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Empleados de la Universidad Trump aseguran que era “fraudulenta”

Un juez ordena la publicación de declaraciones de antiguos empleados que ponen en duda sus intenciones

Trump junto a sus seguidores en un acto en Nueva York.
Trump junto a sus seguidores en un acto en Nueva York.Mark Lennihan (AP)

El candidato republicano Donald Trump ha construido gran parte de su campaña electoral sobre su reputación como empresario, sus éxitos en el sector inmobiliario de Manhattan y su supuesto don para firmar acuerdos comerciales. Gracias a la sentencia de un juez, los estadounidenses han podido abrir esta semana una pequeña ventana al funcionamiento de uno de esos negocios, la Universidad Trump, envuelta en varias demandas por fraude.

El empresario y político, que rechaza las acusaciones, también ha declarado que el juez ha actuado contra él por “odio” y que preferiría haber pactado una compensación con los demandantes sin pasar por los tribunales. Esta primera ronda, sin embargo, la ha perdido Trump. Según los documentos desclasificados este martes, la Universidad Trump nunca fue registrada como institución educativa, utilizaba técnicas de venta para presionar a los clientes más vulnerables y prometía una enseñanza que después no recibieron los alumnos.

La Universidad Trump era un sistema fraudulento que se aprovechaba de los alumnos más mayores y con menor nivel educativo para separarles de su dinero

Ronald Schnackenberg explicó así el funcionamiento de la empresa ante el juez. Él era uno de los especialistas de ventas que trabajó para la entidad, creada en 2004, y en la que el magnate contaba con un 93% de participaciones. Trump ha defendido en sus diferentes declaraciones ante el juez que las demandas corresponden a un grupo de estudiantes insatisfechos y que no representan la opinión de la mayoría. Entre las promesas de sus anuncios, que hacían referencia a su programa de televisión The Apprentice, los profesores serían “escogidos personalmente” por él. Sin embargo, el acusado fue incapaz de decir ante el juez el nombre y apellidos de ninguno de ellos.

Enseñamos la técnica de cómo utilizar el dinero de los demás. Hagan saber a los clientes que han encontrado la solución a sus problemas

De acuerdo con los documentos internos publicados, la estructura de la Universidad Trump estaba basada en seminarios que se celebraban por todo el país y que llegaban a tener hasta 500 participantes atraídos principalmente por la figura de Donald Trump. Entre las promesas de los distintos materiales y anuncios publicitarios estaba la de conocer al magnate. Una vez en el aula, que “nunca debía superar los 20 grados”, según los documentos internos, los comerciales intentaban convencerles de que se matricularan para asistir a cursos superiores, valorados entre 5.000 y 35.000 dólares.

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El objetivo de la Universidad Trump era más vender que proporcionar servicios educativos de calidad (...) El personal solo daba información suficiente como para hacerte comprar el curso del siguiente nivel

Corinne Sommer trabajó para la Universidad Trump entre mayo y octubre de 2007 como coordinadora de eventos. Cinco años después declaró ante un juez que “muchos de los profesores carecían de experiencia en el sector inmobiliario” y que algunos de ellos “ni siquiera habían comprado una casa”. Sommer menciona que uno de ellos vendedor de joyas. Su interés, dice la exempleada, “era vender los seminarios más caros” y para ello utilizaban prácticas “agresivas” que invitaban a los asistentes a endeudar al máximo sus tarjetas de crédito, incluso si en ese momento estaban viviendo en la calle. “No te preocupes, recuperarás tu dinero en la primera o dos primeras ventas”, cita Sommers recordando a sus compañeros.

No creo que la Universidad Trump enseñara los ‘secretos’ de inversión de Trump. Él venía de una familia rica y tenía recursos para comprar edificios, algo que el consumidor medio no tiene. Ése es el secreto

Sommer justifica así cómo la Universidad Trump atrajo a centenares de personas a sus seminarios. Según las declaraciones juradas, la mayoría de los estudiantes eran hombres, su edad media era entre 40 y 48 años, y los comerciales buscaban a aquellos que tuvieran cierto nivel de ingresos como para poder invertir en los cursos clasificados como de “élite” y más caros.

La marca [Trump] había trascendido el mundo inmobiliario para convertirse en algo más grande

Uno de los ejecutivos de la Universidad, Michael Saxton, declaró ante el juez que se le ocurrió crear este negocio mientras este veía un episodio de The Apprentice. “Pensé que sería una manera muy efectiva de conectar” con los futuros alumnos. Saxton contactó directamente con Trump gracias a que su cuñado tenía un amigo en común con el círculo de personas con las que el empresario juega regularmente al golf. Al magnate no sólo le convenció, sino que decidió invertir personalmente en la empresa y estaba implicado directamente en la supervisión de los anuncios para conseguir nuevos alumnos. La universidad dejó de funcionar en 2010 tras la presentación de la primera demanda colectiva.

Es el equivalente de poner un cartel diciendo que esto es el Hospital Trump, cuando no lo es, y las personas que atienden no son médicos ni enfermeras

La Universidad Trump nunca se registró en ningún Estado como institución educativa. Este es uno de los argumentos del fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, que lidera desde 2013 una acusación por fraude contra el empresario y que podría derivar en una multa de 40 millones de dólares. “Si dices que vas a enseñar los secretos de Donald Trump y luego él no tiene ninguna implicación en la redacción de los materiales, eso es un fraude”, explicó el fiscal esta semana. “Este es un caso de fraude de arriba abajo, no se trata de una acusación política”.

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