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33 años de cárcel por quemar un autobús en México

El juez condena a Luis F. Sotelo por ataque a las vías de comunicación, a la paz pública y daños a la propiedad. La Suprema corte declaró inconstitucional en febrero los delitos contra la paz pública

Pablo Ferri
Luis Fernando Sotelo.
Luis Fernando Sotelo.

Un juez de la Ciudad de México ha condenado a 33 años y cinco meses de cárcel a Luis Fernando Sotelo, de 21, por quemar un autobús y la estación en la que estaba, en noviembre de 2014. La fiscalía de la capital acusaba a Sotelo de ataques a las vías de comunicación, ataques a la paz pública y daños a la propiedad. En un boletín, el ente investigador ha informado además de que Sotelo, preso desde entonces, deberá pagar una multa cercana al medio millón de dólares.

Uno de los delitos que pesa en la condena, ataques a la paz pública, fue declarado inconstitucional el pasado febrero por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo tribunal en México. En el caso del joven Bryan Reyes, acusado del mismo delito, la corte estimó que éste no tenía cabida en la carta magna.

David Peña, de la Asociación Nacional de Abogados democráticos, dice que la defensa de Sotelo probablemente se amparará contra la sentencia y seguirá el mismo camino que Reyes. Ni la fiscalía ni el Tribunal Superior de Justicia de la capital han detallado cuantos años de condena suponen cada delito, pero según el Código Penal local, ataques a la paz pública puede suponer una pena de hasta diez años.

La tarde del miércoles 5 de noviembre de 2014, una veintena de encapuchados bloquearon la avenida Insurgentes, una de las vías principales de la capital mexicana. Lo hicieron a la altura de la Universidad Nacional, al sur de la ciudad. Luego tomaron un autobús que estaba parado en la estación de la universidad y le prendieron fuego. Las instalaciones ardieron también. La policía detuvo entonces a Sotelo y a otros dos jóvenes.

En una entrevista concedida a EL PAÍS en la cárcel el pasado marzo, Sotelo negaba su implicación en el incendio. El joven explicó que le agarraron en el lugar y el momento equivocados: “creo que me detuvieron por mi apariencia. Estaba con una moda punki: pelo angosto, la cresta, pintado de verde, vestido de negro, entonces ahí estaba, con el perfil de los que buscaba la policía. Me detienen con otro chavo, este otro chavo puede salir porque aporta pruebas de que él no estaba en el lugar, ni en la hora. Yo estaba en el momento y el lugar. A los dos nos hacen una prueba pericial, de química, para saber si manipulamos explosivos, gasolina, petardos, lo que fuera… Sale positivo para ambos, pero a este chavo lo sacan”.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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