_
_
_
_
_
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

En la cabecera del enfermo

Según el presidente de la Comisión, Europa necesita que alguien gobierne; como España

Lluís Bassets
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante el discurso del estado de la Unión en Estrasburgo.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante el discurso del estado de la Unión en Estrasburgo.Jean-Francois Badias (AP)

El diagnóstico es de la máxima gravedad. Si atendemos a lo que nos dice el doctor, sentado junto al lecho, nos daremos cuenta de que expresa con palabras moderadas una realidad inquietante. Se entiende perfectamente, a pesar de los eufemismos y las atenuaciones retóricas. E incluso de los desmentidos y aclaraciones que no tardarán en llegar. Este enfermo igual está en trance de muerte.

Eso es lo que dicen, literalmente, las palabras de Jean-Claude Juncker en su discurso ante el Parlamento Europeo. “Nuestra UE atraviesa en buena parte una crisis existencial”, es decir, un momento que puede terminar con ella. El doctor que le toma el pulso asegura que “nunca como ahora había visto un territorio de entente entre nuestros Estados miembros tan reducido”, “un número de dominios de trabajo en común tan pequeño”, “tantos dirigentes preocupados solo por sus problemas nacionales”, “gobiernos tan debilitados por el populismo”, “como si no hubiera punto de encuentro alguno entre la Unión y sus capitales nacionales”, ni “tanta fragmentación y tan poca convergencia”. Hasta el punto de preguntarse: “¿Vamos a dejar que nuestra Unión se descomponga ante nuestros ojos”.

Para Juncker, “la triste perspectiva de ver que uno de sus miembros abandona sus filas” es uno de los síntomas de la enfermedad europea. Aquí se queda el reproche, junto a una amarga referencia —que ha hecho los titulares en la prensa británica— sobre el maltrato y la agresión a trabajadores polacos hasta llegar incluso el asesinato de uno de ellos en las calles de una ciudad inglesa. Aunque no alude directamente a Reino Unido y menos todavía a los inciertos y polémicos método y plazos del divorcio, la enfermedad del Brexit nunca citada impregna su entero discurso.

La UE que dibuja Juncker con sus palabras es distinta por la mera ausencia británica. Londres aportaba mucho pero también obstaculizaba. Pronto habrá, por ejemplo, una estructura de defensa permanente a la que los británicos hasta ahora se oponían. Será más social, más proteccionista y reguladora, más política incluso. Más renana y menos atlántica, más parecida a Alemania. “Europa no es el Far West, sino una economía social de mercado”, dijo el luxemburgués. Además de negociar el Brexit, la UE deberá empezar a trabajar ahora con el alivio que da la desaparición del socio incómodo y puntilloso.

Tras este diagnóstico tan grave, la prescripción. Juncker cree que todo se jugará, casi a vida o muerte, en los próximos doce meses. Sus ideas incluyen un Libro Blanco que proporcionará una visión de largo plazo y se aprobará en marzo de 2017, en el 60º aniversario del Tratado de Roma, y diez programas de acción que abarcan todos los ámbitos, y atienden a las cuestiones más calientes: los refugiados, la seguridad interior y exterior, el crecimiento y el empleo, la economía digital…

El diagnóstico y las recetas suenan bien. Pero la autoridad de este médico, aunque acierte, es escasa y contestada. No es seguro que se le haga caso. Él mismo reconoce que los ciudadanos “necesitan que alguien gobierne”. Y no se refería a España, como todos entenderíamos, sino al conjunto de Europa.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_