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La inmigración incomoda a Cameron y a Farage en un programa televisivo

Los líderes respondieron por separado a preguntas del público centradas en sus visiones sobre la libre circulación de personas dentro de la UE, a 15 días del referéndum

Pablo Guimón
Cameron, en el program de la ITV.
Cameron, en el program de la ITV.MATT FROST (EFE)

El hombre que convocó el referéndum sobre la permanencia británica en la UE y el hombre que provocó que se convocara se enfrentaron anoche, por separado, a las preguntas del público en un programa de televisión. El primer ministro, David Cameron, y el líder del antieuropeo UKIP, Nigel Farage, apelaron a esos cerca de cuatro millones de votantes que aún no han decidido qué votar en la consulta del próximo día 23. Y, sin salirse ninguno del guion practicado ya durante meses, quizá fue Cameron quien pudo llegar más allá de los convencidos, al contraponer insistentemente "la pequeña Inglaterra" de Nigel Farage con la Gran Bretaña dentro de la Unión Europea que defiende él.

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Farage se enfrentó a las preguntas más agresivas del púbico. Incluso llegó a pedir “calma” a una mujer que le inquirió acerca de su controvertida insinuación sobre la posibilidad de que se produzcan en Reino Unido ataques sexuales como los de la pasada Nochevieja en Colonia, comentarios que el propio arzobispo de Canterbury había tachado de racistas unas horas antes. Se trata, contestó Farage, de un “asunto insignificante” en la campaña.

La inmigración, como era previsible, centró la mitad del programa protagonizada por Farage. Es el tema por el que la campaña por abandonar la UE ha apartado a una segunda fila a Farage, por considerarlo una figura tóxica y repelente de votantes indecisos. Pero, paradójicamente, es el mismo asunto que, al acaparar el debate en los últimos días, ha proporcionado al Brexit una ligera ventaja en algunas encuestas.

En su mitad del programa, las preguntas del público permitieron al primer ministro exponer sus argumentos sobre los riesgos del Brexit para la economía y la seguridad nacional y sobre el papel protagonista que Reino Unido está llamado a desempeñar en el mundo. Incluso advirtió de que la salida de la UE podría detonar un segundo referéndum en Escocia, un argumento no muy utilizado en la campaña hasta ahora.

Cameron sufrió cuando las preguntas se referían al que ha demostrado ser su punto débil: de nuevo, la inmigración. Y la primera pregunta que le fue formulada subrayó lo endeble de su liderazgo en las filas europeístas: “Si abandonar la UE es tan peligroso, ¿por qué ofreció un referéndum?”.

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El programa no fue un debate: ambos líderes ni siquiera coincidieron en el plató. Y la presencia de Farage como portavoz en el mismo programa que el primer ministro –que se negó a que su contraparte fuera alguien de su propio partido- puede haber sido perjudicial para el bando euroescéptico. O quizá menos de lo que creen.

Acaso lo más llamativo fue constatar la ausencia de la izquierda en un debate que se libra entre las distintas gamas de la derecha. Y contemplar como el miedo a la inmigración se ha convertido en el gran tema de la política británica.

Mientras tanto, terminaba a medianoche el plazo para registrarse para votar. Y unas horas antes, según The Economist, el 30% de las personas entre 20 y 24 años seguía sin hacerlo, frente a solo un 5% de los mayores de 65. Un dato que debería preocupar a los partidarios de la permanencia, ya que los votantes jóvenes son mayoritariamente proeuropeos, al contrario que los más mayores. En los minutos previos al final del plazo, la página web se bloqueó por el exceso de usuarios. Algo que no es probable que tuviera que ver con votantes que se decidieron a votar después de un programa de televisión en el que ni Cameron ni Farage fueron llevados a terrenos demasiado alejados de sus zonas de confort.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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