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Trump invita al último debate presidencial al hermanastro de Obama

El candidato republicano convierte la tribuna de invitados a los debates en una guerra sucia

Silvia Ayuso

Donald Trump sigue dispuesto a dar batalla, por muy sucia que sea, hasta el final. El candidato republicano ha invitado al hermanastro del presidente Barack Obama, Malik Obama, al tercer y último debate presidencial, que se celebra este jueves en Las Vegas. A su lado se sentará, también por invitación de Trump, la madre de uno de los agentes estadounidenses que murieron en el ataque al consulado norteamericano de Bengasi, Libia, en 2012, un incidente del que los republicanos llevan desde entonces intentando responsabilizar a la entonces secretaria de Estado y hoy candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton.

El escenario del tercer debate presidencial en Las Vegas, visto desde el público
El escenario del tercer debate presidencial en Las Vegas, visto desde el público John Locher (AP)

“Me emociona estar en el debate. Trump puede volver a hacer que América sea grande de nuevo”, dijo Malik Obama a The New York Post, que adelantó la noticia. “Tengo muchas ganas de conocer a Malik, comprende las cosas mucho mejor que su hermano”, declaró por su parte Trump.

La decisión de Trump de invitar a Malik Obama al último debate presidencial tiene varias lecturas, ninguna de ellas inocente. Malik Obama es uno de los medio hermanos por parte de padre del presidente. Nació en Kenia tres años antes de que la madre de Barack Obama, Ann Dunham, diera a luz a su hijo en un hospital de Honolulú, Hawái, el 4 de agosto de 1961. Hace apenas un mes que Trump admitió por fin que Obama nació en Estados Unidos, después de alentar durante años las teorías conspirativas —y de trasfondo racista— de que el primer presidente negro del país probablemente había nacido en el extranjero, lo que lo descalificaría para ocupar el Despacho Oval. Obama no ha ocultado nunca que mantiene una tensa relación con su hermanastro, que vive entre Washington y Kenia. Los millones de estadounidenses que verán el debate a través de la televisión podrán ver cómo Malik Obama aplaude con entusiasmo a Trump, un día después de que Barack Obama llamara “quejica” al candidato republicano por insistir en que el sistema electoral está “trucado”.

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Pat Smith, la madre del agente muerto en Bengasi también ha criticado duramente a Clinton, a quien acusa de haber “asesinado” a su hijo, y fue una de las oradoras invitadas en la convención republicana que en julio nominó oficialmente a Trump como candidato conservador a la Casa Blanca.

Clinton también tiene una lista de invitados que previsiblemente irritarán a su rival. Según ha adelantado su campaña, la demócrata ha vuelto a invitar —como ya hizo en el primer debate— al millonario Mark Cuban, dueño de los Dallas Mavericks y crítico de Trump, y a Meg Whitman, la exejecutiva de Hewlett-Packard y antigua aspirante republicana a gobernadora de California, que ha dado su respaldo a la demócrata. Ante un debate en el que uno de los temas anunciados será la inmigración, Clinton también sentará entre sus invitados a destacadas activistas migratorias: Astrid Silva, una de las dreamers o jóvenes indocumentados que se han podido beneficiar de las medidas ejecutivas migratorias dictadas por Obama, y Karla Ortiz, una niña de 11 años hija de inmigrantes indocumentados. Ambas hablaron durante la convención demócrata en Filadelfia. A ellas se unirá, según Las Vegas Sun, Ofelia Díaz, una de las trabajadoras del Trump International Hotel en Las Vegas que lucha por poder sindicar a los empleados del hotel insignia del magnate reconvertido en candidato republicano en la sede del debate.

Aunque los dos candidatos juegan fuerte con sus invitados, las maniobras de Trump han sido las más cuestionadas. En el penúltimo cara a cara, el celebrado en San Luis, Misuri, el 9 de octubre, el magnate republicano compareció por sorpresa hora y media antes del duelo con Clinton a tres mujeres que han acusado a su marido, el expresidente Bill Clinton, de haber abusado sexualmente de ellas, así como a una cuarta que afirma que la hoy candidata demócrata destrozó su vida al defender como abogada —de oficio— al hombre que la violó cuando tenía 12 años. Luego sentó a las cuatro mujeres entre el público del debate, a escasos metros de donde Bill Clinton y su hija Chelsea se sentaban, en el espacio reservado a la familia de los candidatos.

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La campaña de Trump incluso intentó que las cuatro mujeres se sentaran con la familia del candidato republicano, lo que habría llevado a que se cruzaran a su entrada, y ante las cámaras que rodaban ya en directo, con el expresidente demócrata. La organización del debate lo impidió, pero la incomodidad de Bill Clinton durante los 90 minutos del evento fue patente.

Según The New York Times, tras ese incidente, la campaña demócrata ha solicitado para este último debate que se cambie el protocolo de entrada de los familiares de los candidatos, que de este modo ya no se saludarán al comienzo del debate. Aunque el objetivo es evitar nuevos trucos de Trump, que no ha descartado presentar más invitados sorpresa a la cita con Clinton, el resultado final es que se acabará con uno de los pocos gestos conciliatorios entre los dos rivales que quedaban en una de las campañas más duras y sucias de las últimas décadas.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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