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Adiós a las minas del Jordán

Israelíes, palestinos y georgianos acuerdan limpiar el terreno que Israel sembró de minas

3.800 minas antipersona y antitanque se esconden en las 55 hectáreas de terreno que lleva hasta el lugar donde fue bautizado Jesús por su primo Juan. Un equipo formado por expertos israelíes, palestinos y georgianos va a limpiar la zona con técnicas manuales y mecánicas de desminado, así como voladuras controladas. El coste estimado de esta operación será de algo más de tres millones de euros que esperan sufragar en su totalidad con la campaña de donaciones iniciada esta semana a través de Internet.

Un sacerdote serbo-ortodoxo bautiza a un bebé en el Jordán el abril.
Un sacerdote serbo-ortodoxo bautiza a un bebé en el Jordán el abril. GALI TIBBON (AFP)

El camino a Qasar al-Yahud —la Fortaleza del Judío— está rodeado de un paisaje inhóspito, salpicado de antiguos templos cristianos en ruinas que aún conservan, sin cicatrizar, las heridas de la Guerra de los Seis Días. Los edificios, en los que hace 50 años rezaban hasta siete confesiones religiosas diferentes, permanecen inaccesibles a los peregrinos. A uno y otro lado de la fantasmal senda que hay que atravesar para llegar a la orilla del Jordán, llamativos carteles con la inscripción “Peligro, minas” disuaden en inglés, hebreo y árabe a los visitantes de abandonar la pista flanqueada por una valla metálica de más de dos metros de altura. Es la forma de llegar por la vertiente oeste del río, en Cisjordania, hasta el lugar donde, según la tradición cristiana, fue bautizado Jesucristo. Cada año, según las cifras oficiales manejadas por la Custodia de Tierra Santa, más de medio millón de peregrinos se acercan para rememorarlo bautizándose.

En junio de 1967, en el transcurso de la contienda con Jordania, Siria y Egipto, Israel ocupó la totalidad de la península del Sinaí, la Franja de Gaza, los Altos del Golán sirios, Cisjordania y Jerusalén Este. Para proteger a los colonos del valle del Jordán, en las inmediaciones de Jericó, y evitar que el enemigo usara como trinchera los templos, Israel minó parte de la frontera con el reino hachemita. Durante décadas, hasta 2011, al lugar solo se podía acceder con permiso especial de las autoridades israelíes y escoltados por sus fuerzas de seguridad.

El cauce del río es tan estrecho en esa parte que es posible hablar con los peregrinos que se bautizan en el lado jordano. “Hay polémica por determinar en qué lado Juan bautizó a Cristo, pero la columna de mármol coronada por una cruz en el centro del río nos recuerda que, a ambos lados, se trata de un lugar sagrado”, explica el franciscano español Artemio Vítores, exvicecustodio de Tierra Santa que vive en Jerusalén desde 1970.

Jordania, a raíz del acuerdo de paz firmado con Israel en 1994, se apresuró a limpiar de minas su lado de la frontera y a acondicionar Al-Maghtas —reconocido por la Unesco patrimonio de la humanidad— para recibir turistas y peregrinos. En 2011 Israel desminó una pequeña parte de Qasar al-Yahud facilitando que el lado occidental de la ribera, en los territorios ocupados palestinos, fuese también accesible sin necesidad de permisos especiales, aunque con restricciones de movimiento. Con anterioridad, instaló duchas en las que el agua procede directamente del río y grandes bañeras en las que bautizarse por inmersión para evitar las aglomeraciones de peregrinos en la orilla que, hasta esa fecha, se formaban en contadas ocasiones. Ahora la zona se puede visitar a diario, pero el vasto territorio en el que las principales confesiones religiosas cristianas erigieron sus templos permanece inaccesible. Aunque por poco tiempo.

La organización británica Halo Trust, la mayor del mundo dedicada al desminado, que lleva trabajando en Cisjordania dos años, ha obtenido el permiso de las autoridades israelíes, palestinas y de las ocho confesiones religiosas cristianas afectadas para comenzar a limpiar de artefactos explosivos el terreno. El Jordán a su paso por Qasar al-Yahud es un lugar venerado por los judíos, que creen que por ahí cruzaron los primeros israelitas hacia Canaá, la tierra prometida.

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