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El encierro de una anciana que ha escandalizado a China

La mujer, de 92 años, vivía en la pocilga de la vivienda. Su hijo asegura que se había mudado allí por voluntad propia

Macarena Vidal Liy
Imagen de la anciana, publicada en la red social china Weibo.
Imagen de la anciana, publicada en la red social china Weibo.

La piedad filial, virtud confuciana por excelencia, es una de las más apreciadas en la cultura china. El respeto a los padres pesa en general mucho a la hora de tomar todo tipo de decisiones, y un no de los progenitores puede significar el fin de una relación amorosa o la renuncia a esa beca para estudiar en el extranjero. Probablemente por ello las redes sociales han hervido de una indignación especial en los últimos días acerca de la historia de la señora Yang, una anciana de 92 años. Su hijo y su nuera la habían confinado a vivir en lo que los medios han descrito como la pocilga de su casa en la región autónoma de Guangxi, en el sur del país.

Un vídeo que se ha hecho viral —ha recibido más de 1,8 millones de visitas— muestra a la mujer encerrada tras una reja en un espacio de apenas 10 metros cuadrados, de paredes de piedra desnudas. La anciana, que dormía en un banco de madera en la habitación, aparece en los huesos.

Según el periódico local Southern Morning Post, el hijo de Yang asegura que ese espacio es una cocina y que fue su madre quien decidió mudarse a ese lugar, porque padece de incontinencia y “le preocupaba que la casa empezara a oler mal”.

El diario también afirma que cuando empezaron a circular las noticias sobre la condición de la anciana, las autoridades locales acudieron a interesarse por ella y dieron la orden a la familia de permitirle que volviera a vivir en el interior de la casa. La anciana fue trasladada para su tratamiento al hospital comarcal.

Aunque los internautas chinos han reaccionado con ira a la situación de la señora Yang —“espero que sus hijos reciban el mismo trato que ella cuando se hagan ancianos”, es un comentario que se repite en las redes sociales—, no es el único caso de abandono o malos tratos a ancianos por parte de su familia. En 2014, una mujer de 90 años murió de hambre en Henan cuando su familia la encerró durante un mes.

La asistencia y cuidado de los ancianos es un asunto que previsiblemente se va a agravar en un país que cuenta con el mayor número de habitantes del mundo —1.370 millones de personas— y cuya población está envejeciendo con rapidez. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, los mayores de 65 años sumaban 143 millones de personas en 2015, el 10,5% del total. En 1982 este segmento representaba solo el 4,9%.

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El acceso de los ancianos a los cuidados necesarios es más complicado en las zonas rurales, donde en muchos casos la población en edad laboral ha emigrado de manera masiva a las prósperas ciudades del este del país.

Una serie de casos de abandono y malos tratos a los mayores llevó a China a aprobar en 2013 su Ley de Protección de los Ancianos, que entre otras cosas obliga a los hijos a visitar “con frecuencia” a sus padres mayores. Aunque no especifica con qué asiduidad. Entonces, una encuesta indicaba que un 33,4% de los consultados solo visitaba a sus padres una vez al año, y un 11,9% llevaba años sin verlos.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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