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Una última voluntad que desencadenó el pánico en el Met

Un hombre esparce las cenizas de un amigo fallecido de cáncer durante una obra operística en Nueva York

Roger Kaiser es un amante declarado de la ópera. Pero el inocente gesto que hizo el sábado en memoria de un amigo que falleció víctima del cáncer provocó la alarma en el Lincoln Center y acabó movilizando las unidades antiterroristas. El residente tejano tuvo la dulce ocurrencia de esparcir sus cenizas en el foso de la orquesta de la Metropolitan Opera, aprovechando el descanso antes del cuarto acto de Guillermo Tell, de Giacomo Rossini.

Fuerzas de seguridad evacuan la Orquesta Metropolitan de Nueva York, el pasado 29 de octubre.
Fuerzas de seguridad evacuan la Orquesta Metropolitan de Nueva York, el pasado 29 de octubre.Dylan Hayden (AP)

Kaiser mandó una carta al director general de la Metropolitan Opera de Nueva York y a todos los que apoyan este templo cultural pidiendo disculpas. En la misiva cuenta que prometió a su mentor, Terry Turner, que esparciría sus cenizas por las casas de ópera que visitara, “así podría disfrutar para siempre toda esta bella música”. Trató de hacerlo sin que nadie le viera. Pero el plan le salió terriblemente mal.

El complejo tuvo que ser evacuado de inmediato, porque en la ciudad de Nueva York no se deja opción a la suerte. Y aunque desde un principio se descartó que se hubiera tratado de un acto terrorista, criminal o de protesta por parte del espectador, la investigación provocó la cancelación al día siguiente de La Italiana en Argel, también del compositor italiano Giacomo Rossini.

La policía logró identificar a Roger Kaiser. No hay cargos sobre él, más allá del peso de la vergüenza que tiene aguantar como entusiasta devoto a la ópera por el disturbio que creó. Peter Geld, el responsable de la Metropolitan Opera, apreció la sinceridad de la disculpa, incluso cuando su acción causó horas de gran ansiedad en una ciudad en alerta permanente. Eso sin contar con el coste del dispositivo que se movilizó.

La policía identificó a Roger Kaiser. No hay cargos sobre él, más allá del peso de la vergüenza que tiene aguantar como entusiasta devoto a la ópera por el disturbio que creó

“Nunca imaginé que tendría que sentarme a escribir una carta de disculpa a varios miles de aficionados de la ópera, a toda la gente que está detrás de la escena y en la producción, al personal de una organización artística tan respetada y a los servicios de emergencia de Nueva York”, relata en el email, “lo lamento de todo corazón”. Kaiser insiste que nunca pudo imaginar que le ocurriera algo así.

No se trataba solo de la primera vez que está representación llegaba al Met en ocho décadas. Es también una de las pocas ocasiones que le queda al público para ver al maestro James Levine como director de la orquesta. “Espero que las futuras visitas que hagas sean sin incidentes”, le respondió Geld, que aprovechó para emplazarle a que esa pasión por la ópera la exprese respetando a todos los que la escuchan.

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