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Marruecos amplía su estrategia contra el radicalismo islamista

El rey Mohamed VI impulsa la lucha contra el extremismo mediante becas para formar imanes extranjeros y la reforma de los libros escolares

Francisco Peregil
Rezo en la mezquita de Hassán II en Casablanca.
Rezo en la mezquita de Hassán II en Casablanca.FADEL SENNA (AFP)

Apenas transcurre un mes en Marruecos sin que el Ministerio del Interior desbarate un “peligroso plan” del Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés). Desde enero ya van 143 supuestos yihadistas detenidos. El 7 de septiembre fueron arrestados tres. Y el 16 de septiembre, otros tres “extremistas afiliados al ISIS” fueron detenidos. Marruecos es el único país del Magreb que aún no ha sufrido ningún golpe de la organización terrorista. En sus cárceles superpobladas hay 900 presos islamistas. La eficacia policial traspasa sus fronteras. Rabat desempeñó un papel clave para que Francia localizase en el norte de París al presunto cerebro de los atentados de París del 13 de noviembre, el belga-marroquí Abdelhamid Abaaoud. Sin embargo, hay otro campo de batalla contra el yihadismo donde Marruecos mantiene una lucha igual de constante y aún más ambiciosa a escala internacional. Es en el terreno de la formación religiosa.

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El rey Mohamed VI conminó en febrero a los ministros de Educación y de Asuntos Religiosos la necesidad de reformar la enseñanza religiosa, para adaptarla al “islam tolerante”, que promueve “el justo medio” y la “moderación”, el islam del rito malekita. Ahora, 29 manuales de educación islámica acaban de reformados. Uno de los puntos donde más claramente incidió la reforma es en el de las ilustraciones. Hasta ahora, todas las mujeres que aparecían en los libros iban con velo, mientras ahora la mayoría van sin él.

Esta última medida es solo un botón de muestra en la estrategia que ha diseñado Marruecos en su lucha contra el extremismo. Marruecos se percató hace mucho tiempo de que tan importante como las medidas represivas son las de propaganda y educación. La lección llegó a raíz de los atentados de Casablanca de 2003 donde murieron 45 personas. El rey, que ejerce como Comendador de Creyentes, máxima autoridad religiosa en el país, comenzó a estructurar el mundo islámico alrededor del Estado. En 2004 se creó la Radio del Corán, que predica el “islam del justo medio” y es hoy la emisora más escuchada. Esa fue una medida importante, pero no la única.

En marzo de 2015 el rey inauguró en Rabat el Instituto Mohamed VI de Formación de Imanes, predicadores y predicadoras, con capacidad para mil plazas. Por sus aulas han pasado ya 777 estudiantes becados, la mayoría de Mali, pero también de Túnez, Guinea, Costa de Marfil y Francia (26). Tres meses más tarde Marruecos creaba la Fundación Mohamed VI de Ulemas Africanos y la ponía en marcha el pasado junio en Fez. El objetivo oficial en palabras del rey es “coordinar esfuerzos” entre los teólogos musulmanes para promover los valores de “la moderación y la tolerancia”. El objetivo añadido, para diversos analistas, es exportar la influencia diplomática de Marruecos en África a través de la religión.

Pero hay muchos rincones en Marruecos adonde el mensaje que pretende difundir no llega ni por radio ni por televisión. Ahí solo cabe mandar a alguien que convenza de viva voz. Así que las autoridades religiosas han formado a más de mil 'mediadores' para 'inmunizar' a los jóvenes contra el discurso extremista violento, según informó la Agencia EFE a comienzos de este mes. Los predicadores visitarán las cárceles, los institutos y las universidades en nombre del islam del justo medio.

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Consciente de que la batalla está en el campo de los jóvenes, y no solo a los que viven en Marruecos, el rey de Marruecos pronunció el 20 de agosto un discurso durante la Fiesta del Trono que en Francia no resultó indiferente: “[Los terroristas] instrumentalizan a ciertos jóvenes, sobre todo en Europa, explotan su desconocimiento de la lengua árabe y del islam verídico para difundir sus mensajes erróneos”. Y añadió: “Los terroristas que actúan en nombre del islam no son musulmanes y no tienen lugar dentro del islam. (…) La ignorancia les incita a creer que actúan en nombre de la Yihad. ¿Pero desde cuando la Yihad incita a matar inocentes?” ¿La razón admite que la Yihad será recompensada con el disfrute de un cierto número de vírgenes?”. El mensaje iba dirigido en buena parte a los jóvenes marroquíes que viven en Europa.

Toda esta estrategia de formación y proselitismo, ha obligado al Estado marroquí a incrementar en la última década hasta en un 100% el presupuesto destinado a asuntos religiosos, según señalaba en junio la revista Jeune Afrique. Los resultados de esta inversión nunca van a ser tan precisos y evidentes como las detenciones de supuestos yihadistas. Pero Marruecos pretende continuar con el desafío a largo plazo.

Pero todo este esfuerzo tiene un gran contrapeso. Marruecos está fallando de forma estrepitosa en lo que muchos analistas consideran la mejor vacuna contra el extremismo: la educación pública. En un país donde uno de cada tres adultos es analfabeto, la ONU acaba de difundir este mes un informe demoledor donde advierte que Marruecos solo podrá alcanzar sus objetivos en materia de educación con medio siglo de retraso. Solo el 5% de las niñas y el 17% de los menores pobres terminan el primer ciclo de la educación secundaria, según Nihan Koseleci, la responsable de elaborar el informe de la UNESCO.

Las élites llevan a sus hijos a los colegios españoles, franceses y americanos de las principales ciudades, la clase media se aprieta el cinturón para pagar más de 150 euros al mes en los centros privados marroquíes y la mayor parte de las familias no tienen más remedio que acudir a los centros públicos, cada vez más desprestigiados. En ese contexto de miseria educativa es probable que el Ministerio del Interior se siga viendo obligado durante mucho tiempo a desarticular cada mes una banda de terroristas.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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