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Marruecos desafía el poder de Argelia en África

Mohamed VI ha solicitado incorporarse a la Unión Africana y suspender a la RASD, el brazo político del Frente Polisario

Francisco Peregil
Varios políticos atienden una sesión durante la última cumbre de la Unión Africana, celebrada el domingo 16 de julio en Kigali.
Varios políticos atienden una sesión durante la última cumbre de la Unión Africana, celebrada el domingo 16 de julio en Kigali. CYRIL NDEGEYA (AFP)

El domingo por la noche se produjo un golpe de timón en la política exterior de Marruecos. Por primera vez el rey  Mohamed VI llamaba a la puerta de la Unión Africana (UA) con la intención de ser admitido en un órgano que desde su creación en 2002 acoge como miembro fundador a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), a quien Marruecos no concede legitimidad como Estado.

Marruecos abandonó en 1984 la extinta Organización para la Unidad Africana (OUA, fundada en 1963), una vez que Argelia consiguió que se admitiera en su seno a la RASD. Hace, por tanto, 32 años que Marruecos mantiene una diplomacia de asiento vacío en el principal órgano de representación continental. Rabat pretende ahora ocupar su silla, pero intenta también que la RASD desaloje la suya.

Para alcanzar su objetivo Marruecos debería conseguir que dos tercios de los 54 Estados miembros (36 países) voten a favor de una modificación de los estatutos de la Unión Africana, ya que en la actual normativa no se contempla la expulsión. Y la suspensión solo sería posible en caso de que un Gobierno acceda al poder “por medios anticonstitucionales”. De momento, Rabat ya ha conseguido que 28 países presenten este lunes una moción para suspender a la RASD. Precisamente 28 es la cifra mínima de países que necesita Marruecos para ser admitido en la Unión Africana.

Marruecos podría cursar de forma oficial su petición de incorporarse al organismo. Su posible integración podría votarse en la próxima cumbre de la UA, prevista para enero de 2017 en Addis-Abeba. A partir de entonces, el objetivo de Mohamed VI será buscar la alianza de otros ocho países hasta sumar 36 y conseguir la suspensión. El movimiento supone un desafío en toda regla al poder de Argelia en África, gran defensor del Frente Polisario.

Marruecos ha conseguido que 28 Estados de los 54 que integran la Unión Africana pidan la suspensión de la RASD. Pero necesita otros ocho países para lograr la mayoría de dos tercios  exigida por los estatutos para suspender a un miembro

Mohamed VI no reniega de ninguno de los motivos que llevaron a su padre a salirse de la OUA, pero cree que “cuando un cuerpo está enfermo es mejor curarlo en el interior que en el exterior del organismo”. Así lo expresó en una carta dirigida el domingo al presidente en funciones de la Unión Africana, el jefe de Estado de Chad, Idriss Déby, y al resto de jefes de Estados miembros.

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El domingo se celebraba en Kigali, Ruanda, la 27.ª cumbre del organismo. En la misiva Mohamed VI, recordó que su país es el primer inversor africano en el África del Oeste; afirmó que conoce África y sus culturas mejor de lo que puedan conocerla otros y aludió a sus “múltiples visitas” sobre el terreno.

En efecto, en los últimos tres años el monarca ha visitado tres veces Gabón y Costa de Marfil, dos veces Senegal y Mali, Guinea en 2014 y Guinea-Bissau en 2015. Con casi todos ellos ha firmado acuerdos de cooperación no solo económica, sino religiosa, a través de la Fundación Mohamed VI de Ulemas Africanos y el Instituto Mohamed VI de formación de imanes. En todos los países visitados el rey suele asistir a la oración del viernes en alguna mezquita y reparte miles de Coranes.

El peso económico y diplomático de Marruecos en África es innegable. Pero también lo es el de Argelia, su gran rival y aliado de la RASD. Entre los países aliados de Marruecos que han suscrito la petición para suspender a los representantes del Frente Polisario se encuentran Gabón, país promotor de la moción, Libia, Sudán, Sierra Leona, Costa de Marfil y Senegal. Pero faltan los vecinos de Marruecos en el Magreb: Argelia, Túnez y Mauritania. Y faltan también dos poderosos aliados de Argelia, los dos países con mayor Producto Interior Bruto: Sudáfrica y Nigeria, el país más poblado.

El monarca advierte en su carta que no está dispuesto a reconocer a la RASD como Estado: “Es difícil de admitir que una nación perenne y ancestral sea comparada a una entidad que no dispone de ningún atributo de soberanía”. Señala que la historia recordará la integración de esa RASD a la que nunca nombra como un “error de niño”, ya que la OUA, fundada en 1963, era “adolescente” en 1984.

Mohamed VI pregunta si la Unión Africana no está “en contradicción evidente con la legalidad internacional”. “Porque ese pretendido Estado no es miembro de la ONU, ni de la Organización de la Cooperación Islámica, ni de la Liga de Estado Árabes, ni de ninguna otra institución regional o internacional”.

Desde la prensa argelina, varios medios han remarcado como un síntoma de debilidad el hecho de que Marruecos quiera integrarse ahora en la UA. Pero Brahim Fassi Fihri, presidente del centro de análisis marroquí Instituto Amadeus considera que se trata de una victoria diplomática. Y advierte en un artículo difundido en Internet que a Marruecos le resultará fácil encontrar los ocho Estados que necesita para lograr la suspensión de la “pseudo RASD”. Recuerda que hay países “considerados próximos a Marruecos” que aún no han firmado la moción. Y cita a Estados como Túnez, Camerún, Egipto, Níger, Madagascar, Burundi o el Chad.

El trabajo que ha desempeñado la Unión Africana para defender los intereses del Frente Polisario ante el Consejo de Seguridad de la ONU ha sido vital en los últimos años. Esa es la herida que Marruecos pretende curar desde dentro del organismo “enfermo”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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