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Los republicanos se preparan ante una posible derrota de Trump

Más de 70 republicanos han pedido por carta al partido que no dedique sus esfuerzos económicos a la candidatura de Trump a la Casa Blanca

Marc Bassets

Las provocaciones de Donald Trump y, sobre todo, su abrupta caída en los sondeos han llevado a muchos en la derecha a asumir la probabilidad de una derrota en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre. Más de 70 cargos republicanos han pedido por carta al partido que dedique sus esfuerzos económicos no a la candidatura de Trump a la Casa Blanca, sino a defender los escaños que están en juego en las legislativas del mismo día. Quedan tres meses de campaña, pero en el Partido Republicano se instala la sensación de que la remontada ante la demócrata Hillary Clinton será difícil.

El candidato presidencial Donald Trump.
El candidato presidencial Donald Trump.ERIC THAYER (REUTERS)

Trump, en un gesto de humildad inusual en él, admitió esta semana que podría perder bastiones republicanos como Utah y que lo tenía difícil en Pensilvania, Ohio o Virginia, Estados que está obligado a ganar si quiere ser el próximo presidente de Estados Unidos. Pero Trump es Trump. Después de una racha de ofensas, insultos y exabruptos (en pocos días criticó a la familia de un soldado muerto en Irak, insinuó el uso de la violencia contra Clinton y la culpó a ella y al presidente Barack Obama de fundar el Estado Islámico), dijo que no cambiará de estrategia.

En Estados Unidos, las elecciones presidenciales no las gana quien más votos consigue en las urnas, sino quien suma más Estados. Cada uno con un peso distinto: California, el más poblado, tiene 55 votos electorales; Wyoming, el menos poblado, 3. Gana el candidato que suma 270 votos electorales sobre 538. Como muchos Estados votan con fidelidad a un partido —California a los demócratas y Texas a los republicanos—, los candidatos centran la campaña en los más disputados.

La media de todos los sondeos que realiza la publicación Real Clear Politics es clara. En el porcentaje total de votos, Clinton le saca a Trump una ventaja de un 6,3%. Algunos sondeos le dan un margen mayor. Según Real Clear Politics, Clinton tiene casi asegurados 256 votos electorales, Trump 154 y 128 corresponden a Estados igualados y en disputa. Con sumar 14 de estos votos electorales a los que ya se le adjudican en las encuestas, Clinton sería presidenta. Los analistas ven claro el desenlace. El más conocido, Nate Silver, concede un 87,1% de probabilidad a Clinton de ganar y un 12,8% a Trump.

“Obviamente, que favorezcan no implica que sea seguro. Pero Trump necesita un cambio de rumbo, y suele ser difícil desalojar a quien va en cabeza, especialmente a uno que lidera por ocho puntos, en los últimos meses de la campaña”, dice en un correo electrónico John Sides, politólogo de la Universidad George Washington y coautor de La ciencia de Trump: cómo explicar el ascenso de un candidato improbable.

Los últimos sondeos son significativos porque se han elaborado con una distancia suficiente de las convenciones de ambos partidos, que se celebraron en la segunda quincena de julio, y corrigen su efecto distorsionador. Según los politólogos Robert Erikson y Christopher Wezien, citados por vox.com, desde las presidenciales de 1952 quien lidera los sondeos dos semanas después de las convenciones acaba ganando el voto popular en noviembre. Siempre.

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¿Todo decidido? No. “Si hubiese una recesión económica súbita, por ejemplo debida a un shock petrolero, un gran atentado terrorista en EE UU, o una revelación sobre Clinton que la dañase gravemente, esto podría mejorar las probabilidades de Trump”, dice Sides. “El problema es que este tipo de acontecimientos, las llamadas sorpresas de octubre, son raros”.

Así se explica la petición de algunos republicanos para que el partido redirija los fondos a las campañas de las legislativas en vez de malgastarlos en Trump. Algunos multimillonarios como el inversor Paul Singer ya lo han hecho. Se trata de salvar los muebles. En este caso, la mayoría en el Congreso. “No debería ser una decisión difícil”, se lee en la carta, “puesto que las posibilidades de que Donald Trump sea elegido presidente se evaporan día a día”.

Los ‘sarcasmos’ del candidato

Ya es la segunda vez, este verano, que el republicano Donald Trump intenta arreglar uno de sus desaguisados con la excusa de que hablaba en broma. Después de acusar al presidente, Barack Obama, y a la candidata demócrata, Hillary Clinton, de haber fundado el Estado Islámico, ayer reculó. “¿No entienden el sarcasmo?”, escribió en Twitter. “Obviamente estoy siendo sarcástico”, dijo Trump a finales de julio, el día después de animar a Rusia a piratear el correo electrónico de Clinton. El candidato del Partido Republicano se jacta de ser imprevisible y desconcertante, una cualidad que inquieta a algunos conservadores. “Me encanta ver a esta pobre y patética gente [comentaristas] en televisión trabajando tan duro y con tanta seriedad para intentar entenderme. ¡No pueden!”, escribió en un tuit.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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