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Donald Trump en Washington: “Nunca ha habido un movimiento como éste”

El presidente electo se dirige a sus seguidores durante un concierto en la capital estadounidense y reitera su promesa de “hacer América grande de nuevo”

Desde un escenario enmarcado por el monumento a uno de los máximos referentes del Partido Republicano, Abraham Lincoln, el presidente electo Donald Trump, prometió este jueves a sus seguidores que irá más allá de “hacer América grande de nuevo”, que la hará “más grande que nunca”. Una América que “volverá a estar unida”, subrayó. Estados Unidos, afirmó Trump en la víspera de su jura del cargo, “nunca ha visto un movimiento como este”, en referencia a su avance en la campaña electoral, derrotando a dieciséis rivales en las primarias republicanas y después a la favorita, la demócrata Hillary Clinton, en las elecciones.

Trump se dirige a sus seguidores desde el Monumento a Lincoln en Washington.
Trump se dirige a sus seguidores desde el Monumento a Lincoln en Washington.David J. Phillip (AP)

Dan y Sheila, una pareja de mediana edad de Connecticut, asentían emocionados a cada palabra de Trump. “Así es”, decían al unísono cuando el presidente 45, que jurará su cargo en solo unas horas, se dirigía a los “hombres y mujeres olvidados” y les prometía: “Ya nunca más seréis olvidados”. Y celebraban con un abrazo el llamamiento a la unidad que lanzó el magnate desde la escalinata del icónico monumento a uno de los presidentes más admirados de la historia norteamericana. “Vamos a unificar de nuevo el país y vamos a hacer América grande de nuevo”, proclamó Trump en referencia al lema de su campaña y que este jueves se reproducía en incontables gorras, camisetas y pancartas que portaban los miles de estadounidenses que han viajado hasta la capital para ver el traspaso de mando este viernes y celebrar la llegada del republicano a la Casa Blanca.

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“Va a ser algo maravilloso, increíble”, se prometía Dan. “Todo el mundo necesitaba un cambio desde hace tanto tiempo, pero no llegaba. Ahora sí va a haber un cambio. Él lo va a hacer”, dijo señalando al escenario. “Siento que Dios lo ha elegido y lo ha ungido para tiempos como estos, quiero volver a vernos unidos como americanos y sentirnos de nuevo orgullosos de ser americanos”, acotó su mujer.

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Steve Scouten, un enfermero de Michigan, “republicano y cristiano de toda la vida”, celebraba sobre todo que Trump vaya a poner fin a la entrada de “ilegales” en el país. Tras su victoria, “le escribí una carta diciéndole que estaba dispuesto a ir voluntario a la frontera para construir el muro”, explicó, porque hay que frenar la entrada de “gente violenta, de yihadistas, y también de gente muy enferma, tenemos que tratar enfermedades de gente que viene del sur del país que aquí ya estaban erradicadas”.

Unas celebraciones con pocas estrellas

Tras el breve discurso de Trump, fuegos artificiales cerraron en el histórico Mall de la capital estadounidense la primera gran celebración de la investidura del nuevo mandatario. Unos festejos un tanto deslucidos por la falta de estrellas dispuestas a participar en la transición al gobierno republicano y que obligó a los organizadores a rellenar amplios espacios con bandas militares. Y es que la lista de los artistas que han declinado participar en la inauguración de Trump —desde Elton John a Celine Dion, Moby o Garth Brooks, entre otros— es mucho más larga de los que han aceptado. Entre estos últimos además, hay varios que se echaron atrás en el último momento, debido a la gran reacción negativa de sus fans al conocer que iban a actuar para Trump. En este grupo se encuentra desde la B-Street Band, la banda más popular de tributo al Boss, Bruce Springsteen, que ha criticado abiertamente al republicano, a la estrella de “Dreamgirls” Jennifer Holliday.

Salvo los renombrados cantantes de country Lee Greenwod, que ha actuado en varias inauguraciones de presidentes republicanos, y Toby Keith, que defendió su participación en el primer concierto por Trump afirmando que también lo hizo en los celebrados en honor de George W. Bush o Barack Obama, la mayor parte de las “estrellas” que participaron el jueves eran bastante desconocidas para el público generalista. En el lugar en el que hace ocho años, en las celebraciones por la llegada de Barack Obama al poder, tocaron U2, Usher o Beyoncé, este jueves subieron al escenario el grupo 3 Doors Down, DJ RaviDrums o la “sensación de Youtube” The Piano Guys.

También Hollywood permanece alejado de Trump. Solo el actor John Voigt salió al escenario. Para la Marcha de las Mujeres que será, este sábado, la mayor protesta anti-Trump, artistas como Scarlett Johansson, Amy Schumer, America Ferrera, Cher o Katy Perry ya han confirmado su asistencia.

La apretada agenda de la investidura

Pero el magnate no está dispuesto a que nadie le agüe la fiesta. Trump viajó este jueves de Nueva York a Washington, una ciudad predominantemente demócrata que estos días recibe a miles de seguidores de Trump entre cortes de tráfico e intensas medidas de seguridad, entre celebraciones de la era Obama y protestas contra su sucesor.

Trump participó al mediodía en una comida en su hotel en Washington, donde presumió de que su gabinete, el menos diverso en tres décadas, "tiene el cociente intelectual más alto" que ninguno de los que se hayan nombrado anteriormente al gobierno de EE UU. También en una cena de donantes a última hora de la noche volvió a alabar a los miembros de su gobierno, varios de los cuales se sometieron este mismo jueves a duras preguntas del Senado.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump (Izda.), acompañado de su vicepresidente, Mike Pence.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump (Izda.), acompañado de su vicepresidente, Mike Pence.Chris Kleponis/POOL (EFE)

Posteriormente, el presidente electo acudió al cementerio militar de Arlington para realizar la tradicional ofrenda a los veteranos de guerra. En el acto estuvo acompañado del vicepresidente electo Mike Pence así como de su esposa Melania y sus cuatro hijos mayores.

Todo ello en el marco de unos actos calculados al milímetro y que, desde la Casa Blanca hasta la nueva residencia de la familia Obama, desde el Congreso hasta todas las agencias del Gobierno federal, buscan aprovechar el momento en que la mirada de millones de personas apunte hacia esta ciudad para convertir el Washington de Obama en el Washington de Trump.

Una ciudad de celebraciones, pero también de protestas

Los casi dos millones de personas que hace ocho años llenaron las calles de la capital han dejado paso a cerca de 900.000 asistentes —la cifra que manejan las fuerzas de seguridad— ataviados con la icónica gorra de Trump y el mensaje “Make America Great Again”, a la venta en numerosas partes de la capital.

Sin embargo, la ciudad con mayor porcentaje de votantes demócratas del país (Trump apenas sumó el 4% de votos del Distrito de Columbia) también aprovecha estos últimos momentos para enviar un mensaje al próximo presidente con protestas y pintadas en rechazo, entre otros, a la “presidencia fascista” que temen traiga el republicano.

“Lo que se va a inaugurar mañana es un régimen fascista. Trump tiene una agenda fascista, ha reunido un gabinete que llevará esa agenda, ha intentado amordazar a la prensa, ha amenazado a quienes son críticos con él, ha prometido un muro fronterizo y un registro de musulmanes, y es un depredador sexual”, enumeraba Carl Dix, uno de los organizadores de la pequeña pero muy ruidosa protesta que en la tarde del jueves marchó desde el Hotel Trump hasta los alrededores de la Casa Blanca.

Otros, más calmados, mostraban pancartas de agradecimiento a Obama por haber recuperado la economía o avanzado los derechos de la comunidad LGTB.

El sábado, todas esas voces confluirán en una gran manifestación, la Marcha de las Mujeres que espera convocar hasta 200.000 personas.

El republicano y su esposa Melania también cumplirán con la tradición de pasar la última noche antes de asumir el poder en la Blair House, una residencia situada frente a la Casa Blanca, así como participar en una misa en la mañana del viernes. El presidente Obama, que ya desde el día posterior a las elecciones de noviembre insistió en su interés por colaborar en la transición de poderes, ha hecho un gesto más al invitar a su sucesor a tomar un té en la Casa Blanca antes de desplazarse al Capitolio. Las dos parejas viajarán además juntas desde la residencia presidencial hasta el escenario de la toma de posesión, en el otro extremo de la ciudad.

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