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El ataque de Dallas irrumpe en el estancado debate en el Congreso sobre las armas

Los legisladores deben decidir esta semana si aprueban iniciativas para restringir las ventas

El tiroteo a policías en Dallas condiciona el estancando debate en el Congreso, en Washington, sobre el control de las armas. El ataque, menos de un mes después de la matanza de Orlando, tuvo lugar en un momento en que los miembros de la Cámara de Representantes parecían incapaces de sortear sus diferencias sobre la regulación de las armas de fuego. Los congresistas tienen margen para aprobar las medidas que están barajando hasta el próximo viernes, cuando inician sus vacaciones de verano.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el jueves
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, el juevesMICHAEL REYNOLDS (EFE)

La muerte, el pasado jueves, de cinco policías en Dallas dará un nuevo impulso al debate en el Congreso, pero la incógnita es si servirá para fraguar un consenso entre demócratas y republicanos, que consideran demasiado débiles o ambiciosas sus respectivas propuestas.

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Hay pocas esperanzas si se tiene en cuenta que los legisladores no han logrado impulsar en los últimos años ninguna restricción a las armas pese a la sucesión de matanzas. Toda ley debe ser aprobada por la Cámara y el Senado. El Partido Republicano, más reticente a cualquier restricción del uso de las armas, ostenta la mayoría.

El precedente de Orlando también invita al pesimismo. Superada la conmoción por la muerte el 12 de julio de 49 personas en una discoteca gay, la presión para aprobar una ley que restrinja las ventas se relajó y el clima en el Congreso volvió al terreno habitual: pugnas partidistas, divisiones internas, alergia al compromiso e influencia de grupos externos y de las elecciones presidenciales de noviembre que impiden la aprobación de cualquier reforma de calado en materia de armas pese a la indignación compartida por los tiroteos.

El presidente de la Cámara, el republicano Paul Ryan, pidió el viernes en el hemiciclo una reflexión colectiva tras el ataque de Dallas. “Todo miembro de esta institución, todo republicano y demócrata quiere ver menos violencia armada”, dijo. “Muchas veces estamos apasionadamente en desacuerdo sobre cómo lograrlo. Pero teniendo este debate no perdamos de vista los valores que nos unen”.

Demócratas y republicanos coinciden en querer limitar la venta de armas a personas que han estado en la lista de sospechosos de terrorismo, como el tirador de Orlando. Pero los primeros proponen medidas más restrictivas, y los segundos son más cautos y están divididos entre ellos.

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La falta de un consenso bipartidista hizo que el Senado rechazara, a los pocos días de Orlando, varias propuestas de ley para dificultar la venta de armas.

Rebelión interna republicana

El debate se trasladó entonces a la Cámara de Representantes para tratar de aprobar alguna iniciativa similar. Ryan apoyó una propuesta para limitar las ventas a sospechosos de terrorismo y anunció que la sometería a votación la pasada semana. Pero la rebelión de un sector del Partido Republicano le forzó a posponer el voto de esa propuesta, pese a que cuenta con el beneplácito de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas inglesas).

El hecho de que Ryan no haya podido convencer a toda su bancada refleja la reticencia conservadora a cualquier iniciativa que pueda cuestionar la Segunda Enmienda de la Constitución, que ampara el derecho a las armas, pese a la voluntad republicana de endurecer la lucha contra el terrorismo (el tirador de Orlando era un simpatizante yihadista).

El ala más radical del partido, el llamado Freedom Caucus, dijo que no puede apoyarla porque cree que supone una intromisión del Gobierno en los derechos individuales. La propuesta de ley establece que el Gobierno tendría tres días para convencer a un juez de que debe prohibir la venta de armas a personas que han estado en la lista de sospechosos de terrorismo.

Desde este lunes, el objetivo de Ryan es acercar posiciones con ese grupo de republicanos, mientras trata de cortejar a los demócratas, que denuncian que la propuesta que respalda es demasiado tenue.

Hace dos semanas, los congresistas demócratas protagonizaron una sentada de 26 horas en la Cámara para forzar una votación sobre las armas. Por ahora, no la han logrado pero sí han conseguido que los republicanos se vean forzados a debatir, algo que Dallas ha acentuado. Parece imposible que las propuestas demócratas para restringir las ventas de armas lleguen a aprobarse, pero el partido trata de beneficiarse de la división republicana. En paralelo, los republicanos amenazan con sancionar a los demócratas por la sentada y buscan evitar la percepción de que actúan a remolque de ellos.

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