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Una venganza causó la matanza de 11 personas en Puebla

La fiscalía asegura una de las fallecidas había denunciado por violación a uno de los agresores

Jacobo García
Vecinos cargan el cuerpo de una víctima en Coxcaltlán.
Vecinos cargan el cuerpo de una víctima en Coxcaltlán.SAUL MUNOZ (AFP)

No es habitual que la violencia desgarrada de otras zonas de México se cuele por los pliegues de la sierra y aterrice en las comunidades indígenas. Por eso los municipios de la Sierra Negra de Puebla, seguían este sábado frotándose los ojos ante la salvaje matanza de 11 miembros de una misma familia en el poblado de San José Mirador, una pequeña aldea enclavada en los límites entre Puebla y Oaxaca.

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Con más motivo después de saber que los asesinos se ensañaron con una de las víctimas, a la que golpearon repetidas veces en el cuello intentando cortarle la cabeza a machetazos.

Según las primeras investigaciones los asesinos llegaron a pie la noche del jueves al viernes y terminaron a balazos con cinco mujeres, cuatro hombres y dos niños de una misma familia. Aunque inicialmente el alcalde del municipio apuntó la idea de una matanza por motivos religiosos, ya que la comunidad, evangélica, está enfrentada con otra población vecina de mayoría católica, esta hipótesis se fue derrumbando con el paso de las horas.

Según la fiscalía de Puebla uno de los agresores habría violado hace años a una de las mujeres asesinadas que tuvo un hijo como resultado de la agresión, por lo que la línea principal de investigación es "la de conflictos personales". Los atacantes se cebaron con uno de los hombres, supuestamente la pareja actual de esa mujer, dijo un funcionario citado por la agencia AP que habló bajo condición de anonimato en Tehuacán, donde se llevan a cabo las autopsias.

Por el momento han sido identificados dos de los asesinos que habrían huido al vecino estado de Oaxaca. La fiscalía cuenta con el testimonio de cinco testigos protegidos para reconstruir los hechos. Entre estos testigos están dos niñas, una de ellas de 4 años de edad, que escapó del lugar con una herida de bala y caminó casi una hora por una vereda hasta que logró pedir ayuda en la localidad El Potrero.

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Tras la masacre la prensa local publicó fotografías de miembros de la comunidad bajando a hombros por las montañas los once cadáveres envueltos en cobijas a través de sinuosos caminos y veredas en medio del espectacular paisaje de la zona.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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