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Francia afronta sus errores ante el terrorismo tras la catástrofe de EgyptAir

La Gendarmería investiga a empleados del aeropuerto y a los pasajeros del vuelo

Un avión de EgyptAir despega el jueves del aeropuerto de Charles de Gaulle (París).Foto: reuters_live | Vídeo: E. LAURENT EFE / EL PAÍS
Gabriela Cañas
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La hipótesis aún no descartada de que la catástrofe de EgyptAir se pueda deber a un ataque terrorista confronta a Francia, uno de los países más amenazados por el yihadismo, con sus problemas de seguridad. Los agentes de la gendarmería del transporte aéreo (GTA) analizan desde la mañana del jueves todos los datos a su alcance sobre el vuelo MS804 que partió el miércoles por la noche de París y tenía que haber aterrizado en El Cairo cuatro horas más tarde. Francia ha tomado medidas excepcionales contra el terror y ha prorrogado el estado de excepción. Resultaría devastador que, pese a ello, se confirmara que este fuera un nuevo ataque.

El aeropuerto Charles de Gaulle, al norte de París, cuenta con medidas excepcionales de seguridad desde enero de 2015 a raíz de los atentados yihadistas de entonces. Desde el jueves, la GTA examina la identidad de los empleados implicados en el vuelo y sus pasajeros. Más de 70 trabajadores (de un total de 85.000) perdieron el año pasado su pase para impedirles el acceso a zonas sensibles por haber detectado signos de radicalización. En un país con seis millones de musulmanes hay registrados hasta 9.000 ciudadanos con ficha S, es decir, bajo cierta vigilancia por la misma razón.

Francia está en el punto de mira. Sus militares pelean contra el yihadismo en el Sahel (más de 5.000 soldados entre Malí y República Centroafricana) y en Oriente Próximo (otros 3.500 militares para Siria e Irak), zonas de donde regresan la mayoría para cometer sus atentados. Los ataques de enero y noviembre, sumados a los intentos desarticulados en los últimos meses han movido a Francia a echar mano de un arsenal sin precedentes a nivel interno: 10.000 soldados en labores de vigilancia junto a la policía, una ley de espionaje que permite rastrear todas las comunicaciones, despliegue de arcos de seguridad en las estaciones de tren, puesta a marcha a nivel nacional del PNR (registro de todos los pasajeros aéreos) y la posibilidad de efectuar registros y detenciones domiciliarias sin mandamiento judicial gracias al estado de excepción decretado en noviembre pasado. Prorrogado por segunda vez el jueves, esta situación se mantendrá hasta el 26 de julio, una vez finalizadas la Eurocopa y el Tour de Francia.

“El problema es que siempre hay puntos vulnerables”, explica Sébastian Caron, fundador de la empresa ASCT que se ocupa de la seguridad del Charles de Gaulle. “Los franceses no están seguros”, ha insistido la líder del Frente Nacional Marine Le Pen. Para ella, este nuevo aviso debería ser razón suficiente para evitar momentos de peligro, como las aglomeraciones que se están organizando para la Eurocopa, las llamadas fan zonas. A los pies de la torre Eiffel habrá una, por ejemplo, con capacidad para 92.000 personas.

La GTA trabaja a contrarreloj para encontrar pistas, pero también para evitar incidentes posteriores. El jefe de los servicios secretos de Francia, Patrick Calvar, ha alertado de la alta probabilidad de nuevos ataques en Francia. Cree que llegarán pronto y que harán estallar bombas en lugares con gran afluencia de público. La urgencia por conocer las causas es, sin embargo, según el ministro de Exteriores Jean-Marc Ayralt un deber para con las víctimas. Entre los pasajeros del avión hundido en el Mediterráneo hay sobre todo egipcios (30) y franceses (15).

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París va a tener un papel relevante en la investigación de lo sucedido. Un Falcon 50 de vigilancia marítima del ejército ya está en la zona trabajando en coordinación con los medios navales y aéreos griegos, turcos y americanos. Tres expertos de la BEA, organismo especializado en el análisis de incidentes aéreos, ya están en El Cairo. Se sigue la pista también de los últimos recorridos del avión. Antes de pasar por París hizo, por ejemplo, una corta escala en Túnez.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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