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Muere el juez Carlos Fayt, azote del kirchnerismo en la Corte Suprema

En el tribunal desde el regreso a la democracia en 1983, resistió en su puesto hasta los 97 años, pese a las presiones de la Casa Rosada

Federico Rivas Molina
El juez Carlos Fayt se despide de los empleados de la Corte Suprema, el 15 de diciembre de 2015.
El juez Carlos Fayt se despide de los empleados de la Corte Suprema, el 15 de diciembre de 2015. Telam
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Emblema de la resistencia a los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, la muerte de Carlos Fayt a los 98 años marca en Argentina el fin de una era en la Corte Suprema de Justicia. En su cargo desde el 21 diciembre de 1983, 11 días después de la asunción del presidente Raúl Alfonsín tras 7 años de dictadura militar, Fayt ejerció su cargo durante cinco presidencias democráticas, sin contar la sucesión de mandatos relámpagos que siguió a la crisis de 2001. Pero sus últimos años no fueron tranquilos. Desde la Corte lideró la oposición a la reforma judicial que impulsó el kirchnerismo y resistió las presiones oficiales para que abandonase el cargo por su avanzada edad. En su último acto como juez estampó su firma en la renuncia que presentó a Cristina Kirchner el mismo día en que Mauricio Macri asumió el poder, el 10 de diciembre del año pasado.

Fayt fue juez de la Corte Suprema durante más de tres décadas, un récord no superado por ninguno de sus colegas. La reforma constitucional de 1995 estableció que los integrantes del máximo tribunal deben abandonar su cargo a los 75 años, pero como Fayt ya se encontraba en funciones quedó a salvo del límite legal. Su salud permitió luego que ejerciese hasta los 97 años, aunque parte de su jubilación tardía debe atribuirse a la batalla que mantuvo contra el kirchnerismo. “Me iré cuando quiera y no cuando ellos me manden”, dijo alguna vez Fayt, y así lo hizo. Esperó hasta el último día de mandato de Cristina Fernández. Antes había liderado la oposición a una reforma judicial que, decía, le quitaba independencia a uno de los poderes del Estado.

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Posted by Mauricio Macri on Wednesday, November 23, 2016

El kirchnerismo intentó desplazarlo con el argumento de que su edad no era acorde a sus responsabilidades y desde el Congreso intentó someterlo a una prueba psicofísica. La idea del oficialismo fue lograr una vacante en la Corte que le permitiese reacomodar la relación de fuerzas dentro del tribunal, sobre todo porque su presidente, Ricardo Lorenzetti, era un abierto opositor. Fayt eligió como tribuna de defensa los medios de comunicación, donde se mostraba lúcido para un hombre cercano a los 100 años, y alargó su retiro para que coincidiese con el de Cristina. Su muerte, como era de esperar, ha tenido un alto impacto. “Pasó por los momentos más difíciles con una gran entereza (…) Siempre que el sufrió presiones las hablaba con nosotros, eso no le influyó, siempre él decidió con equilibrio; incluso el día que decidió irse de la Corte lo habló con nosotros", dijo Lorenzetti, en nombre de todos sus pares.

En el momento más crítico de su guerra contra la Casa Rosada, Fayt se convirtió en líder silencioso de los antikirchneristas, que vieron en su figura un foco de resistencia honorable. La diputada Elisa Carrió, hoy una de las principales aliadas de Macri, lideró en su momento la defensa mediática del magistrado. “A Fayt lo quieren matar por estrés. Lo quieren matar porque es un acoso moral”, dijo entonces Carrió. Hoy, desde su cuenta en Twitter, la legisladora despidió “a un hombre digno, lúcido y maestro del derecho”. También lo recordó el presidente Macri. “Respeto y agradecimiento a Carlos Fayt. Fue un hombre comprometido hasta el último día de su vida con la Justicia. Su tarea en la Corte Suprema terminó siendo fundamental para nuestra democracia. Todos los argentinos tenemos que estarle agradecidos”, escribió en Facebook. El juez tendrá hoy la despedida íntima de sus familiares, contracara del impacto político que ha tenido su figura.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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