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El atentado de Niza obliga a Brasil a revisar la seguridad de los Juegos

El gobierno interino de Michel Temer anuncia que revisará "todos los procedimientos"

Un agente en la instalación olímpica de Río
Un agente en la instalación olímpica de RíoRoberto Castro/ME

Si en los últimos meses ya había crecido la preocupación en las calles de Río de Janeiro por un posible ataque de lobos solitarios en los Juegos Olímpicos, el atentado de Niza de este jueves se ha sentido aquí como una advertencia. El general Sérgio Etchegoyen, asesor directo del gobierno interino de Michel Temer en asuntos militares y de seguridad, anunció el viernes por la mañana que revisará todos los procedimientos de seguridad previstos para los Juegos a la vez que subrayaba la imposibilidad de que se produjera un atentado durante el evento.

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"Tras las muertes de Niza, el ministerio de Justicia, el de Defensa y el Gabinete de Seguridad Institucional [GSI según sus siglas] están trabajando para garantizar el mismo nivel de seguridad durante los Juegos Olímpicos. Esto va a exigir revisiones, nuevas medidas y mucho trabajo intenso de ahora en adelante, para identificar posibles lagunas", aseguró, en una rueda de prensa en el Palacio de Planalto (Brasilia).

Etchegoyen anunció que el mismo viernes se empezarían a dar los primeros pasos en esta dirección. Varios miembros de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) se habían reunido ya con representantes del Gobierno francés para intercambiar información. También se planea desplazar a un agente de ABIN a París y a Niza para reunir datos y escuchar las "lecciones aprendidas de esta tragedia", en palabras del general.  El presidente en funciones, Michel Temer, se citó las cuatro con los órganos del Gobierno que citaba Etchegoyen: los ministerios de Defensa, de Justicia y el GSI. La ABIN también ha subido la alerta antiterrorista al nivel cuatro, en una escala donde el cinco es el máximo.

La Agencia Brasileña de Inteligencia ha fijado la alerta antiterrorista en un nivel cuatro de un máximo de cinco

El ministro de Defensa, Raul Jungmann, predijo que el público que asista a los eventos sentirá el impacto directo de los cambios y alertó que tendrá que convivir con "inconvenientes necesarios". "Tendremos que revisar procedimientos, aumentar barreras y chequeos y tendremos que buscar una seguridad mucho más rígida. Desgraciadamente, eso puede generar dificultades y trastornos a la gente, pero es para su bien y su seguridad. Es un mal necesario y benéfico".

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El encargado de coordinar grandes eventos para el ministerio de Justicia, el general Luiz Felipe Linharesha, también intentó tranquilizar a los brasileños. Hablando con la radio Jovem Pan este viernes, ha asegurado que la probabilidad de que se produzca un atentado terrorista en los Juegos de Río es muy pequeña. "¿Existe la posibilidad en el mundo entero de que suceda un ataque terrorista? Sí. Pero, con los factores que maneja todo nuestro sistema de inteligencia y de los cien países que trabajan con nosotros, la probabilidad es muy pequeña".

"¿Existe la posibilidad en el mundo entero de que suframos un atentado? Sí. Pero la probabilidad es muy pequeña"

Sobre esa misma idea volvió el general Etchegoyen, quien recalcó la experiencia de las instituciones brasileñas organizando eventos deportivos en los últimos 10 años, como los Juegos Panamericanos de Río en 2007 o el Mundial de 2014. "Ni nos preocupa ni hay que alarmarse por eso [un posible atentado]", insistió. "Vivimos en un país en el que no hemos sufrido riesgos de este tipo. Lo que nos preocupa es solo mantener la seguridad de los Juegos al nivel adecuado".

Un informe de la inteligencia brasileña publicado por la revista Veja el mes pasado estimó que en Brasil no existía amenaza de que se produjeran atentados de gran complejidad logística, pero sí de que grupos extremistas religiosos incentivaran a sus simpatizantes a actuar por su cuenta. "Una de las mayores preocupaciones del Gobierno es poder seguir la radicalización de individuos alineados ideológicamente con el Estado Islámico", se leía.

El terrorismo no es el único desafío al que se enfrenta la seguridad de Río. Hace un mes que los índices de seguridad pública están cayendo. Los Juegos estará a cargo de 6.000 oficiales de la Fuerza Nacional, un grupo formado por policías de varios estados de Brasil.

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