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El Papa reclama una Europa en la que “ser emigrante no sea un delito”

Francisco recibe el premio Carlomagno de manos de los jefes de las instituciones de la UE

El Papa recibe el premio Carlomagno de mano de las autoridades europeas.

"Sueño una Europa donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano". Es la idea de Europa que expresó este viernes el Papa Francisco tras recibir el premio Carlomagno de manos de los presidentes de las tres principales instituciones de la Unión Europea, que lo han galardonado por ser "voz de la conciencia" para el continente y por su "mensaje de esperanza y coraje" en unos tiempos "en que tantos ciudadanos europeos están necesitados de orientación".

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Francisco ha hecho un enérgico llamamiento a retomar los valores solidarios característicos del continente. Esta petición de solidaridad ha sido el motivo de hacer una excepción al aceptar un premio ya que, por norma, el Papa no acepta ninguno de los premios y galardones que le conceden. Lo decidió aceptar con la esperanza de que Europa "se comprometa por la paz".

En la Sala Regia vaticana y ante el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y del Consejo Europeo, Donald Tusk, así como del rey de España, Felipe VI, y la canciller alemana, Angela Merkel, Francisco ha descrito cómo es la Europa con la que "sueña".

El Papa ha abogado reiteradamente por la acogida de los refugiados y perseguidos que llegan a la Unión Europea y el mes pasado hizo una visita a la isla de Lesbos, primer territorio de la Unión, al que llegan buena parte de los perseguidos que huyen de Siria y otros países de la región.

También confió en la solidaridad comunitaria el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, quien pidió a los países que asuman su responsabilidad con los refugiados. El presidente del Consejo, Donald Tusk, destacó "el espíritu del amor y de la libertad" que, dijo, todavía reina en el continente, mientras que el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, reconoció que Europa vive "una prueba decisiva de su unidad" y subrayó que lo más importante para superarla es "la paz, la solidaridad y el respeto recíproco".

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"Sueño una Europa donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y de una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo; donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría, y no un problema debido a la falta de un trabajo suficientemente estable. Sueño una Europa de las familias, con políticas realmente eficaces, centradas en los rostros más que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de los bienes", dijo.

Y proclamó: "sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía". Este "sueño" también incluye una Europa que protege a los niños y "escucha y valora a los enfermos y a los ancianos".

Francisco ha llamado a "construir puentes y derribar muros" y a defender los derechos humanos y la libertad. "¿Qué te ha sucedido Europa humanista, defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad? ¿Qué te ha pasado Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, escritores?", se preguntó Francisco sobre el rumbo del continente.

Lejos de caer en el pesimismo, el Papa confió en el diálogo y en "la creatividad, el ingenio y la capacidad de levantarse" de los europeos y se dijo convencido de que "la resignación y el cansancio no pertenecen al alma de Europa".

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