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No te pongas minifalda cuando vayas al Parlamento israelí

Funcionarias de la Knesset rechazan la orden de cubrirse cinco centímetros por encima de la rodilla

Juan Carlos Sanz
Vista general de la Knesset, el 31 de octubre en Jerusalén.
Vista general de la Knesset, el 31 de octubre en Jerusalén.RONEN ZVULUN (REUTERS)
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A la entrada del barrio ultraortodoxo de Mea Shearim de Jerusalén grandes carteles colocados por estrictos rabinos advierten en inglés y en hebreo: “Prohibido pasar por este vecindario con ropas impúdicas y ajustadas. Obligatorio llevar blusa cerrada y falda larga”. En la página web de la Knesset, el Parlamento de Israel situado en otro extremo de la Ciudad Santa, las normas de decoro impiden la entrada con “indumentaria inapropiada como camisetas de tirantes, tops por encima del ombligo, shorts, y faldas o vestidos cortos”.

Estas reglas de la Cámara están en vigor desde hace una década, aunque no se aplicaban en un país donde la vestimenta informal es la pauta. Pero desde comienzos de diciembre, los guardas de seguridad han empezado a controlar el acceso de las asesoras y funcionarias con minifalda. En una acción de protesta sin precedentes, varias decenas de ellas se han sublevado al grito de “¡Esto no es Irán!”, después de que los vigilantes vetaran la entrada a Shaked Hasson, asistente de una diputada, tras examinar la longitud de su falda.

El presidente de la Knesset, el conservador Yuli Edelstein, ha acabado reculando ante la magnitud de la polémica y ha dejado sin efecto la normativa sobre decoro. Un comité integrado por diputados y personal parlamentario de los dos sexos establecerá próximamente cuáles son los límites del recato en la sede del poder legislativo de Israel. El de Hasson no ha sido el único caso. Ella se ha convertido en líder del movimiento de resistencia al código de vestimenta y de rechazo a la intolerancia de los guardianes que midieron su ropa.

La dirección de los servicios administrativos de la Cámara había difundido una circular hace dos meses recordando la vigencia de las reglas de vestimenta tras las quejas recibidas contra una visitante apenas cubierta por una camiseta rasgada. Las normas no especificaban, sin embargo, cuál era la longitud mínima tolerada para las faldas. Tras consultar al personal femenino del cuerpo de vigilantes, los responsables de seguridad situaron la frontera del pudor cinco centímetros por encima de la rodilla, un criterio que alcanzó rango de ley moral en el control de acceso al Parlamento.

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Manifestación en favor de la libertad en la vestimenta de las mujeres en Jerusalén, en mayo.
Manifestación en favor de la libertad en la vestimenta de las mujeres en Jerusalén, en mayo.

Unas 40 mujeres que trabajan en la Knesset se presentaron el pasado miércoles ante los guardianes del decoro ataviadas con faldas o vestidos cortos, aunque convenientemente equipadas con leotardos y medias oscuras bajo el temporal de viento y lluvia que azotaba Jerusalén. Dijeron estar hartas del acoso al que se ven sometidas, después de ser obligadas por agentes masculinos de vigilancia a desabrocharse los abrigos para verificar si infringían el reglamento como si se tratara, denunciaron, de una inspección militar.

El diputado de origen argentino Manuel Trajtenberg, afiliado al grupo de centro-izquierda Unión Sionista, se sumó a la protesta femenina. “Pronto las obligarán a llevar burkas”, aseguró tras quedarse en camiseta en una acción de solidaridad.

Mientras el comité sobre vestimenta elabora la nueva normativa, los vigilantes de la Knesset solo podrán impedir el paso en los casos de impudicia extrema. Jerusalén se ha convertido en una de las ciudades más conservadoras de Israel, donde se observan con celo preceptos como vestir según la recatada tradición judía, al hilo del creciente peso demográfico y de representación política de la población ultraortadoxa.

La diputada laborista Shelly Yachimovich ha calificado la inspección de atuendo a la que fueron sometidas las empleadas de “grave y humillante invasión de la intimidad ejecutada con arrogancia”. Yachimovich mostró imágenes del uniforme oficial de las vigilantes de seguridad del Parlamento israelí. Sus faldas, situadas más de cinco centímetros por encima de las rodillas, no superarían su propia vara de medir.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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