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La UE crea una unidad para contrarrestar la propaganda rusa

Bruselas elabora las llamadas "revistas de desinformación" para desmentir al Kremlin

Lucía Abellán

“Cuidado con lo que consumes”, advierte un vídeo que, en poco más de dos minutos, presenta la propaganda rusa como una elaborada receta de cocina nociva para la salud. La grabación, filmada en tonos sepia, con fondo musical y disponible en inglés y en ruso, no es obra de un bloguero antirruso ni un think tank prooccidental. Su autora es la propia Unión Europea, que ha decidido contrarrestar la estrategia rusa de desinformación con un discurso alternativo. Una pequeña unidad dependiente del servicio diplomático europeo trata de desmontar los mitos que propaga el Kremlin sobre la UE. “Es David contra Goliat. Pero no soy excesivamente pesimista”, relata una fuente comunitaria conocedora de esta unidad, denominada Estrategia de Comunicación de la UE para el Este.

Los frutos de ese proyecto pueden encontrarse desde principios de año en la web euvsdisinfo.eu. Las fuentes consultadas, que exigen anonimato, defienden que el objetivo se limita a lo que sugiere el nombre de la web: la UE frente a la desinformación. Pero también reconocen que la iniciativa debe ir más allá de corregir los errores identificados; hay que ofrecer también mensajes positivos sobre Europa.

En apenas 10 meses de vida, esta unidad ha enviado semanalmente información directa a más de 18.000 personas de habla rusa, tanto en la propia Rusia como en el vecindario del Este. Para ganar atractivo entre los lectores (periodistas, investigadores y otros), los expertos comunitarios elaboran dos productos estrella a la semana: los martes lanzan la llamada revista de desinformación y los viernes, el resumen de desinformación. Ahí incluyen, por ejemplo, la “broma del viernes”, que este pasado 14 de octubre aludía a una supuesta encuesta que situaba al presidente ruso, Vladímir Putin, como un candidato más popular entre los estadounidenses que Hillary Clinton o Donald Trump. “¿Debería preocuparnos ver que en los comentarios [a la noticia] se dice que el número de retuits (911) supone ‘una señal”?, se pregunta irónicamente el autor de la revista, que queda, como en todos los productos de esta unidad, en el anonimato.

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Para evitar notoriedad, la unidad opera de manera informal, sin presupuesto ni personal propios. Su funcionamiento depende de los servicios audiovisuales del Consejo Europeo y de otras estructuras del servicio diplomático. En total son poco más de una decena de personas con exclusividad, apoyadas por diplomáticos en los países miembros y por una red de 450 informantes (periodistas, expertos y académicos voluntarios) desplegados en zonas de influencia rusa que les alertan de las mentiras diseminadas por el Kremlin. A medio plazo confían en expandirse.

El equipo, que opera en redes con el mismo nombre euvsdisinfo, expone sus hallazgos a través de esos canales. Ya cuentan con más de 13.000 seguidores entre Twitter y Facebook. Sus responsables intentan evaluar cada mes el impacto de esos mensajes. Como ejemplo del interés que suscita la UE entre los rusoparlantes —no necesariamente para bien—, las fuentes consultadas citan uno: la versión en ruso de la declaración que hizo la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, contra la anexión de la península ucrania de Crimea, en marzo de 2014, ha sido el comunicado más visto nunca en la web del servicio diplomático europeo. Desde que la página se edita también en ruso, este es el segundo idioma de mayor acceso, después del inglés.

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Pese a esos logros, el alcance de esta contrapropaganda es muy limitado. Al otro lado actúan los grandes medios rusos, que gastan al menos 1.000 millones de euros en estas actividades y difunden su mensaje en todo el vecindario del Este (en países como Ucrania, Georgia y Moldavia), incluso en la propia UE (los Bálticos, los del Este y cada vez más en el corazón del bloque comunitario).

Neutralizar esa influencia es ahora el mayor reto. Los conocedores de la estrategia rusa aseguran haber detectado una gran presión propagandística en varios episodios europeos. El primero, la destrucción, hace más de dos años, del avión de Malaysia Airlines que partió de Ámsterdam y cayó abatido a su paso por el Este de Ucrania. La investigación oficial concluyó que el misil fue transportado desde Rusia, pero Moscú lo niega. Casi más alarmó el impacto que tuvo en Alemania la acusación de una niña ruso-germana de 13 años, que denunció haber sido violada por varios migrantes. El caso, diseminado por medios rusos, se demostró falso, pero logró desconcertar en un momento de especial sensibilidad por la crisis de refugiados.

Más que correr detrás de los bulos, la unidad de contrapropaganda aspira a anticiparlos. “¿Cuál puede ser la próxima? Ya hemos visto que se han filmado papeletas electorales de Estados Unidos. Es posible que para acusar a Hillary Clinton de intentar robar las elecciones”, sugieren las fuentes consultadas.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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