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Pensándolo bien…
Columna
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Videgaray: primera víctima de Trump

Los cambios anunciados este martes hacen de Osorio Chong el virtual delfín del partido oficial para la sucesión presidencial

Jorge Zepeda Patterson

El presidente Peña Nieto se pasó seis días defendiendo las razones para invitar a Donald Trump a Los Pinos; al séptimo despidió al responsable de la invitación, Luis Videgaray, el poderoso ministro de Hacienda. Con la decisión deja el camino libre para que Miguel Ángel Osorio Chong se convierta en virtual candidato oficial a la presidencia.

La magnitud del personaje sacrificado, quien fungió en la práctica como un primer ministro a lo largo del sexenio, da cuenta del enojo y la frustración de Peña Nieto, tras haber cedido al consejo de su brazo derecho, contra la opinión del resto del Gabinete. Las peores advertencias quedaron superadas por los tsunamis sucesivos desencadenados por la visita: Trump radicalizó su discurso en lugar de atemperarlo; su popularidad aumentó y con ella sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca y una molesta Hillary Clinton rechazó reunirse con el mandatario (lo cual derrumbó la justificación de Los Pinos de que se trataba de una estrategia digna de un jefe de Estado, y convirtió el affaire en un acto de campaña unilateral a favor del republicano). En suma, un balance desastroso para los intereses mexicanos. Y eso por no hablar del brutal impacto ante la opinión pública nacional, que ya se encontraba en sus mínimos históricos.

Lo de Trump fue la última cuenta, y la más grave, de un rosario de derrotas y desaciertos de parte de Videgaray

En realidad lo de Trump fue la última cuenta, y la más grave, de un rosario de derrotas y desaciertos de parte de Videgaray (un tuit irónico lo decía todo: “sale de Hacienda para irse a la campaña …de Trump”). Fue incapaz de acercarse a la prometida meta de un crecimiento de 4 a 5 puntos del PIB en la segunda mitad del sexenio (el martes Merrill Lynch redujo las perspectivas para 2016 y 2017 a 1.9% y 2.1%, respectivamente). Y la supuesta inversión extranjera que desataría la reforma petrolera quedó en el aire, como es sabido.

Los errores políticos no fueron menores. Con el pretexto de ser el operador y el garante de las grandes reformas lanzadas por Peña Nieto, el ministro de Hacienda metió baza en muchas parcelas de la Administración pública. Colocó a secretarios y subsecretarios, influyó en la designación de candidatos a elecciones estatales, impuso línea en las cámaras legislativas a través de los coordinadores priistas y convenció a Los Pinos para hacer de Aurelio Nuño el preferido en la sucesión presidencial (toda vez que las posibilidades del propio Videgaray habían muerto tras el escándalo de una residencia adquirida en Malinalco bajo condiciones cuestionables). El pésimo manejo de Nuño con la reforma educativa, que convirtió la reacción magisterial en un conflicto incontrolable, pasaron a formar parte de los dolores de cabeza de Peña Nieto atribuibles al secretario de Hacienda.

Los cambios anunciados este martes hacen de Osorio Chong el virtual delfín del partido oficial para la sucesión presidencial. No sólo porque desaparece su rival y con él cualquiera de sus hombres; también porque la designación de José Antonio Meade como nuevo titular de Hacienda deja a este fuera de la contienda, toda vez que resultaría impensable que vuelva a cambiar al responsable de la economía en lo que resta del sexenio. El hecho de que Luis Enrique Miranda, un subalterno de Osorio, sustituya a Meade en la Secretaría de Desarrollo Social, el ministerio clave para la promoción del voto, confirma el propósito de convertir a Osorio en rival de López Obrador y Margarita Zavala, los dos formidables contendientes de la oposición. El huracán Trump precipitó los planes de Peña Nieto en materia electoral. No deja de ser irónico que el polémico encuentro terminara afectando las dos batallas electorales, la de Estados Unidos y la de México.

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