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Washington quiere ser Nueva Columbia

Cobra fuerza el movimiento que pide que la capital de EE UU forme un nuevo Estado

Una matrícula de Washington reivindica la representación política de sus residentes.
Una matrícula de Washington reivindica la representación política de sus residentes.KEVIN LAMARQUE/ (REUTERS)

Las elecciones del próximo mes de noviembre pueden ser las más importantes en las últimas décadas para los residentes de Washington, la capital de Estados Unidos. Para ellos se trata de algo más que elegir al próximo inquilino de la Casa Blanca. La alcaldesa quiere celebrar el mismo día un referéndum sobre el estatus de la capital, que podría convertirse en el Estado 51º de la nación.

La capital del país no pertenece a ningún Estado, sino al Gobierno federal, y está enmarcada dentro del distrito de Columbia. Sus ciudadanos pagan impuestos locales y federales, pero no tienen representación política. El distrito de Columbia carece de senador y su legislador correspondiente en la Cámara de Representantes no puede participar en votaciones. Las circunstancias que inspiran la pegatina taxation without representation (impuestos sin representación) que se lee en tantos vehículos de la capital no son nuevas; sí lo es el renovado impulso que ha cobrado el movimiento para cambiar la realidad actual: el distrito de Columbia quiere pasar a ser Nueva Columbia.

La alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, ha reiterado su interés en la propuesta y podría convocar el próximo 8 de noviembre a todos los ciudadanos de la capital para que se pronuncien al respecto. Según una encuesta reciente, tres de cada cuatro residentes de Washington se muestran “descontentos” con el hecho de que no tengan representación en el Congreso. La mitad asegura sentirse “muy enfadado” con esta situación.

El camino hacia la constitución de un nuevo Estado, sin embargo, está plagado de obstáculos. La última iniciativa para avanzar en esa vía se planteó en 2013 y no ha obtenido resultados hasta este mes de mayo. Los ciudadanos de Washington aprobaron entonces una ley de autonomía presupuestaria que permitía al distrito gestionar su presupuesto sin requerir el visto bueno del Congreso, que es lo que establece la legislación federal.

La autonomía económica del distrito de Columbia quedó atascada en los tribunales. Los legisladores republicanos se han opuesto tradicionalmente a la independencia de la capital. La Constitución estadounidense estableció en sus orígenes que el Congreso tiene poder “exclusivo” sobre la gestión de la ciudad y en las últimas décadas varios escándalos de corrupción en las instituciones municipales apagaron las iniciativas para conceder a Washington el mismo estatus que a los 50 Estados ahora existentes.

Pero las tornas han cambiado. La semana pasada, un juez federal dio la razón a los residentes en Washington, que por primera vez no tendrán que esperar a que el Congreso apruebe su presupuesto. El dictamen concede al distrito la capacidad de gestionar el 90% de una factura de 13.000 millones de dólares. El porcentaje corresponde a lo que recaudan los impuestos locales de sus residentes.

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La autonomía fiscal del distrito de Columbia ya representa, según el diario local The Washington Post, “una declaración de independencia” y supone “un desafío a la supremacía absoluta que ha tenido el Congreso sobre el distrito desde su creación en 1790”. Así parecen haberlo interpretado también los legisladores republicanos de la Cámara de representantes, que la semana pasada aprobaron una medida que bloquea la “autodeterminación presupuestaria” del distrito.

La sentencia judicial y la amenaza de veto del presidente Obama a la reacción de los republicanos han reforzado a Bowser. La alcaldesa se apoya en la buena gestión de los últimos años, con varios presupuestos que han terminado en superávit, pero la “declaración de independencia” de la capital, que podría convertirse en Nueva Columbia, deberá ser ratificada por el Congreso. Y allí, si los republicanos mantienen la mayoría después de las elecciones de noviembre, tendrá difícil sobrevivir.

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