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Rusia y China intentarán reforzar su colaboración, pese a la crisis económica

La visita de Putin a Pekín este sábado es una ocasión para revisar y renovar las relaciones entre estos grandes “socios” con más de 4.000 kilómetros de frontera común

Xi Jinping (i) y Vladimir Putin, en mayo de 2014
Xi Jinping (i) y Vladimir Putin, en mayo de 2014AFP

Rusia y China, los dos grandes vecinos del espacio euroasiático, quieren reforzar su colaboración a todos los niveles, aunque el gran “giro hacia el Este” con el que Moscú intentó contrarrestar su dependencia de la Unión Europea, sobre todo en las exportaciones energéticas, ha defraudado las optimistas previsiones del Kremlin. La caída de los precios del crudo, la crisis económica, las sanciones occidentales contra Rusia y la desaceleración del crecimiento chino han lastrado la cooperación comercial y financiera entre los dos países.

El comercio bilateral entre Rusia y China en 2015 fue de más de 68.065 millones de dólares y experimentó un bajón del 28,57% respecto al año anterior, según estadísticas del ministerio de desarrollo económico de Rusia. La visita que el presidente Vladímir Putin realiza este sábado a Pekín es una ocasión para revisar y renovar las relaciones entre los grandes “socios” con más de 4.000 kilómetros de frontera común.

China y Rusia no aspiran a una alianza, pero sí quieren relaciones más intensas, tanto bilaterales como en un marco multilateral. De interés común es la estabilidad de los regimenes autoritarios de Asia Central ante eventuales turbulencias sociales con un componente islámico radical. Para contribuir a esa “estabilidad” centroasiática, China se ha centrado en la cooperación económica y financiera, mientras Rusia se ha decantado más hacia el campo militar y de seguridad. 

Ambos países, defensores de su propia idiosincrasia y la soberanía sobre su ciberespacio, comparten aprensiones sobre la implicación occidental y norteamericana en Asia Central y también su preocupación por el potencial exportador de conflicto de Afganistán. China, además, quiere aliados en su intento de contrarrestar el giro de EEUU hacia Asia Pacífico. Pekín está muy interesado en la cooperación militar con Rusia y en adquirir algunos de los sistemas defensivos rusos más modernos.

Moscú, que debido a la desconfianza histórica entre los dos países se había mostrado reacia a facilitar su tecnología más avanzada a Pekín, se muestra más abierta a esa posibilidad desde la crisis de Crimea, apunta durante una visita a Pekín Alexander Gabuev, del Centro Carnegie en Moscú.

A comienzos de este mes, ambas Armadas desarrollaron maniobras conjuntas cerca de los islotes que China se disputa con Japón, las Diaoyu-Senkaku. Ha habido contactos para que Rusia suministre a su socio en el futuro sistemas de misiles S-400. Ambos países abordarán el desarrollo conjunto de un avión de gran fuselaje y un helicóptero pesado.

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Putin y su colega chino Xi Jinping se entrevistaron el viernes en Tashkent en el marco de una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanjái (SHOS en su abreviatura en ruso) que celebró el 15 aniversario de su existencia. Ambos países son miembros fundadores de la SHOS junto con Kirguizistán, Tajikistán, Uzbekistán y Kazajistán.

Rusia insiste en que la Unión Económica Euroasiática (Rusia, Kazajistán, Kirguizistán y Bielorrusia) sea el eje integrador de estructuras que, por un lado, lleguen hasta China y Asia Central y por el otro a la Unión Europea. En este marco, en mayo de 2015 ambos países firmaron un acuerdo para la coordinación de estrategias entre el cinturón económico de la ruta de la Seda (China) y la Unión Económica Euroasiática.

En Tashkent Putin se manifestó “convencido” de que la incorporación de todos los miembros de la SHOS y los Estados de la Comunidad de Estados Independientes (organización de países postsoviéticos) a este “proyecto integrador” sería el “prologo a la formación de una gran asociación euroasiática”. Hace una semana, en San Petersburgo, el jefe del Estado ruso dijo que el proyecto de “la gran Euroasia” está abierto para Europa. En Tashkent, Xi Jinping, por su parte, se mostró dispuesto a impulsar la idea de “la amistad para siempre” con Rusia y abogó por mayor coordinación bilateral, regional y en temas internacionales de actualidad.

Rusia quiere cambiar la estructura de su relación con China y conseguir que los vínculos de confianza entres sus máximos dirigentes y las grandes compañías estatales se extiendan también a las pequeñas y medianas empresas y al comercio transfronterizo, según dijo el jueves en Moscú Vladímir Petrovski, del centro de Estudio y Pronósticos de las relaciones ruso-chinas del Instituto del Lejano Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia.

La estructura del comercio bilateral, en el que los hidrocarburos son el 60,7% de la exportación rusa, “frenará el desarrollo de la colaboración económica”, incluso “teniendo en cuenta la posible abolición de las sanciones” a Moscú, afirma un informe del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (RSMD) que aboga por el desarrollo del comercio agrícola, las relaciones industriales, de alta tecnología, servicios y turismo.

Rusia había confiado en el dinero chino para compensar las sanciones financieras por sus actividades en Ucrania. Sin embargo, “la cooperación de Rusia y China en el campo de la inversión y las finanzas está prácticamente en la fase inicial de su desarrollo”, señala el informe, según el cual, a fines del primer semestre de 2015, el volumen de inversiones mutuas era de 9.600 millones de dólares (8.700 millones por parte de China y 900 por parte de Rusia), y eso tratándose de países que cada año invierten decenas de miles de millones de dólares en otras regiones del mundo, incluida la UE. Aunque Rusia no está excluida oficialmente del sistema internacional de pagos SWIFT, las transacciones a las organizaciones financieras rusas se hicieron más lentas y más complicadas, lo que crea nerviosismo entre los potenciales inversores chinos en Rusia, señala el documento.

La importancia del Transiberiano

Dado que la UE es el primer socio comercial de China, Pekín quiere diversificar el transporte de mercancías, que hoy circulan mayoritariamente por vía marítima. Rusia es muy importante, pero su condición de monopolista corre peligro. En la línea Este-Oeste por el espacio euroasiático, el Transiberiano compite con el corredor septentrional de la línea transasiática, que une a China y a Rusia a través de Kazajistán y hasta los países del Báltico. China ha acelerado la modernización de última ruta, que es 2.800 kilómetros más corta que la del Transiberiano y que se verá potenciada con la entrada en funcionamiento en la frontera entre China y Kazajistán del sistema de cambio automático de vías de la empresa española Talgo. En las condiciones actuales Rusia no puede abordar el programa de inversiones (entre 20.000 millones y 30.000 millones de dólares) que se planeaban antes de la crisis para modernizar la anticuada infraestructura ferroviaria del Este de Siberia y el Lejano Oriente.

La ruta ferroviaria alta velocidad entre Moscú y la ciudad de Kazán, en el Volga, que será financiada por China, se inserta en el desarrollo de los corredores euroasiáticos y el acuerdo al respeto estará entre la treintena de documentos que se firmarán durante la visita de Putin a Pekín.

Los grandes proyectos energéticos firmados por Gazprom y CNPC en mayo de 2014 por valor de 400 mil millones de dólares para transportar el gas desde los campos del Este de Siberia a la frontera con China durante 30 años, se han visto también frenados por el bajón de los precios del gas. Incluso en caso de que construyeran las dos rutas previstas en el proyecto, ambas juntas proporcionarían a China cerca de 78.000 millones de metros cúbicos al año, a partir de 2020, lo que está muy por debajo de los 146.000 millones de metros cúbicos de gas que Gazprom vendió a Europa y Turquía en 2014.

La colaboración ruso-china en el espacio de Asia Central es un asunto delicado. Rusia tiene interés en involucrar más a China en temas de seguridad y lucha antiterrorismo, pero existen susceptibilidades locales contra los chinos, como lo han demostrado los motines populares en Kazajistán en protesta por las enmiendas legislativas que permiten vender 1.7 millones de hectárea de tierra agrícola a los extranjeros. En Rusia, en cambio, la crisis y la falta de recursos financieros socavan los temores históricos a los chinos. Según Serguéi Luzianin, director del Instituido del Lejano Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia, los gobernadores rusos compiten por las inversiones chinas y no solo en zonas del Lejano Oriente y Siberia, sino en otras más distantes, como Daguestán, en el Cáucaso o Uliánov, en el Volga.

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