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Muertos y más muertos

Pilar Bonet

Las nuevas y viejas guerras siguen cobrándose vidas humanas en el territorio heredero de la URSS, aquel imperio de cuya desaparición se cumplirán 25 años en diciembre. Junio se ha caracterizado por el recrudecimiento de los combates en la zona del este de Ucrania lo que ha producido el mayor número de víctimas civiles en un mes desde agosto de 2015, según un informe del alto Comisariado de Derechos Humanos de la ONU, que registra 69 víctimas civiles (12 muertes y 57 heridos), la mayoría por disparos de artillería, incluidos calibres prohibidos por el acuerdo firmado en febrero de 2015 en Minsk.

Desde el comienzo del conflicto entre Kiev y los prorusos del Este de Ucrania (en la primavera de 2014) se han registrado como mínimo 21.880 heridos y 9.470 muertos, de los cuales cerca de dos mil eran civiles. La situación "tiende a deteriorarse", porque en la zona de contacto, las partes enfrentadas han acercado las posiciones en las últimas dos semanas y en algunos lugares como Luhanska y Zaitseve, las distancias de 1,5 y 2 kilómetros entre los combatientes se han reducido a 300 y 500 metros, respectivamente, señala el informe. Esto supone que entre unos y otros se han “comido” la zona de seguridad acordada en Minsk, y que lo que existe ahora es una línea de frente con todo lo que ello implica.

Miles de personas arriesgan su vida cada día en los puestos de control para entrar y salir de los territorios dominados por los insurgentes y esperan hasta 36 horas en las carreteras, soportando el sol y el calor y sin servicios sanitarios adecuados, señala el informe.

Además de las víctimas civiles, están las bajas militares, no recogidas en el informe. El 29 de junio hubo combates en la zona de Loguinovo, cerca de Debáltsevo, un nudo ferroviario estratégico para la comunicación entre las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y de Lugansk (RPD y RPL). Las tropas ucranianas atravesaron dos líneas de defensa de los combatientes prorusos y avanzaron varios kilómetros en la zona de separación, en dirección hacia Debáltsevo, señalan en Moscú fuentes habitualmente informadas, según las cuales ni la magnitud de los combates ni el número de víctimas, que podría llegar a un centenar, son reconocidas por unos y otros. Tras encarnizados enfrentamientos y con grandes pérdidas por parte de las tropas ucranianas, Debáltsevo fue conquistado por los insurgentes en febrero de 2015 cuando los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania habían firmado ya los acuerdos de Minsk.

Ahora, de dos de los muertos de junio (en el contingente de las tropas leales a Kiev) queda constancia casual, un cantante de ópera (oficialmente pereció en un lugar no identificado en la ATO o Zona de la Operación Antiterrorista, según la denominación de Kiev) y un herido desangrado en el campo de batalla y no identificado, que fue entregado a las tropas ucranianas por representantes de la RPD. Si es cierto que las tropas de Kiev lograron romper las defensas de sus adversarios, no sería una sorpresa que estos hayan solicitado ya (o recibido) equipo y refuerzos a sus proveedores habituales. En las redes sociales, una voluntaria leal a Kiev se refiere de forma simultánea a numerosas bajas en sus filas el 9 de julio y a la recepción por parte del adversario de sistemas de misiles capaces de guiarse a si mismos hasta su blanco.

Una impresionante filmación de combates prácticamente cuerpo a cuerpo es el reportaje realizado por Yulia Polújina, la corresponsal de guerra del periódico ruso Nóvaia Gazeta, que el 6 de julio se jugó la vida en Avdéevka, al oeste de Donetsk, acompañando a un grupo de soldados ucranianos que luchaban en una nave industrial a cortísima distancia de sus adversarios. Dos de los soldados murieron en los tiroteos, como registró Polújina, la cual podría perder su acreditación periodística en la zona ATO, si prospera la petición del servicio de seguridad de Ucrania, que se ha quejado de su trabajo.

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También en el territorio de Rusia hay muertos y refriegas que nada tienen que ver con Ucrania, en concreto en Daguestán, en el norte del Cáucaso, donde la noche del 9 al 10 dos personas fueron asesinadas en un bosque de la zona de Karabudajkent, que ha sido escenario de una operación antiterrorista. Antes, el 7 de julio, los muertos fueron 13 (nueve guerrilleros, un miembro de los servicios antidisturbios y tres policías, según el servicio informativo Kavkaz-Uzel). Daguestán, la primera región del Cáucaso adonde llegó el Islam en el siglo VIII, ha sido escenario de serios conflictos con musulmanes radicales o radicalizados por la tosca política antiterrorista de Moscú. Ahora que el Estado islámico tiene problemas logísticos y financieros, se ha incrementado el temor de que los combatientes islamistas emigrados puedan regresar a su territorio de origen, en Daguestán y otros lugares del norte del Cáucaso. Durante dos años el régimen contraterrorista ha sido proclamado en 7 ocasiones en Karabudajkent, según el servicio Kavkaz-Uzel. 

También en los últimos días Rusia ha sufrido pérdidas humanas en su contingente militar en Siria, donde el 9 de julio perecieron dos pilotos que cumplían una misión a bordo de un helicóptero Mi 35M, derribado por un misil al este de Palmira, en la provincia de Homs . Uno de las víctimas era un experimentado y reconocido oficial, el coronel Riafagar Jabibullin, jefe de un regimiento de aviación militar con base en Krasnodar, al sur de Rusia. 

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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