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Trump colapsa la Quinta Avenida en plena temporada de compras

Los comerciantes temen por el impacto del imponente dispositivo de seguridad en sus negocios en una fecha clave

Dos manifestantes frente a la Trump Tower
Dos manifestantes frente a la Trump TowerKENA BETANCUR (AFP)

La Trump Tower se convirtió el día después de las elecciones en una fortaleza. Como dice Frederic Bouin, uno de sus vecinos, es de los edificios más seguros del mundo. Eso, sin embargo, está creando un verdadero quebradero de cabeza a las decenas de miles de turistas que en plena temporada de compras navideñas se patean de arriba abajo la Quinta Avenida para ir de compras por las tiendas buscando regalos.

El rascacielos que hace de punta de lanza del emporio de Donald Trump está situado entre las calles 56 y 57, una de las zonas más transitadas del mundo. Por hacerse una idea, por ahí pasan 12.000 personas a la hora un día tan señalado como el Viernes Negro. Eso la convierte en acera muy preciada, hasta el punto de pagarse 31.000 dólares de alquiler al año por cada metro cuadrado.

Las medidas de seguridad en el perímetro del edificio son extremas y se calcula tienen un coste próximo al millón de dólares diario. El dispositivo comenzó el día de las elecciones, cuando la ciudad colocó varios camiones llenos de arena en la puerta para proteger la entrada. Se sustituyeron por un laberinto de barricadas de metal y bloques hormigón, puestos de control, perros para la detección de explosivos y medio centenar de policías con armas de asalto.

Dos de los cinco carriles de la Quinta avenida están cortados al tráfico, como la calle 56 en todo el bloque. Y así estará hasta que el presidente electo tome posesión. A los neoyorquinos, por tanto, no les queda otra que aguantar. El alcalde Bill de Blasio dice que la prioridad es la seguridad aunque tampoco pone reparo a que los neoyorquinos manifiesten su descontento con Donald Trump.

Los inversores, pendientes

S. P.

Las barricadas también ponen nerviosos a los inversores. El 20% de las ventas de Tiffany en EE UU se generan en la joyería del edificio que hace de cuartel general del presidente electo. El cuatro trimestre del año es especialmente importante para la tienda que hace de buque insignia de la marca. El momento en el que va a recibir este golpe no tampoco el mejor, por las dificultades en Europa y Asia.

La cuestión es cuánto tiempo durará esta disrupción y cómo las visitas del próximo presidente afectarán al comercio cuando esté de visita. El problema añadido, indican desde Cushman & Wakefield, es que los alquileres entre las calles 49 y 60 se moderan por primera vez desde la crisis porque la demanda por este tipo de locales cae, porque las marcas son más cautas a la hora de gastar.

Nueva York, insisten las autoridades, está acostumbrada a los grandes retos. Pero este es nuevo. La Trump Tower se convirtió durante la campaña en una meca para los turistas. Cuenta con 263 apartamentos y las 26 primeras plantas están ocupadas por oficinas. El espacio comercial incluye una cafetería de la cadena Starbucks y tiendas de marcas de lujo como Gucci.

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Caída en las ventas

“La comunicación es frecuente con la NYPD y el Servicio Secreto”, asegura el portavoz de Tiffany, Nathan Strauss. Los nuevos protocolos de seguridad ya forzaron a la joyería a cancelar el acto para presentar la decoración de sus escaparates estas fiestas, un clásico en la ciudad. En su lugar, tuvo que colgar las fotos en las redes sociales. La fachada estará iluminada como estaba previsto.

Problemas también para Abercrombie & Fitch, Hollister, Henri Bendel, Polo Ralph Lauren o Prada, que tienen sus locales más transitados en las proximidades de la Trump Tower. Howard Davidowitz vive en el rascacielos. Este consultor en el sector del comercio tiene una vista de pájaro de la avenida. “Hay momentos que el bloque está aislado”, señala, “afectará mucho a los resultados”.

Los analistas de RBC Capital Markets prevén una caída del 25% en las ventas de la tienda de Tiffany a medio plazo por el efecto combinado de las protestas contra el magnate, la congestión del tráfico y la seguridad. La entrada principal al emblemático local por la Quinta Avenida está cerrada. Los clientes pueden acceder a la tienda por la calle 57 mientras estén las barricadas.

Tom Cusack, representante de la organización que hace de paraguas a todos los negocios que operan en el distrito de Midtown en Manhattan, es contundente al señalar que "el tráfico en las tiendas de la zona se redujo de manera significativa". Y no solo le preocupa por las tiendas, también sufren los restaurantes. "Muchos clientes de alto poder adquisitivo no se acercan", señala.

Vulnerabilidades

David Beach, el agente especial del Servicio Secreto a cargo de todo el aparato logístico que acompaña a Trump, cree que el mayor problema no es proteger el edificio sino tratar de hacerlo provocando el menor impacto posible. La zona de Midtown es tan densa y frenética, que cualquier disrupción en un punto concreto provoca un efecto cascada que se siente por todo el barrio.

Beach también es consciente de que la torre de 58 plantas es vulnerable, porque su diseño es anterior a las normas de seguridad que se siguen tras los atentados del 11-S en Nueva York. La zona baja está repleta de cristales. El tráfico pesado está prohibido en ese tramo y los vuelos estarán restringidos en la zona hasta el día de la toma de posesión. No está claro que pasará después.

La familia Trump ya ha dicho que quieren pasar bastante tiempo en Nueva York. El rancho de los Bush en Crawford era infinitamente más fácil de proteger que el opulento penthouse del magnate. Eso obliga a las autoridades a ser creativas y a ir resolviendo los problemas de seguridad conforme se presentan, en coordinación con los comerciantes para conseguir el menor impacto público posible.

Si para Frederic Bouin la seguridad no es un gran problema, no piensa lo mismo Rachel Kaimowitz. Votó por el empresario pero cuenta que cada vez que tiene una visita, debe pasar por un control antes de entrar al edificio. “Es como vivir en la Casa Blanca”, dice. Por eso se plantea mudarse cuando venza el alquiler. Comenta que hay propietarios ansiosos por vender, pero teme que no encontrarán interesados.

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