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Los estragos de la ocupación israelí

Mario Vargas Llosa vuelve al reportaje con su experiencia en los territorios ocupados en Cisjordania y Jerusalén Este

Mario Vargas Llosa mira por una ventana en la aldea de Susiya.Vídeo: Oren Ziv
Mario Vargas Llosa
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Cinco días con Mario
In English: The condemned villages of the West Bank
La tormenta amarilla en Israel

Israel ocupó en 1967 la parte oriental de Jerusalén y Cisjordania. El premio Nobel Mario Vargas Llosa relata en tres entregas la experiencia de su encuentro con la realidad de los territorios ocupados. La agenda del peruano, de 80 años, en los territorios palestinos fue casi la de un reportero de guerra. Vargas Llosa se levantó a las cuatro de la madrugada para asistir a las colas de los trabajadores palestinos que han de aguardar horas ante unas rejas implacables en un checkpoint para entrar a cumplir sus horarios en Israel, y tuvo que subir o bajar caminos o cuevas imposibles de las aldeas donde resisten los palestinos.

Las aldeas condenadas

En esta primera entrega, Vargas Llosa centra su mirada en dos pequeños pueblos del sur de Cisjordania, Susiya y Yimba. El acoso que padecen estas y otras aldeas vecinas desde hace muchos años no ha cesado, al contrario. El Nobel realizó la visita rodeado de niños descalzos y esqueléticos que, sin embargo, no han perdido la alegría.

Los niños terribles

El Nobel describe, a través de lo oído en un tribunal militar israelí que juzga a palestinos de 12 a 17 años por atentar contra la seguridad del país. Explica cómo funciona un sistema para "prevenir el terror sembrando el pánico". El promedio de crímenes contra los colonos es solo de 4,8 al año,una cifra inferior a la de Nueva York o Bogotá

La muerte lenta de Silwan

En esta última entrega, Vargas Llosa describe cómo avanzan los asentamientos en un barrio de Jerusalén Este. A diferencia de otros barrios de Jerusalén, tan inmaculadamente limpios como los de una ciudad suiza o escandinava, el vecindario palestino de Silwan, situado en el este y vecino de la ciudad vieja y la mezquita de Al-Aqsa, regurgita de basuras, charcos hediondos y desechos.

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