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Davos invita a gobernar con brújula y radar

El fundador del Foro Económico Mundial explica en qué consiste el lema de este año: "Liderazgo responsable y receptivo"

El fundador y presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab en una rueda de prensa en Cologny cerca de Ginebra (Suiza) el 10 de enero pasado.
El fundador y presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab en una rueda de prensa en Cologny cerca de Ginebra (Suiza) el 10 de enero pasado.LAURENT GILLIERON (EFE)

Klaus Schwab, de 78 años, fundador del Foro Económico Mundial, y otrora profesor universitario, mantiene un marcado acento alemán mientras transmite en inglés el entusiasmo y la frescura de un joven emprendedor. A pocos días de comenzar la cita anual en los Alpes suizos, en la pequeña localidad de Davos, (del 17 al 20 de enero), el académico, en línea con el lema de la conferencia de este año, asegura a EL PAÍS que los líderes deben mantener un “liderazgo sensible y responsable” para comprender que estamos viviendo en un mundo marcado por la incertidumbre y de profundos cambios. 

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Los principales temas que se tocan cada año en Davos forman parte de la candente actualidad. Si en la pasada edición fue la cuarta Revolución Industrial, el lema de la conferencia de 2017 es ‘Liderazgo sensible y responsable’ (Responsive and Responsible Leadership). Un tema escogido en una época en la que “se está quedando atrás la habilidad de los gobiernos para enfrentarse a la tecnología”, explica Schwab, añadiendo que en “Silicon Valley, todo lo que no está prohibido, está permitido, mientras que en Europa, todo lo que no está explícitamente permitido está prohibido”.

Este alemán, afincado en Suiza, recuerda que, hoy más que nunca, liderazgo significa asumir la responsabilidad. Por ello, “tiene que haber un reconocimiento de que estamos en un territorio inexplorado, lo que cuestiona el statu quo y por extensión a los propios líderes”, explicaba en un comunicado días previos a la cita anual de Davos. Para cumplir con esta tarea, los líderes necesitan sensibilidad y empatía para servir con radar y brújula en mano. Ya que sin un sistema de radar, “los líderes no pueden responder, y sin una brújula, no pueden ejercer el liderazgo de manera responsable”.

El fundador de Davos enfatiza que hoy en día el liderazgo no puede basarse sólo en privilegios, sino en esfuerzos sostenidos y sinceros para ganar confianza, un respaldo que sólo se puede obtener al servir a la sociedad de una manera que trascienda los intereses personales. Tanto es así que, para 2017, Schwab cree que hay cuatro objetivos para responder a las principales preocupaciones de la sociedad. En primer lugar, fortalecer el crecimiento económico. En segundo, hacer más inclusivos los sistemas basados en el mercado. Tercero, dominar la cuarta Revolución Industrial. Y finalmente, rediseñar la cooperación internacional.

Revolución, desigualdad, nuevos retos

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Es, precisamente, la cuarta Revolución Industrial, el lema de la cita el pasado año, así como el título del libro que publicó (La Cuarta Revolución Industrial, Debate 2016) y que hace un par de meses presentó en España la editorial Random House Mondadori. En el epílogo, el profesor explicaba que esta revolución no tiene precedentes y que como sus predecesoras, “tiene el potencial de aumentar los ingresos globales y mejorar la calidad de vida en el mundo”. Algo que hasta la fecha, se han beneficiado aquellos consumidores que han podido palpar con eficiencia y placer las bondades del mundo digital. “Pidiendo un taxi, reservando un vuelo, comprando productos, realizando pagos, escuchando música, mirando una película o jugando un juego”, asuntos que se han realizado de forma remota desde un móvil u ordenador”, resume.

Francisco González (BBVA): "Toda transformación provoca a corto plazo la destrucción de algunos empleos, pero también la creación de otros muchos nuevos que es imposible predecir”
Francisco González, presidente del BBVA
Francisco González, presidente del BBVAForo Económico Mundial

Aunque Schwab también alerta que la revolución podría traer desigualdad debido al protagonismo de las máquinas o robots en los trabajos. Y pone como ejemplo el impacto en el mercado laboral de Estados Unidos, con “12 millones de personas que conducen taxis, un vehículo de Uber o camiones”. Un rubro que se verá afectado por los coches que se conducirán automáticamente. Y “sin conductores, habrá gente sin trabajo, aunque la tecnología creará nuevos puestos”.

Otra de las consecuencias de esta revolución atañe a nuestros gobiernos, “ya que no son capaces de regular eficientemente, ni de crear estructuras para ello. Así la gente cree que la tecnología se les escapa de control”. Pone como ejemplo, el conflicto entre Apple y el FBI por la clave de un iPhone encriptado.

Sin embargo, esta Cuarta Revolución Industrial también transformará a las empresas en asuntos de seguridad cibernética. Ya no es un secreto para nadie que los grandes fraudes del siglo actual se traman y se practican en la red.

Francisco González, presidente de BBVA y asiduo invitado a Davos, considera que las grandes ventajas que ofrece la tecnología superan claramente a las amenazas que representa. “No hay ninguna razón para pensar que esta vez, como en todos los procesos disruptivos tecnológicos precedentes, no podamos superar las nuevas dificultades. Es cierto que en ciberseguridad es necesario un esfuerzo global y coordinado, y ese es el camino en el que se está avanzando”, explica.

González añade que, así como ha sucedido en revoluciones anteriores, toda transformación “provoca a corto plazo la destrucción de algunos empleos, pero también la creación de otros muchos nuevos que es imposible predecir”. Y da como ejemplo la profesión de data scientist, labor que era imposible imaginar hace poco más de un siglo. De la misma forma agrega: “Estoy seguro de que la nueva economía del siglo XXI acabará por crear un gran número de nuevos empleos en campos de la energía, biología, sanidad, medioambiente y muchos más”.

El presidente del BBVA también considera que gracias a los avances tecnológicos se podrá llegar a ser más productivo y eventualmente aumentarán “las horas disponibles de ocio lo que, a su vez, tendrá un gran impacto indirecto en la estructura productiva mundial. Saber cómo y a lo largo de cuánto tiempo se producirá este ajuste, dependerá en parte de las políticas que se instrumenten. Y aplicar las medidas adecuadas, permitirá paliar los impactos de la fase de transición en muchas personas, industrias y países”. Sin duda, González es un optimista de las tecnologías exponenciales como: “Cloud computing, big data, blockchain, inteligencia artificial, internet de las cosas”, algo que el directivo está convencido de que a medio y largo plazo “esta revolución acabará teniendo un efecto muy positivo sobre el bienestar de las personas”. Con el gran reto de que la “sociedad en su conjunto salga beneficiada y que todos los países y todos los estratos sociales participen de sus ventajas”. 

Pero si hay algo que está marcando esta revolución, es nuestra identidad, enfatiza Schwab. “Hoy, en mi opinión, la pregunta no es quién es de derechas o izquierdas. Lo vemos en España, también lo vimos en Portugal”. Sin ir muy lejos, explica que en los debates presidenciales que vio de Hilary Clinton y Donald Trump, fueron “discusiones de dos identidades norteamericanas”. Nada tuvo que ver con ser de derechas o izquierda, que solía ser la tradición. “Ciertamente el mundo ha cambiado”, asegura. Y el orden político también.

Marc Benioff: "Al igual que en períodos anteriores de transformación económica, la Cuarta Revolución Industrial va a desatar nuevos niveles de innovación y productividad"
Marc Benioff
Marc BenioffWorld Economic Forum

Precisamente sobre la velocidad de estos cambios, basta recordar que el Amazon de Jeff Bezos comenzó vendiendo libros, y ahora es un negocio que compite con Hollywood, FedEx y Apple en entretenimiento, logística y el negocio del streaming. Asimismo, Travis Kalanick quiso facilitar la vida de la gente para encontrar un taxi y ahora Uber, su compañía, compite con la industria del coche automático, y no solo con las tradicionales fábricas de Ford o General Motors, sino que también con Tesla e incluso Google. Por su parte, Mark Zuckerberg creó una red social para facilitar la comunicación entre compañeros de su universidad. Doce años más tarde, Facebook ha cambiado la manera de comunicarnos, sacudiendo a medios de comunicación y a la industria publicitaria.

La gente que construye nuestro futuro es muy consciente de este súper-acelerado mundo. Un escenario donde todos compiten con todos. En la sede de Facebook, cuelga de la pared un famoso cartel blanco escrito con letras rojas que dice ‘Move fast and break things’ (Muévete rápido y rompe cosas), un credo muy profesado por su fundador. Y un mantra que repiten miles de emprendedores en el mundo. 

Es el caso de Marc Benioff, consejero delegado de la empresa de software en la nube, Saleforce, compañía que estuvo a un paso de adquirir Twitter y uno de los consejeros de Schwab en temas tecnológicos, vaticina que "Al igual que en períodos anteriores de transformación económica, la cuarta Revolución Industrial va a desatar nuevos niveles de innovación y productividad”, aunque, agrega, estos serán de formas “sutiles y explícitas, algo que cambiará lo que significa ser humano”.

Esta revolución, además, traerá muchas preguntas existenciales sobre la antigua relación entre el hombre y la máquina, lo que alterará a las industrias, con la dislocación de sus trabajadores. Coincidiendo con González, de BBVA, Benioff estima que “como internet hace 20 años, las tecnologías como la inteligencia artificial, la impresión 3D y la ingeniería genética, también aumentarán puestos de trabajo existentes y se crearán otros nuevos”. Por esa razón el ejecutivo considera que las empresas, los gobiernos y otras organizaciones "necesitan adaptarse coordinadamente para capacitar a los empleados del mañana y se deben crear redes de seguridad para aquellos que se van quedando atrás". 

Mauricio Macri en una foto de archivo
Mauricio Macri en una foto de archivoEFE
Mauricio Macri: “La principal herramienta de inclusión es siempre la educación, y desde ya, se debe tener cada vez más en cuenta también la tecnología”

La Cuarta Revolución en América Latina

“Allí, todo lo que no está prohibido, está permitido”, dice Schwab, quien cree que si comparamos Latinoamérica con Europa, es una sociedad mucho más flexible que cuenta con una población muy joven. Y lo dice una persona que toda su vida se ha rodeado de jóvenes, convencido de que son ellos quienes enseñan a los mayores. “Yo cada vez que viajo me reúno con un grupo de Global Shapers (comunidad de jóvenes talentos seleccionados por el Foro Económico Mundial), es muy refrescante”.

Sin embargo, a pesar de la juventud y flexibilidad, la región aún necesita mucho que avanzar. Para tratar temas de futuro, el próximo año (5 al 7 de abril) Argentina será el país anfitrión de la decimosegunda cumbre que el Foro Económico Mundial realiza en América Latina. El presidente argentino Mauricio Macri, quien el pasado septiembre se reunió en Nueva York con el profesor Schwab, ha asegurado que van a “abordar el impacto de la cuarta Revolución Industrial y el desafío de América Latina para generar crecimiento inclusivo y desarrollo sostenible”.

No obstante, “la principal herramienta de inclusión es siempre la educación, y desde ya, se debe tener cada vez más en cuenta también la tecnología”, ha explicado Macri a EL PAÍS.

Michelle Bachelet: “A partir de la tecnología, cada vez más personas tienen acceso a más y mejor información, a mayor conectividad, a nuevos servicios financieros...”
ALEX IBAÑEZ (EFE)

La región, que vislumbra un acercamiento entre el tradicional bloque Mercosur con la joven Alianza del Pacífico, unión que de momento incluye a Chile, Perú, Colombia y México, es una sociedad muy abierta a la cultura del emprendimiento. Y “espero que esa fuerza también pueda llegar a Venezuela”, anhela el fundador de Davos.

En el informe de competitividad que cada año presenta El Foro Económico Mundial, desafortunadamente muestra a una “Latinoamérica que va quedando atrás" en contraposición con "algunos países europeos, por supuesto los nórdicos, EE UU, e incluso los asiáticos que avanzan con mayor velocidad”, asegura Schwab. Sin embargo, “nuestra reunión no será tanto de invertir en Argentina, sino de buscar oportunidades regionales”.

El país latinoamericano con mejores proyecciones de competitividad en el estudio es Chile, en el puesto número 33, España le antecede en el 32, y el puesto número uno, de 138 países, lo ocupa Suiza. En palabras de la presidenta Michelle Bachelet, Chile está “apoyando la innovación abierta en la industria minera y de servicios de la minería”, para “fomentar el desarrollo tecnológico en energía solar, generar investigación y desarrollo en materia de alimentos saludables y crear capacidades para nuevas industrias inteligentes”.

En uno de los continentes más desiguales del planeta, Bachelet agrega que “sin duda, la tecnología está permitiendo acortar brechas de manera acelerada”. Afirma que "a partir de la tecnología, cada vez más personas tienen acceso a más y mejor información, a mayor conectividad, a nuevos servicios financieros, y a mejores servicios de salud, por nombrar sólo algunos”.

La semilla de Davos

El mejor conectado del planeta

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Reinventarse y adaptarse son dos palabras que Schwab ha sabido manejar en su vida profesional. Se doctoró en Economía por la Universidad de Friburgo y en Ingeniería por el Instituto Federal Suizo de Tecnología. Luego cursó un máster en administración pública en la escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard para convertirse con 33 años en el profesor más joven de su generación.

Pero su espíritu inquieto de búsqueda emprendedora le llevó a ir más allá para volcar sus ideas en el libro ‘Gestión de la empresa moderna en la ingeniería mecánica', una publicación de 1971 que le abrió grandes puertas tanto en lo académico como en lo social, ya que se convirtió en un invitado de élite. Grandes empresarios y políticos querían contar con su opinión. “La gente quería hablar conmigo, no por verme, sino porque querían mi punto de vista intelectual”, recuerda Schwab.

Tras el éxito de aquel libro, y con la idea de ir más allá del ámbito de la academia, el profesor se preguntó por qué no crear una plataforma donde se reunieran políticos con gente de negocio. Una pregunta que plantó su semilla en las gélidas montañas de Davos y que comenzó con 444 participantes. Hoy en día, cada enero, se reúnen más de 2.500 personas en la pequeña y nevada ciudad que acoge a jefes de estado, banqueros, consejeros delegados, magnates tecnológicos, artistas, gurús de autoayuda, celebridades, modelos y hasta algún que otro arzobispo enganchado a las nuevas tendencias mundiales.

Una cita de altura, a 1.560 metros, y de gran envergadura que nadie quiere perderse, pese al alto coste del entrada que puede llegar incluso a los 17.000 euros y los precios de las habitaciones de hotel que cuestan hasta 500 euros la noche (por no hablar de un tradicional chalé suizo de montaña a unos 140.000 euros la semana). Así que no es ninguna sorpresa que algunas empresas gasten millones en la reunión anual de Davos.

Se dice que Schwab es una de las personas mejor conectadas del planeta. Sin embargo, este disciplinado hombre que se levanta a las seis de la mañana para nadar en una piscina interior de sistema contracorriente, mira las noticias, luego toma desayuno con su mujer Hilde, se despide y camina cinco minutos hasta su oficina, no se considera un animal social. "Nunca me verás en fiestas ni cocktails", asegura.

De la cuarta Revolución Industrial, será difícil prever el escenario que nos encontraremos, pero sí hay algo de lo que Schwab afirma estar convencido y es que en el futuro “el talento, más que el capital, será un factor crucial en la producción”.

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