Pese al intento de relativizar la divulgación de estos papeles confidenciales, el hallazgo asesta un duro golpe a un proceso ya muy estancado.

A los embates políticos y técnicos surgidos durante este tiempo –desde el espionaje estadounidense que agrió las relaciones entre ambos socios hasta los recelos europeos con capítulos como el comercio de transgénicos- se ha unido ahora la macrofiltración de textos que reflejan la posición de cada parte. La información, divulgada por la ONG Greenpeace, revela presiones desde todos los flancos (gubernamentales y empresariales) pero sobre todo constata las diferencias casi insalvables entre las partes. Uno de los documentos aireados admite “enfoques irreconciliables” entre la UE y Estados Unidos. La frase alude a la negociación sobre cosméticos, cuya regulación en Europa es mucho más estricta, pero la valoración puede extenderse a los principales puntos del tratado (TTIP, por sus siglas en inglés).

El único capítulo en el que la negociación progresa es el referido a aranceles comerciales. El 96% está pactado, según la Comisión, aunque el 4% restante no se antoja sencillo. Pero este es precisamente el avance menos atractivo del acuerdo, pues los aranceles entre los dos bloques son ya muy limitados (un 2% de media) y la mitad de productos sujetos a intercambios no soportan ningún sobrecoste.

Todo lo contrario ocurre con el apartado que mayores ganancias potenciales ofrece para la UE. Se trata del acceso a las licitaciones públicas en Estados Unidos, que prima la concesión local por encima de cualquier oferta extranjera. La UE quiere que sus empresas, bien situadas para adjudicarse parte de estos contratos, compitan en igualdad de condiciones. “Este es el aspecto más sensible para Estados Unidos, pero es crítico para Europa: no puede haber tratado comercial sin extender significativamente el acceso al mercado [estadounidense]”, ha resaltado García Bercero.

El futuro de la 'habitación oscura'

Para zafarse de las críticas de secretismo, Bruselas accedió a que la Eurocámara dispusiera de una habitación oscura para que los eurodiputados consultaran documentos confidenciales del TTIP. La entrada implica someterse a fuertes medidas de seguridad que dificultan cualquier filtración.

Pero el nivel de celo varía por Estados. Cada país ha recreado un espacio similar (en Alemania, por ejemplo, se sitúa en el Ministerio de Economía) para analizar los textos restringidos, aunque sin protocolos idénticos. La divulgación de textos secretos cuestiona ahora el futuro de esas salas.

Bruselas trata de sofocar los diversos fuegos del TTIP aumentando la transparencia. Ante las quejas de diversas organizaciones civiles sobre el nivel de oscurantismo de la negociación, el equipo negociador de la UE accedió a publicar todos sus documentos con posición definida y a habilitar habitaciones restringidas –en Bruselas y en el resto de capitales- para que eurodiputados, diputados nacionales y Gobiernos consultasen documentos restringidos. Pero ese intento puede, finalmente, dinamitar el proceso. El jefe de la negociación ha anunciado una investigación para tratar de descubrir la filtración y ha sugerido que la reacción estadounidense a esta fuga no será precisamente entusiasta.

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Parar la negociación

Greenpeace, que ha divulgado 16 documentos del TTIP en una web específica  -cuyo contenido adelantó el lunes EL PAÍS-, ve una oportunidad para liquidar un proceso que censura. “Las negociaciones deben parar porque no buscan el interés público europeo”, ha expresado Jorgo Riss, director de la oficina de esta ONG en Bruselas.

La constatación por escrito de que Europa se arriesga a rebajar sus estándares regulatorios por lograr un acuerdo que entiende beneficioso para su economía ha forzado a otros actores a retratarse. Los grupos políticos ya inicialmente contrarios al pacto han visto reforzada su posición. “Estas fugas confirman todo lo que habíamos denunciado sobre el TTIP: Estados Unidos utiliza las negociaciones para rebajar las normas de la UE en materia de protección de los consumidores, del medio ambiente, la salud y los servicios públicos”, ha subrayado Ernest Urtasun, eurodiputado de Los Verdes. Pero incluso los socialdemócratas, favorables con matices al tratado, se han visto obligados a intervenir. "Los socialistas nunca votaremos a favor de un acuerdo que implique una rebaja en los derechos de la ciudadanía europea", ha zanjado la jefa de la delegación socialista española, Iratxe García. Sin el Parlamento Europeo no habrá trato con Estados Unidos.

El objetivo de lograr el acuerdo bajo la presidencia de Barack Obama, al que inicialmente se le atribuía una mayor voluntad que a sus predecesores para pactar con Europa, se aleja. “Queda todavía mucho trabajo. Pensamos en poder cerrarlo durante la Administración de Obama, pero no sacrificaremos la sustancia por lograrlo”, ha precisado el negociador europeo.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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