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Por qué los gobiernos pierden referéndums

La historia muestra que este tipo de consultas a menudo no se gana

Los gobiernos convocan un referéndum para ganarlo. Ningún político va a una elección voluntaria con ánimo de que su opción pierda. Pero los datos demuestran que existe un riesgo notable de perder. De los 36 referéndums convocados, según la base de datos del Centre for Research on Direct, por gobiernos o Parlamentos de la OCDE desde 1993 hasta 2014 en la mitad perdió el sí. No todos son lanzados por el gobierno: algunos países permiten que otros partidos los usen como arma política para desautorizar al gobierno, como en los casos de Islandia y Eslovenia.

Estos resultados están en línea con el análisis de todos los referéndums en Europa entre 1945 y 2013 del investigador de la Universidad de Deusto, Braulio Gómez Fortes: los gobiernos solo han ganado un poco más de la mitad (53,5%) de los referéndums que han convocado.

El comportamiento igualado de esta clase de referéndums es distinto al de los otros dos tipos de consultas: las iniciativas populares y las obligatorias por ley. Las iniciativas impulsadas por miles de ciudadanos suelen perderse cuando llegan a las urnas. El ejemplo aplastante en el uso de este tipo de casos es Suiza. Con los referéndums obligados por ley pasa lo contrario: suelen aceptarse.

Los gobiernos deben saber que cuando convoquen un referéndum no lo tienen ganado. Hay algunas condiciones y porqués que explican cuándo un gobierno tiene más opciones de ganar. El referéndum italiano que ha provocado la caída del primer ministro, Matteo Renzi, fue un ejemplo casi ideal de cómo perder una consulta.

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1. La democracia directa también es representativa. Los defensores de los referéndums apuestan por la democracia directa como un paso para un mejor democracia. No es tan evidente. La fuerza de los partidos -el gran instrumento de la democracia representativa- son un buen método para calcular cómo irá un referéndum: “Los partidos son los principales atajos que usa el votante en un referéndum: tú dime qué posición tiene cada partido y te diré el resultado”, dice Gómez Fortes.

Los partidos no solo mueven votos en el referéndum por su posición, sino por su unanimidad. La solidez del laborismo en el referéndum escocés ayudó a que Escocia siguiera en Reino Unido. La falta de convicción en cambio del Partido Laborista en el referéndum del Brexit movilizó menos a votantes del Remain. En el referéndum de Colombia, el partido del presidente Juan Manuel Santos no fue una piña. Pudo notarse en las urnas. En Italia, pedían el no varios partidos de la oposición e incluso miembros del Partido Democrático de Renzi, que estaba dividido.

2. El votante responde lo que le da la gana. Las elecciones son escasas, cada varios años. Un referéndum es una ocasión más de hacerse escuchar. La pregunta de un referéndum es sobre un asunto, pero los motivos del ciudadano para ir a votar pueden ser muchos. Puede ser que vote en contra solo porque no le gusta el gobierno: “En la urna de un referéndum te encuentras con motivaciones muy alejadas de lo que se está votando”, dice Gómez Fortes.

Los partidarios del no hacen campaña con todo lo que tengan a mano. Si un gobierno que propone un referéndum sobre una cuestión social es impopular por un asunto fiscal, van a hablar del asunto fiscal. “El votante puede expresarse sobre otros temas antes del que le piden y poder mostrar así su descontento con el gobierno”, dice Joan Font, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados. En Italia, a pesar de ser un referéndum por obligación constitucional, Renzi había anunciado que dimitiría si salía el no, con lo que los votantes descontentos podrían haberlo usado para echarle.

3. Un gobierno nuevo es mejor. El mejor momento de un gobierno para convocar un referéndum es su inicio: “Los políticos tienden a perder cuando han estado en el gobierno durante mucho tiempo”, dice Matt Qvortrup, de la Universidad de Coventry (Reino Unido). Un gobierno tiene menos flancos débiles al inicio de su mandato.

4. Una recesión económica es peor. Cuando los votantes están enfadados con su gobierno es un mal momento para hacer preguntas. El motivo es obvio: es un modo de demostrar su enfado a pesar de que la pregunta sea sobre cualquier otro ámbito.

5. Un adversario creíble es clave. Además de la posición de los partidos, un aglutinador creíble del voto negativo suele importar. El Brexit tuvo a Boris Johnson, Colombia tuvo a Álvaro Uribe y el referéndum francés contra la Constitución europea de 2005 tuvo a Laurent Fabius. “Si alguien de este nivel defiende que el ‘no’ es una opción, es más fácil que los votantes lo vean como una opción viable”, dice Qvontrup.

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6. Los referéndums son a veces para salvarse. Los políticos a veces toman el riesgo porque puede ser peor no votar que votar. Un gobernante sabe que si toma una decisión divisiva sus rivales la usarán contra él. Una forma de impedirlo es trasladar la decisión a los ciudadanos. Aunque el referéndum siga siendo opcional, calcula que puede obtener más beneficios de arriesgarse y vencer. Pudo ser el caso de David Cameron con el Brexit: “Los políticos tienden a hacer referéndums en dos ocasiones -dice Qvortrup: cuando creen que tienen una propuesta que va a hacerles mejorar su popularidad y cuando se sienten amenazados o tienen miedo”.

En todos los casos, la garantía de éxito es nula.

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