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La violencia en Ciudad de Dios provoca una ola de rumores y de miedo en Río

Los tiroteos en varias favelas y la caída de un helicóptero de la Policía Militar dejan a las autoridades y a los vecinos en alerta

María Martín
La Policía Militar en Ciudad de Dios este domingo.
La Policía Militar en Ciudad de Dios este domingo.Mario Tama (Getty Images)

Una noche con tiroteos en varias favelas de Río de Janeiro ha puesto a las autoridades y a los habitantes de la ciudad en estado de alerta. El sábado pasado, un helicóptero de la Policía Militar cayó en la favela Ciudad de Dios, provocando la muerte de sus cuatro ocupantes. Además, se encontraron en la favela los cuerpos de al menos siete hombres, con indicios de que habían sido ejecutados, según sus familiares. La policía ha decidido ocupar la favela por tiempo indeterminado y el Gobierno federal ha ofrecido el apoyo de las tropas de la Fuerza Nacional para reforzar la seguridad.

Las primeras confrontaciones tuvieron lugar el sábado, cuando la policía realizaba una operación para contener el enfrentamiento a tiros entre traficantes y miembros de las milicias (bandas criminales formadas por exintegrantes de las fuerzas de seguridad, que dominan algunas favelas), que se disputan el territorio de Ciudad de Dios. El clima de terror bloqueó dos veces la Línea Amarilla, una de las principales vías expresas de la ciudad, obligando a los conductores a refugiarse detrás de los coches por miedo a que les alcanzaran los disparos. En esa misma vía, varias personas registraron con el móvil la caída del helicóptero que reforzaba la operación de los agentes. “¡El helicóptero de la policía va a caer, el helicóptero de la policía va a caer!”, gritaba uno de los testigos mientras el aparato, descontrolado, se precipitaba contra el suelo.

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Algunas de las hipótesis preliminares indicaron que el helicóptero podría haber sido alcanzado por los disparos de los criminales durante la confrontación. No sería la primera vez –durante un tiroteo contra traficantes de la favela Morro dos Macacos, en 2009, un helicóptero de la policía fue derribado y murieron tres agentes–, pero el secretario de Seguridad Pública, Roberto Sá, ha confirmado que, según la investigación preliminar, no se han encontrado marcas de tiros en el helicóptero ni en los cuerpos de los policías. El motivo de la caída podría ser un fallo mecánico o humano. Sá también ha añadido que, según la Policía Militar, todas las aeronaves operativas habían pasado la inspección técnica reglamentaria. La investigación que están llevando a cabo la Aeronáutica y la Policía Civil servirá para aclarar este punto.

El aumento de la violencia en la favela llega en plena crisis financiera del Estado, que pretende sanear las cuentas con medidas de ajuste y recortes. Los agentes de seguridad, así como el resto de los funcionarios del Estado, están en pie de guerra para evitar que los recortes disminuyan los sueldos y empeoren las condiciones laborales. Entre los policías, son frecuentes los relatos de que falta material básico, como papel y tinta para imprimir las denuncias, y dinero para, por ejemplo, poner gasolina en los coches de la policía. En mayo del año pasado, la flota de helicópteros de la Policía Militar estuvo parada porque no había dinero para pagar el servicio de mantenimiento. En junio de este año, el fiasco de una operación de la Policía Civil que pretendía capturar al traficante Fat Family se asoció también a la falta de apoyo aéreo, debido a que todos los helicópteros del cuerpo estaban parados por falta de mantenimiento. Precisamente la precariedad en la seguridad pública hizo que el Gobierno del Estado decretara en julio el estado de calamidad pública, para forzar que el Gobierno federal le prestara 2.900 millones a fondo perdido para garantizar la seguridad del público durante los Juegos Olímpicos, celebrados en agosto.

Indignación y rumores

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Mientras se preparaba el velatorio de los cuatro policías que murieron en el accidente, y por los que se ha decretado luto oficial de tres días en el Estado de Río de Janeiro, los vecinos de Ciudad de Dios recuperaban los cuerpos de siete hombres en un área de vegetación de la favela. No llevaban armas, ni objetos personales y algunos ni siquiera ropa. El padre de una de las víctimas reconoció que estaban involucradas con el narcotráfico, pero también añadió que las marcas de disparos sugieren que fueron ejecutados. “Mi hijo está ahí, fue ejecutado y la investigación lo va a demostrar”, les gritó a los periodistas el pastor Leandro Martins da Silva, señalando el velatorio improvisado de los siete cuerpos cubiertos con sábanas. En las imágenes recogidas por el periódico O Estado de S. Paulo, el pastor, que perdió a su hijo de 22 años, aparece con las manos y las uñas manchadas de tierra. “¡Cogimos los cuerpos con las manos, con las manos!”, dijo, contemplando la indignación de otros familiares que tuvieron que adentrarse en la vegetación para buscar a sus hijos, desaparecidos durante la noche. La violencia provocó la cancelación de tres eventos socioculturales que estaban programados en el barrio, entre ellos, un sarao de poesía.

El conflicto en Ciudad de Dios no fue el único de la noche del sábado. Una ola de rumores invadió las redes sociales y los grupos de Whatsapp con relatos de conflictos armados y violencia en varias partes de la ciudad y del área metropolitana. Parte de lo que circuló se desmintió, pero se confirmaron tiroteos en otras tres favelas, incluso en el enorme Complexo do Alemão, donde en los últimos meses se han reavivado las confrontaciones entre traficantes y policías. En todas ellas existen Unidades de Policía Pacificadora (UPP), un proyecto creado en 2009, ante la llegada de los grandes eventos deportivos, con el objetivo de terminar con la presencia de traficantes armados en las favelas y traer paz a las áreas más necesitadas. Los tiroteos, frecuentes también en las favelas más cercanas a las zonas turísticas, demuestran que el programa pasa por su peor momento. La presencia de policías armados y mal preparados, la ausencia de servicios públicos para los habitantes y la crisis financiera del Estado son algunos de los motivos que los especialistas señalan para explicar la decadencia de la iniciativa.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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