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Columna
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¿Hora de la verdad en Venezuela?

La celebración del referéndum revocatorio contra el presidente Maduro después de enero supondría un continuismo con o sin Maduro

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, a su llegada a República Dominicana.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, a su llegada a República Dominicana.Fran Afonso (EFE)

El enfrentamiento entre la Asamblea Nacional, que domina la oposición, y el Gobierno chavista, se ha concretado en lo que parece una pugna decisiva: la celebración del referéndum revocatorio contra el presidente Maduro. Y ante ello ambas partes actúan como si el desenlace estuviera aún por escribir, cuando nadie ignora que el Gobierno no va a consentir que haya referéndum antes del 10 de enero de 2017.

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Esa fecha es un parteaguas. Si la consulta tuviera lugar con anterioridad y lo perdiese el poder deberían celebrarse elecciones presidenciales que, si atendemos a la machacona insistencia de los sondeos, pondría en graves dificultades al chavismo; pero si se demora más allá de esa fecha permitiría nombrar a un vicepresidente afecto para completar mandato hasta 2019, con lo que el sistema bolivariano habría ganado un tiempo con que recomponerse.

¿Por qué el movimiento que fundó el desaparecido Hugo Chávez hace 17 años ha perdido gran parte de su apoyo popular?: la cotización del crudo ha caído estrepitosamente, con lo que Caracas no puede seguir dispensando su proverbial largueza asistencial; la escasísima profesionalidad de la dirigencia, que no para de crear nuevos aparatos de gobierno, como en julio pasado la Gran Misión de Abastecimiento Soberano y Seguro, diríase que esperando que la palabra pueda saciar al hambriento y curar al doliente; y como telón de fondo el FMI que proyecta una inflación para este año de 480% contra 121 en 2015, y el dólar frisa los 650 bolívares con una devaluación del 68% desde marzo.

Maduro atribuye tanta calamidad a una ‘guerra económica’ que le libra la plutocracia internacional y para combatirla ha entregado el poder al Ejército, nombrando al general Vladimir Padrino López jefe de la operación mencionada, con autoridad por encima de cualquier ministro. El militar es hoy copresidente de facto o hasta líder supremo a la espera de acontecimientos. Y como hay militares en retiro que se muestran críticos desde posiciones de un chavismo de ‘camisa vieja’, el presidente pretende asegurar al menos que no haya ruido de sables. ‘Guerra económica`, efectivamente, puede haberla, como apunta el hecho de que el Citibank norteamericano haya cerrado la cuenta del Estado venezolano para pagos exteriores, pero tan solo es la que libraría el capitalismo a un insolvente que, de paso, amenazara con un día ponérsele en contra.

Todo ello sugiere, según expertos no necesariamente estipendiados de Washington, a un continuismo con o sin Maduro. En el primer caso se especula con que pudiera nombrar vicepresidente a su esposa, la Primera Combatiente, para seguir, así, figurando en la ecuación, y en el segundo, habría relevo con entorchados en la persona del propio Padrino López o el capitán en la reserva Diosdado Cabello. La gran pregunta es si Maduro es biodegradable.

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En las legislativas del pasado 6 de diciembre el chavismo obtuvo el 40% de los votos, lo que subraya el gran atractivo que aún tiene el sistema, por lo que el presidente no da el referéndum por perdido. Pero lo que las partes saben es que el bolivarianismo no está dispuesto a dejar el poder en 2017.

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