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El Acuerdo de París contra el cambio climático entra en vigor en un tiempo récord

La ONU recuerda que los esfuerzos de los países firmantes del pacto no son suficientes para evitar las catástrofes causadas por el calentamiento global

Manuel Planelles

El Acuerdo de París contra el cambio climático está en vigor desde este 4 de noviembre. Lo hace gracias a la ratificación de cerca de un centenar de los 195 países que en diciembre de 2015 cerraron este pacto mundial. Tras esta rápida entrada en vigor tendrán que desarrollarse los reglamentos, que marcarán el éxito o el fracaso del pacto. El acuerdo se activa con la certeza de que los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que se empezarán a aplicar a partir de 2020 no son suficientes para mantener el calentamiento global dentro de unos límites manejables, como ha recordado este jueves la ONU. Haría falta aumentar esos recortes en un 25%.

Efectos del deshielo en la Antártida.
Efectos del deshielo en la Antártida.Mario Tama (Getty Images)

La rapidez de la entrada en vigor del acuerdo ha sorprendido a muchos de los expertos que estuvieron dos décadas intentando cerrar un pacto global contra el cambio climático como el que finalmente se adoptó en París a finales de 2015. El anterior Protocolo de Kioto -que solo exigía reducciones de sus emisiones a algunos países desarrollados- tardó siete años y 10 meses en entrar en vigor. El Acuerdo de París -que implica a todos los firmantes en la reducción de emisiones- ha entrado en vigor en menos de 11 meses. 

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"La ciencia ha sabido transmitir la urgencia de actuar frente a la tendencia del calentamiento", opina Manuel Pulgar-Vidal, exministro de Medio Ambiente de Perú y ahora responsable de cambio climático en la organización no gubernamental WWF. Mes a mes, los organismos internacionales alertan del aumento de las temperaturas mundiales y del incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente de CO2.

Uno de los pasos decisivos para que el acuerdo haya entrado en vigor tan rápido ha sido el impulso dado por EE UU, que decidió ratificar -junto a China- el acuerdo en septiembre de este año. Estos dos países, los dos principales emisores del mundo, se habían quedado fuera del Protocolo de Kioto. Estados Unidos porque, finalmente, decidió no adherirse. China porque no estaba incluida en el listado de países obligados a recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Barack Obama ha querido dejar la Casa Blanca con el Acuerdo de París ratificado y en vigor. Pero el mundo contiene el aliento ante la posibilidad de que Donald Trump, el candidato republicano que se ha mostrado escéptico ante el cambio climático, gane las elecciones presidenciales de la próxima semana. "Si gana Hillary Clinton se puede ser optimista", apunta Teresa Ribera, directora del instituto francés para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales. "Será una consolidación del legado de Obama", añade. ¿Y si gana Trump? "Sea quien sea el ganador, EE UU no se puede bajar de este avión en vuelo", afirma Pulgar-Vidal, que en 2014 presidió la cumbre del clima de Lima.

Reglamentos

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Al margen de estas incertidumbres políticas en EE UU, el pacto de París está aún por desarrollarse. "El acuerdo solo establece los parámetros generales", explica Giannina Santiago, asesora del Grupo de Trabajo Especial sobre el Acuerdo de París de la ONU. "El acuerdo es una ley general y ahora falta el reglamento que la desarrolle", añade.

Y el desarrollo de ese reglamento marcará si finalmente el acuerdo es un éxito o un fracaso. "Ahora falta determinar cómo se presenta la información sobre los recortes de emisiones, las características, el año que se toma como base, los sectores que se incluyen. Eso está todavía en discusión y son unas 30 tareas pendientes", subraya Santiago. En la cumbre del clima que el próximo lunes se abre en Marrakech se empezará a abordar este asunto, que se espera que pueda estar cerrado en un plazo de dos años. 

Esfuerzos insuficientes

El Acuerdo de París se fija como meta que, en 2100, el aumento medio de la temperatura del planeta se quede por muy por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales (siglo XIX). Para ello, se apuesta por los recortes de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los firmantes del pacto, que empezarán a aplicarse a partir de 2020. Pero es cada país el que voluntariamente se pone su meta de reducción. No hay sanciones en caso de incumplimiento.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha recordado este jueves que los esfuerzos que los Estados han puesto sobre la mesa en sus contribuciones nacionales no son suficientes. Para 2030, si se quiere cumplir con la meta de los dos grados, sería necesario que las emisiones mundiales de estos gases fueran de unas 42 gigatoneladas anuales. Sin embargo, con la aplicación de los planes nacionales presentados hasta ahora en 2030 el mundo emitiría entre 54 y 56 gigatoneladas. Por eso el PNUMA señala que "hace falta recortar un 25% adicional". Si no, el aumento de la temperatura a final de siglo estará entre los 2,9 y los 3,4 grados, lejos de la meta fijada en el Acuerdo de París.

Los países firmantes del pacto son conscientes de esta brecha. En el acuerdo se reconoce que en 2030 se emitirán 15 gigatoneladas de más (una gigatonelada equivale a las emisiones de todo el transporte de la Unión Europea, incluido el sector aéreo, durante un año). Por eso, el pacto fija revisiones periódicas de los compromisos nacionales hasta alcanzar la reducción necesaria. Si se consigue limitar el incremento de la temperatura por debajo de los dos grados "se reducirá la probabilidad de que se registren tormentas más intensas, sequías más prolongadas, el aumento del nivel del mar y otros efectos climáticos", recuerda el PNUMA. 

Mensaje al sector financiero

Como ocurrió con la firma del acuerdo en el mes de diciembre pasado, la entrada en vigor del pacto tan rápido se interpreta también como una señal al sector financiero y a los mercados sobre la apuesta contra el cambio climático.

"Es una buena señal que se da a la sociedad y al mundo empresarial", indica Xavier Labandeira, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo. "En Europa hay preocupación por si afectará a la competitividad de la economía y por si se pierde competitividad sin ganar medioambientalmente. Pero si están China, EE UU y Japón ese miedo se despeja", añade.

"Estamos viendo que cada vez más agentes se están movilizando en este campo", sostiene Gonzalo Sáenz de Miera, director del área de cambio climático de Iberdrola. "Por ejemplo, destaca que el sector financiero (bancos, fondos de inversión, bancos centrales, agencias de rating...) está incorporando el factor climático en su toma de decisiones, para gestionar riesgos e identificar oportunidades. Esta movilización del sector financiero, se traduce, entre otras cosas, en mayores exigencias de información a las empresas sobre las implicaciones del cambio climático en sus negocios", añade Sáenz de Miera.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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