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Ipiales, la despensa colombiana de Ecuador

Miles de ecuatorianos cruzan la frontera para beneficiarse de precios más baratos

Colas de coches en la frontera entre Ecuador y Colombia.
Colas de coches en la frontera entre Ecuador y Colombia. EDU LEÓN

En saco roto cayó aquel “llamado a la conciencia” que hizo el Gobierno de Ecuador a los ecuatorianos en septiembre del año pasado para que dejaran de comprar en Colombia y prefieran “lo nuestro”. Solo en el pasado periodo festivo —del 27 al 29 de mayo— se calcula que más de 50.000 ecuatorianos cruzaron al departamento de Nariño (sur de Colombia) y llenaron las ciudades de Ipiales y Pasto. El atasco de vehículos que buscaban cruzar el Puente Rumichaca, la frontera entre Ecuador y Colombia, empezó 30 kilómetros antes y hubo filas de coches incluso en los pasos de tercer orden que atraviesan las fincas agrícolas asentadas en la zona fronteriza, donde sus dueños o sus empleados cobraron peajes de uno o dos dólares.

La peregrinación a Colombia, sobre todo a la ciudad de Ipiales, no es exclusiva de estos días o de fines de semana. A diario centenares de ecuatorianos prefieren hacer la compra en el otro lado y pagar en pesos colombianos, que se han devaluado en un 60%. En el hipermercado Alkosto, en la víspera del Día del Padre, varios carros de la compra son guiados por clientes ecuatorianos. En una de las cajas coinciden algunos compradores que son de Quito —que está a 240 kilómetros de la frontera o unas cinco horas de viaje por carretera— y llevan pañales, detergente, suavizante, champú, calcetines, comida para animales, botellas de licor, quesos mozzarella y galletas. “Estaba de paso y me hicieron algunos encargos”, dice uno. “Mi esposo y yo venimos porque en muchas cosas hay un ahorro de más del 70%”, reconoce una mujer.

La mayoría cruza en su propio vehículo, pero también hay compradores que usan el servicio de los taxis compartidos o taxi-ruta que operan a ambos lados de la frontera. De Tulcán al puente sobre el río Rumichaca, cada pasajero paga 85 centavos de dólar a un taxista ecuatoriano y para llegar al centro de Ipiales paga 1.700 pesos —menos de un dólar si se tiene en cuenta que cada dólar equivale a unos 3.000 pesos— a un taxista colombiano. El viaje lleva menos de 15 minutos y no hay necesidad de detenerse en el paso fronterizo para sellar los pasaportes.

En toda la ruta aparecen los cambistas, que ofrecen pesos por dólares, pero en el lado colombiano hay cierta profesionalidad. En la Plaza San Felipe de Ipiales, en una de sus esquina, hay decenas de personas acreditadas como profesionales de la venta y compra de divisas por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales. Portan una credencial y un lugar fijo junto a un centro comercial donde colocan un banco de madera que llevan y traen todos los días. Para llamar la atención de los forasteros les basta mostrar el fajo de billetes y la calculadora. Su ganancia consiste en cambiar pesos por debajo del precio oficial, no demasiado tampoco. Magaly Jurado cuenta que ganan entre 100 a 200 pesos por cada dólar que cambian. “Hoy el dólar hoy está a 3.000 pesos y aquí estamos dando a 2.800”, dice, y cuenta que el negocio no está tan bien porque los ecuatorianos ya no cambian grandes cantidades en la calle. “Cambian apenas lo que necesitan para pasar el día, ahora usan sus tarjetas de débito o crédito en las tiendas y se beneficien del cambio oficial”.

Ropa y alimentos

Muchos ecuatorianos van al Centro Comercial Estrella, que son tres pisos de tienda donde se vende de todo: víveres, menaje de hogar, ropa, calzado, licores y tabacos. Esta tienda es un referente porque ha estado en la misma esquina de la plaza San Felipe más de 50 años, cuando no existían ni las grandes superficies ni los malls que llevan menos de dos años. Entre los artículos que más se compran últimamente, y se contrabandean también, están los licores y los cigarrillos. Por el precio de un paquete de tabaco en Ecuador se puede comprar hasta cinco en Colombia, y las botellas de licor importado cuestan entre un 30 y 50% menos.

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Los taxistas en Ipiales cuentan que sus clientes son los ecuatorianos que van del Puente Rumichaca al centro de la ciudad y de allí a los nuevos malls donde están las tiendas de marca. "La gente dice que ya no aguanta los impuestos", dice un taxista. "Aquí llegan y se quejan, hablan mal del Gobierno, pero desde aquí vemos que Ecuador ha adelantado mucho, sobre todo, en cuestión vías". Los lugareños ven con un poco de recelo a los compradores ecuatorianos, pues uno de los efectos no medido aún, pero sentido por los colombianos es que los precios de muchos artículos han subido de precio por la alta demanda de los ecuatorianos.

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