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Espías a la caza de yihadistas en Siria

Los principales servicios europeos maniobran para infiltrarse en las filas islamistas

Natalia Sancha

Amal el Atrash, más conocida como Asmahan, fue la espía más célebre de su tiempo. Con una voz de soprano y unos embaucadores ojos verdes, la joven siria conquistó el corazón de los árabes más influyentes, para luego vender sus secretos a tanto británicos como nazis. Ayudó a las potencias extranjeras a conquistar Siria, y sus encantos le sirvieron para eludir la muerte en muchas ocasiones durante la segunda Guerra Mundial. Al menos hasta que, misteriosamente, su coche cayó al Nilo. En la convulsa Siria de hoy, los servicios de inteligencia europeos ya no cortejan a bellas árabes de guantes de seda sino a milicianos barbudos con un Kaláshnikov en la mano. Lo hacen en busca de la pista de los 5.500 yihadistas europeos que se han sumado al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en Siria e Irak, y cuyo retorno amenaza con extender la yihad a sus países de origen.

Milicianos rebeldes a las puertas de Shawa, localidad controlada por el ISIS en la provincia de Alepo.
Milicianos rebeldes a las puertas de Shawa, localidad controlada por el ISIS en la provincia de Alepo.KHALIL ASHAWI (REUTERS)

“Aquí [por el noroeste de Siria] hay infiltrados de todos los servicios secretos europeos”, dice al Skype Abu Samra, nombre de guerra de este miliciano rebelde que alterna desde hace un lustro entre Idlib, capital rebelde al noroeste de Siria, y el sur de Turquía. Al fondo de la pantalla de su móvil, varios de sus compañeros pululan descalzos acarreando pitillos entre la humareda de tabaco. Por encima de unos pantalones caqui cuyo dueño rehúsa mostrar la cara, se suma una voz ronca: “Buscan información sobre las coordenadas y localizaciones de los extranjeros que combaten con ISIS. Está claro que no quieren que regresen a Europa si se los pueden cargar aquí”. En los extrarradios de los campos de batalla donde se bate el ISIS, están apostados 300 soldados de las fuerzas especiales norteamericanas junto a una cifra similar de uniformados galos y británicos. A la caza de yihadistas europeos se suma la de las coordenadas de bases y refugios de los líderes yihadistas. Unas informaciones que “se pagan generosamente”, aseguran los milicianos.

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Combatiendo en el noroeste sirio desde el inicio del conflicto, la unidad de Abu Samra ha pasado de formar parte del menguante Ejército Libre Sirio a sumarse a Ahrar el Sham, una de las facciones islamistas más importantes que cuenta con entre 10.000 y 20.000 hombres. Unas cifras que bailan puesto que todos los grupos rebeldes exageran el número de sus efectivos para obtener más fondos. Al igual que ellos, en el último año otras facciones han pasado de recibir sueldos y pensiones de la mano de mediadores del Golfo apostados en Turquía, a tener que buscar fuentes alternativas de ingresos. Entre las más lucrativas despunta el contrabando, los secuestros exprés, pero también la de informante para los mujabarat ajnabíe (servicios secretos extranjeros, en árabe). Un síntoma más de la crisis económica que se cierne sobre las arcas del Golfo, con el precio del barril de crudo por los suelos, y el consiguiente recorte en la financiación de las facciones islamistas en la guerra Siria.

“Recurren a nacionales de origen árabe o africano porque dominan perfectamente el idioma y pasan más desapercibidos”, explica Abu Samra describiendo el perfil de aquellos supuestos agentes europeos que tratan de captar al norte de Siria nuevos informadores o infiltrar las diferentes facciones más radicales. Dos semanas atrás, el periodista Anthony Loyd relató en el diario londinense The Times su asombro al descubrir que su secuestrador en Siria, quien le disparó dos balas en el tobillo tras acusarle de espía, es hoy un informante de la CIA.

Lejos de ser exclusividad foránea, las infiltraciones son un arma endógeno en el conflicto sirio. El asesinato de cuatro altos cargos del régimen en 2012, entre ellos el jefe de los servicios secretos y cuñado de El Asad, junto con la decapitación de la cúpula de Ahrar el Sham en un atentado con bomba en 2014, han sido las dos operaciones de infiltrados más determinantes de la guerra. La reducción de la financiación llegada del Golfo está obligando ahora a facciones de un mismo bando rebelde a bien fusionarse, bien competir por los recursos disponibles. Conscientes de la cantidad de países que intentan infiltrar las filas del ISIS y a modo disuasorio, sus secuaces multiplican en los últimos meses las ejecuciones públicas de supuestos espías en las rotondas de Raqa.

Agentes europeos en Damasco

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Se estiman entre 160 y 200 los yihadistas de nacionalidad española que se han sumado al ISIS en Siria e Irak, junto al puñado de jóvenes españolas que viajaron a tierras del califato a través de la frontera turca. Hoy, esa frontera y antiguo colador para los yihadistas europeos, está sellada, dicen los expertos. Sin embargo, es el +90, el prefijo internacional de Turquía, el que los periodistas seguimos marcando a la hora obtener las declaraciones oficiales de un buen número de líderes islamistas que supuestamente están dando órdenes en el campo de batalla sirio.

Oficialmente, los países miembros de la Unión Europea niegan mantener relación alguna con el régimen sirio. Sin embargo, conforme Damasco recupera territorio, aumenta el número de delegaciones extraoficiales de políticos y europarlamentarios, mayoritariamente franceses, pero más recientemente españolas también. A pesar de la clamada ausencia de relaciones diplomáticas, Damasco mantiene su colaboración en materia de seguridad. Agentes de los servicios secretos de varios países europeos, entre los que se encuentra España, se hayan desplegados en Damasco con el aval y pleno conocimiento del Gobierno de El Asad.

El Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) ha anunciado una ampliación de personal, que en el caso de España pretende maximizar las décadas de experiencia en la lucha contra ETA, para reciclar a parte del personal en la guerra contra el terrorismo yihadista. Una expansión que conlleva un “mayor despliegue en el extranjero”, según palabras de su director Félix Sanz Roldán. La inculpación de yihadistas radicalizados en Siria e Irak en los atentados perpetrados por el ISIS en Europa ha hecho saltar la alarma. Francia mantiene vigilancia sobre 15.000 individuos radicalizados, de los cuales 689 viajaron al autoproclamado califato. Al menos 195 habrían muerto y 230 han regresado al país galo. Este último dato es el que más preocupa al primer ministro francés, Manuel Valls, que advierte de “la bomba de relojería” que suponen.

“Los muyahidines árabes pueden fundirse con las poblaciones de la región e incluso viajar, mientras que los extranjeros rubios de ojos azules y marcado acento, no.

Francia se sitúa a la cabeza en el número de yihadistas de origen europeo, con 1.700 combatiendo en las filas del ISIS según datos del centro Soufan Group. Le sigue Gran Bretaña con 850, de los cuales 200 han muerto y 350 han retornado al país. De los 520 combatientes belgas, al menos un tercio habrían regresado también. Mientras que de los españoles, 29 habrían muerto y 20 retornado a la península. Estos representan una amenaza que se suma a la que ya suponen las células durmientes presentes en Europa. En 2015 se juzgaron a 513 individuos  en la UE por actividades relacionadas con el terrorismo, siendo España el país miembro que más condenas ha procesado, donde se han arrestado a 124 personas por su relación con el ISIS.

Y sin embargo, regresar a Europa tampoco parece ser una opción realista para aquellos yihadistas europeos fichados por los servicios de inteligencia de sus países de origen. “Es inevitable que el ISIS entre en la clandestinidad ante la pérdida de territorio. El problema es que los muyahidines árabes pueden fundirse con las poblaciones de la región e incluso viajar, mientras que los extranjeros rubios de ojos azules y marcado acento no", valora Romain Caillet, experto francés en yihadismo.

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