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La energía acerca a Rusia y Turquía pese a sus desavenencias sobre Siria

Los presidentes Putin y Erdogan se reúnen en Estambul para afianzar la normalización de relaciones

Andrés Mourenza
Los presidentes ruso y turco, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan.
Los presidentes ruso y turco, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan.OZAN KOSE (AFP)

El 23º Congreso Mundial de la Energía, que se celebra esta semana en Estambul, supone una nueva oportunidad para reforzar las relaciones bilaterales entre Rusia y Turquía, tras meses de enfriamiento por sus desavenencias sobre la guerra en Siria. Los presidentes de ambos países, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, participarán este lunes en el encuentro de los principales actores energéticos globales y, posteriormente, mantendrán una reunión privada para evaluar la situación en Siria.

“La energía suele ser un factor que tiende puentes entre países”, sostiene el director ejecutivo del Consejo Mundial de la Energía (WEC), Karl Franz Rose, en entrevista con EL PAÍS: “Turquía es un país de tránsito para las rutas energéticas, mientras que Rusia es productor. A largo término son dos países que pueden avanzar hacia la integración de sus estructuras energéticas e incluso, cuando países como Siria e Irak recuperen la paz, turcos y rusos podrían cooperar en la reconstrucción de sus infraestructuras energéticas”.

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Lejos quedan los tiempos en que Turquía era para Bruselas un socio clave en la estrategia de reducción de la dependencia europea del gas ruso, para lo que se diseñaron planes, trazados y tuberías bautizadas con nombres de óperas de Verdi. El gasoducto Nabucco, un proyecto destinado a conectar Turquía con Europa Central que poco a poco ha ido cayendo en el olvido, “solo hubiese tenido razón de ser para transportar gas iraní”, cree Rose. Pero las sanciones a Teherán por su programa atómico y el hecho de que la Unión Europea no quisiera entrar en conflicto con EEUU, dieron al traste con esta opción. “Este tipo de grandes infraestructuras, además, solo son rentables cuando hay poca oferta (de gas) en los mercados, y actualmente hay un exceso de oferta debido a las nuevas reservas energéticas de gas de esquisto halladas en Estados Unidos y otros lugares”, añade el director del WEC. Finalmente, Turquía se ha convertido en pieza clave del transporte de la energía hacia la Unión Europea, pero mediante proyectos diseñados por Moscú y Azerbaiyán.

Además de los proyectos energéticos comunes, como el gasoducto Turkish Stream —que atravesará el Mar Negro— o la central nuclear rusa en Akkuyu (Turquía), la cierta sintonía entre los líderes de ambos países ha contribuido al acercamiento. Erdogan ha subrayado en varias ocasiones durante los últimos meses que Putin fue uno de los primeros dirigentes mundiales en ofrecerle apoyo durante el fallido golpe de estado del pasado 15 de julio y ambos se han reunido en varias ocasiones desde que se inició el deshielo a inicios del verano. “Se espera que esta visita (de Putin), continuación de los encuentros de los dos líderes en San Petersburgo, el 9 de agosto, y en Hangzhou, China, el 3 de septiembre, contribuirá a mejorar aún más nuestra cooperación y acelerar el proceso de normalización entre Turquía y Rusia”, según un comunicado de la Presidencia turca.

El derribo de un caza ruso por parte de Turquía el pasado noviembre, sumado a las diferencias en torno al conflicto sirio —en el que cada uno apoya bandos enfrentados— llevó a los dos países aliados a un paso de la confrontación. Las disculpas ofrecidas por Erdogan, en cambio, han renovado las relaciones y el pasado agosto se aprobó un plan de normalización. El relanzamiento de las relaciones en temas comerciales y económicos será paulatino y se adaptará a las prioridades rusas, según indicó entonces Putin. Después de que este año, los intercambios comerciales entre ambos países se redujesen un 43%, Rusia prevé un periodo de más de tres años para volver a los niveles de dinamismo anteriores a la crisis.

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Erdogan, en cambio, espera una recuperación más rápida y, sobre todo, trata de venderlo como un éxito de cara a su opinión pública en un momento en que las relaciones con sus tradicionales aliados —la UE y EEUU— no pasan por su mejor momento, debido a las críticas de estos por el creciente autoritarismo del mandatario turco y a las acusaciones de Ankara que sus socios occidentales cooperan con su archienemigo Fetulá Gülen para desestabilizar Turquía.

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