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La UE prima las expulsiones para frenar la crisis migratoria

Bruselas acelera la negociación con cinco países africanos para que controlen los flujos

Lucía Abellán
Unos cien inmigrantes entran en Melilla tras saltar la valla.
Unos cien inmigrantes entran en Melilla tras saltar la valla. Antonio Ruiz (EL PAÍS)

Retornar a sus países de origen a los migrantes sin derecho al asilo se ha convertido en la prioridad de los Gobiernos europeos. Los ministros del Interior de la UE han discutido este jueves cómo acelerar las expulsiones y el ministro alemán, Thomas de Maizière, llegó a plantear —no ante sus colegas— la creación de un centro en el norte de África para alojar a los demandantes de asilo mientras se procesan sus solicitudes en Europa. La idea tiene difícil encaje legal.

La diplomacia europea invierte ahora buena parte de sus esfuerzos en negociar acuerdos con países de origen y tránsito de migrantes, con dos objetivos claros. El primero: evitar que vengan los migrantes, para lo que se ofrecen incentivos económicos como señuelo. El segundo: retornar a aquellos que ya hayan recalado en la Unión Europea y que no tengan derecho a asilo (porque no sean víctimas directas de guerra o persecución). Los ministros del Interior mantuvieron una larga —y cruda— discusión sobre esa estrategia y acordaron, a propuesta de Grecia, buscar ejemplos exitosos en territorio comunitario para imitarlos, según explican fuentes diplomáticas.

La UE tiene ya muy avanzados los trabajos con cinco países africanos (Nigeria, Níger, Malí, Etiopía y Senegal) para frenar las salidas. “Soy más optimista ahora sobre esta estrategia. La mayoría de países están dispuestos a cooperar”, insistió el comisario europeo de Migración, Dimitris Avramopoulos.

40% de retornos

Los retornos de quienes no logran el estatus de refugiado resultan complejos. Tan solo el 40% de los migrantes con una orden de expulsión en la mano salen del territorio comunitario. Para lograrlo es necesario que el país de donde partió el extranjero lo acepte de vuelta. Por eso Bruselas potencia acuerdos como el suscrito a principios de mes con Afganistán, que compromete a las autoridades de este país a readmitir a todos los retornados sin derecho a asilo. Y por eso los ministros aprobaron ayer mismo la utilización de un documento europeo homogéneo que abra camino de vuelta a estos expulsados.

Prolongar los controles en el área Schengen

Europa tardará en recuperar la normalidad en su zona de libre circulación. Los países que aplican controles en las fronteras interiores del área Schengen (Alemania, Austria, Dinamarca, Suecia y Noruega) a raíz de la crisis de refugiados quieren seguir haciéndolo cuando expire el plazo previsto, el próximo 12 de noviembre, según avanzaron este jueves algunos ministros.

Sin aclarar si dará su aval o no a una extensión de esa medida excepcional, el comisario Avramopoulos se mostró “decidido a restaurar Schengen”. Pero será difícil frenar a los países si deciden mantener los chequeos.

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Más allá de las expulsiones, algunos ministros volvieron a mencionar el ejemplo de España —con el plan África elaborado en 2006 para paliar la crisis de pateras y cayucos que llegaban diariamente a Canarias— como modelo. Las inversiones y los acuerdos de control de fronteras que el Gobierno español firmó entonces con países como Mauritania y Senegal contuvieron las llegadas.

Pero la presión política es hoy mayor y la dureza de algunas propuestas de los países miembros revela urgencias electorales. El ministro alemán planteó a los periodistas —aunque luego no fue tratado en la reunión— la necesidad de fijar un centro para mantener alejados de Europa a quienes deseen pedir asilo. “La gente rescatada en el Mediterráneo debería ser devuelta a un sitio seguro en el norte de África. Allí se verificaría si necesitan protección y adoptaríamos un sistema de acogida con cuotas generosas, distribuidas de manera justa entre los países europeos”, esbozó. Pese a todo, la propia Alemania es consciente de que no hay marco legal para hacerlo. Y tampoco es el momento de poner sobre la mesa más propuestas de reparto equitativo entre países, con el bloque del Este muy reacio a asumir la parte que le toca en la acogida de refugiados.

El debate sobre las políticas de asilo lo reflejó claramente. “La solidaridad no se puede imponer”, subrayó el ministro polaco, Mariusz Blaszczak, una idea secundada por otros.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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