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Brochero, el primer santo argentino, un cura tan político como Bergoglio

Además de un "pastor con olor a oveja", el sacerdote fue un hábil estratega político

Federico Rivas Molina
Una peregrina reza ante la imagen del cura Brochero en la iglesia Nuestra Señora del Tránsito, en Villa Cura Brochero, Argentina.
Una peregrina reza ante la imagen del cura Brochero en la iglesia Nuestra Señora del Tránsito, en Villa Cura Brochero, Argentina.AFP

Vestido rojo y pelo rubio artificial, la mujer apoya su mano sobre el vidrio y llora. En la vitrina, dentro de una urna de madera con una ventana en cruz, se ven una calavera y varios huesos amontonados. Son de José Gabriel Brochero, el "cura gaucho" que el papa Francisco rescató de las sierras de Córdoba, en el centro geográfico de Argentina, para convertirlo en santo. La mujer tiene 60 años y vive en Villa Cura Brochero. Miles de serranos como ella conocen desde la cuna a este hombre que inventó un pueblo donde en 1869 encontró 14 ranchos de adobe y evangelizó a 10.000 hombres y mujeres que sobrevivían desperdigados en la zona y olvidados por el poder. El cura Brochero cruzó la sierra para transmitir la palabra de la Iglesia. Pero no solo hizo eso. También construyó escuelas y parroquias, abrió 200 kilómetros de caminos a lomo de mula y pala y desvió el agua para cultivar la tierra. Usó para todo ello los vínculos que había cosechado durante su paso por la Universidad de Córdoba, donde fue compañero de jóvenes de la alta sociedad destinados a mandar, como Miguel Juárez Celman, presidente entre 1886 y 1890, y Ramón Carcano, gobernador de la provincia. Desde este domingo, convertido ya en santo, este "pastor con olor a oveja" que usó la política para alcanzar el bien común será también patrono tácito de aquel modelo de sacerdote que el Papa quiere para la Iglesia.

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"Bergoglio le copió mucho a Brochero", dice la hermana Silvia Somaré, miembro de las Esclavas del Corazón de Jesús y una de las principales estudiosas de la vida de Brochero. "Antes de ser Francisco, Bergoglio quería mucho a Brochero como modelo de sacerdote que no solo se preocupa por el alma sino también de las necesidades y usa el poder como servicio", explica. La ceremonia de santificación ocultó en parte esta cara del Brochero político. "Como si fuese un puntero político, una vez llamó a votar contra el gobernador Carcano, que era su amigo, porque demoraba el ferrocarril a la zona", cuenta Somaré.

Brochero consiguió finalmente que en 1904 el Estado aprobase por ley el tendido de vías, aunque eso nunca se concretó. Las amistades de Brochero con los hombres más poderosos del país fueron clave en el desarrollo de sus proyectos. "Si te remontas a los orígenes de la palabra, política tiene que ver con una praxis orientada al bien común. Brochero tiene formación, es un docto, tiene contactos y vehiculiza todas esas posibilidades en pos del bien común. Pero lo hace por amor a Jesús, sin intenciones políticas ni personales", dice Pablo Gómez, guionista de la recién estrenada Cura Brochero, la película.

De caracter fuerte, mal hablado pero a la vez muy afable, sus métodos de presión fueron efectivos. "Políticamente no tuvo barreras. Por eso fue un gestor increíble", explica Juan Valenciaga, presidente del Concejo Deliberante de villa Cura Brochero y tercera generación en el pueblo. "Cansado de que no escucharan su reclamo por mejores caminos, Brochero envió una vez un cajón de duraznos a la mujer del presidente Juárez Celman, convencido de que los hombres escuchan sí o sí a sus mujeres", cuenta. El caso fue que desde Buenos Aires agradecieron el obsequio pero le aclararon que después de 20 días de viaje los duraznos habían llegado podridos. "Brochero le contestó a su amigo presidente que si abría caminos en la sierra la próxima vez los duraznos llegarían frescos", agrega Valenciaga.

La hermana Silvia Samoré, estudiosa del cura Brochero.
La hermana Silvia Samoré, estudiosa del cura Brochero.F. R. M.

La amistad de Brochero con Juárez Celman fue profunda, como lo atestiguan decenas de cartas entre ellos. "A los 44 años", cuenta la hermana Somaré, "Brochero tiene una crisis por unos proyectos que no habían salido. Le manda una carta a Juárez Celman donde le dice que quiere cerrar el colegio y volver a su pueblo para morir con los suyos. Y le pone: 'Que se jodan nuestros sudores. Por la amistad que nos une nos digas nada de esto". No se sabe cuál fue la respuesta, pero Brochero estuvo lejos de abandonar.

Clave en el éxito de sus ideas fue que los pobladores lo vieron enseguida como a un par, alguien que cargaba ladrillos para consturir una escuela o cortaba madera como cualquiera de ellos. En la memoria de la gente quedó la imagen del cura montado en la mula donde atravesaba la sierra para dar una extrema unción o contactar a algún ladrón que pretendía recuperar a la causa del cristianismo. "El caso más recordado es el de Santos Guayana, un gran salteador de caminos de la época que el cura describe como una persona muy buena y un gran amigo. Una de sus grandes frustraciones fue que lo mataron antes de que él pudiese evitarlo", dice Somaré.

Los paralelismos entre aquel Brochero y el Bergoglio que luego se convirtió en Papa parecen evidentes para Somaré. "Ahora nos enteramos que Bergoglio iba a la cárcel, que iba a los actos de otras religiones, que le celebraba el cumpleaños a la mendiga de la catedral. Eso es Brochero. El cura hoy estaría, como Bergogio, opinando de política, pero no por la política misma sino por la dignidad de la persona", explica.

Vigila en Villa Cura Brochero, Córdoba, Argentina.
Vigila en Villa Cura Brochero, Córdoba, Argentina.AFP

El sostén de todo ese trabajo no fueron hombres sino mujeres, otra de las características de la estrategia de Brochero. En 1880, 16 monjas de las Esclavas de Jesús cruzaron a lomo de mula las sierras grandes que separaban la ciudad de Córdoba con la comunidad del Tránsito, hoy villa Cura Brochero. El sacerdote pidió a la madre Catalina de María Rodríguez, fundadora de la congregación sólo 7 años antes, ayuda para construir una casa de ejercicios espirituales a la que luego sumó una escuela. "De niñas", aclara Somaré. "Brochero trabajó con la mujer y por la mujer, por eso abre un colegio de chicas para educar a las mujeres de la zona", explica. La escuela funciona todavía, junto a otra de varones.

Hoy Villa Cura Brochero es un pueblo turísitco de 8.000 habitantes y 20.000 camas de hotel ubicado al pie de las mismas sierras que el cura cruzó a lomo de mula hace 147 años. El camino asfaltado desde la ciudad de Córdoba, que atraviesa las cumbres más altas de la provincia, se construyó sobre la senda que abrió Brochero. En la villa todo recuerda al sacerdote. La plaza lo tiene esculpido en piedra y la iglesia aloja sus restos. A media calle de la plaza está la casa donde murió ciego, víctima de la lepra que contrajo "por tomar mate" con un enfermo. Y el rostro del cura se multiplica en imanes, fotos, llaveros y cuanto sirva para tentar al turista. Los peregrinos han dado aire de temporada alta al mes de octubre, una nueva postal que la villa serrana tendrá que asumir como inevitable, ahora que su "cura gaucho" es san José Gabriel.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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