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Pasajeros de un bus linchan a un asaltante en México

El fenómeno de la 'justicia popular' prolifera sin medidas que lo frenen

Pablo de Llano Neira
Un detenido junto al cadáver del delincuente linchado
Un detenido junto al cadáver del delincuente linchadoJAVIER SALINAS

El artículo 17 de la Constitución mexicana –"Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho"– fue de nuevo violado este domingo cuando pasajeros de un autobús de línea lincharon hasta la muerte a un supuesto asaltante. Eran las 10 de la mañana y no ocurrió en un rincón perdido del extenso territorio mexicano sino en una autopista a 20 kilómetros de su capital, la Ciudad de México.

Tan sólo hace tres semanas, dos supuestos secuestradores fueron asesinados por los vecinos del pueblo de Atlatongo, cerca de donde ha pasado el caso del bus. Los linchamientos se suceden en México, con especial incidencia en el desordenado cinturón de masas de la capital, y con ellos se evidencia la multiforme crisis mexicana del vacío institucional. El jueves pasado, 9 de junio, fue en Tamaulipas, más de 1.000 kilómetros al norte –esta vez mataron a un supuesto violador–.

En esta ocasión, el siempre confuso relato policial de los hechos es el de un intento de atraco que salió muy al revés. En algún momento del recorrido de un autobús entre Hidalgo y la Ciudad de México (90 kilómetros de distancia) se suben tres delincuentes, y al llegar a una parada hacia el tramo final del viaje inician su asalto a los pasajeros, el vehículo lleno, con unas 40 personas. Algunos reaccionan para defenderse, uno de los asaltantes dispara un arma, la bala rebota y mata a uno de sus dos compinches. Los pasajeros se le echan encima y empieza la paliza.

Lo golpearon dentro del bus, luego lo echaron a la carretera y fuera siguieron agrediéndolo. Cuando llegó la Policía Federal, estaba muerto, hecho polvo, sobre la pista. El tercer asaltante, que también había sido golpeado, fue rescatado y detenido. Los pasajeros que iban en el bus se fueron de allí. Ninguno fue arrestado por el homicidio del supuesto atracador.

Es indicativo el lugar donde ocurrió. Ecatepec, un municipio conurbado con la Ciudad de México que aúna los grandes problemas de desarrollo de México: crecimiento explosivo, falta de planeamiento urbano, contaminación, inequidad, corrupción, narcoviolencia, feminicidios. Faltan datos oficiales, pero distintos estudios académicos apuntan a que es el municipio mexicano donde se dan más linchamientos, lo que señala que no es un fenómeno de un México pasado y recóndito que a veces vuelve a asomar sino uno vigente alimentado por los problemas actuales.

Sin ir más lejos, también en Ecatepec hubo otro linchamiento este lunes, cuando un ladrón le robó el celular a una mujer pero fue agarrado por vecinos que le dieron una paliza. No lo mataron. La policía lo recogió del suelo cuando llegó. El mismo lunes de madrugada, a unos 30 kilómetros de allí, en el municipio de San Martín de las Pirámides, dos individuos que atropellaron con su coche una procesión religiosa fueron retenidos mientras incendiaban su vehículo, pero al final fueron rescatados, sin ser linchados, en un operativo de policías antidisturbios.

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