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Alemania rebaja sus objetivos de emisiones ante la cumbre de Marrakech

Los planes para abandonar el carbón muestran la división entre distintos ministros socialdemócratas

Tras semanas de peleas, el Gobierno alemán anunció el viernes un acuerdo de reducción de gases contaminantes. El pacto, cuyos detalles aún no se han hecho públicos, llegó in extremis, justo a tiempo para ser presentado la semana próxima en la Cumbre del Clima de Marrakech (Marruecos). Pese a las bonitas palabras de compromiso medioambiental, el texto, según un borrador al que tuvo acceso la agencia Reuters, se cerró a costa de rebajar los objetivos de emisiones para 2030.

El vicecanciller alemán y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, en Hong Kong el pasado 4 de noviembre.
El vicecanciller alemán y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, en Hong Kong el pasado 4 de noviembre. Vincent Yu (AP)

El conflicto en la gran coalición que gobierna Alemania se había disparado en los últimos días. Sigmar Gabriel, vicecanciller y líder socialdemócrata, vetó en la noche del miércoles el plan con el que su compañera de filas socialdemócratas y ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, pretendía viajar a Marrakech. La presión de sindicatos e industria había surtido efectos. El viernes, de repente, la negociación apareció desbloqueada. “Estoy contenta y aliviada por el acuerdo”, dijo la ministra Hendricks.

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Pero, para salir adelante, el Gobierno había tenido que rebajar su ambición por el camino. El documento citado por Reuters anticipa para 2030 una reducción de las emisiones industriales de CO2 del 20% en comparación con su nivel de 2014. En anteriores borradores, el objetivo era del 30%. “El plan medioambiental es tan solo un esqueleto. A este Gobierno le da miedo afrontar asuntos como los coches eléctricos o el cierre de plantas de carbón”, criticó el dirigente de Los Verdes Anton Hofreiter.

A menos de un año de las elecciones y con unas encuestas nada halagüeñas, los socialdemócratas temen perder votos en las zonas mineras del país. Pero los problemas para asumir una agenda ambiciosa de reducción de emisiones no les afectan solo a ellos. Los democristianos de Angela Merkel también sufren contradicciones internas. La canciller, que en los últimos años ha hecho bandera de la lucha contra el cambio climático, ha permanecido en silencio mientras sus ministros no se ponían de acuerdo. La líder de la CDU también tiene que lidiar con las presiones de su grupo parlamentario, que teme el desgaste derivado de una pérdida de puestos de trabajo en la minería. “Querer proteger el clima sin abandonar el carbón sería como regar plantas sin agua”, respondió una diputada ecologista.

El plan que Alemania llevará a Marruecos se inscribe dentro del objetivo global de reducir las emisiones entre un 80% y un 95% para el año 2050, un acuerdo alcanzado en la Cumbre de París del pasado mes de junio, que ahora Marrakech debe desarrollar. “Para escribir las 89 páginas del plan de protección contra el clima han tenido que morir muchos árboles. Pero la mayor parte del texto está formado solo por palabras bonitas. El plan tiene muchos “debería” y “podría”, pero pocos “tiene que”, resumió el periódico Süddeutsche Zeitung.

La canciller del clima, frente a la realidad

La canciller Angela Merkel se ganó la simpatía de muchos ecologistas en 2011, cuando dio un giro de 180 grados y anunció el abandono progresivo de la energía nuclear en Alemania. El año pasado, en la cumbre del G-7 celebrada en Baviera, tuvo un momento de gloria diplomática al anunciar junto al estadounidense Barack Obama la intención de los siete países más industrializados del mundo de erradicar los combustibles fósiles a lo largo de este siglo. Merkel trataba así de ganarse el título de "canciller del clima".

Ahora, Alemania ha estado a punto de no tener listo un plan de reducción de emisiones para la reunión de Marrakech. Solo un acuerdo de última hora ha evitado un vacío que habría dejado en un mal lugar a la primera economía europea.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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