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Chile delinea su patrimonio científico en 30 rutas turísticas

Un libro pone el foco en la riqueza arqueológica, paleontológica y vulcanológica del país sudamericano

El Observatorio Interamericano del Cerro Tololo.
El Observatorio Interamericano del Cerro Tololo.CRISTIAN CAMPOS MELO

La presidenta chilena, Michelle Bachelet, envió al Congreso el pasado 16 de enero un proyecto de ley para crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología, una institución que la comunidad científica demandaba desde hace varios años. Entre quienes llegaron para participar en la actividad en el palacio de La Moneda, sede presidencial, estaba Andrea Obaid, periodista y magíster en Comunicación Científica la Universidad Pompeu Fabra, que a finales de 2016 publicó el libro Tecnociencia: 30 rutas de turismo científico en Chile. El recorrido que presenta incluye destinos como el observatorio Cerro Tololo, ubicado 478 kilómetros al norte de Santiago y otros menos conocidos como una serie de pinturas rupestres encontradas en la Patagonia.

La autora describe el turismo científico como “algo novedoso a nivel mundial. Busca generar más exploradores que simples turistas”. Cada descripción del libro está en castellano e inglés y cuenta con información sobre operadores turísticos e imágenes en color. Los lugares están clasificados según las categorías: arqueología, astronomía, ecología, geología, vulcanología y paleontología. Con un territorio de casi 5.000 kilómetros de norte a sur y una formación geológica que incluye distintos tipos de relieve, para Obaid en “Chile hay una riqueza enorme para potenciar el turismo científico. Es un país arqueológico, paleontológico y vulcanológico, somos un país lleno de volcanes —por el cinturón de fuego del pacífico—, pero se conoce muy poco la historia de cada uno”.

El Parque Paleontológico Los Dedos es ejemplo de ese patrimonio. En la comuna de Caldera, a 880 kilómetros de Santiago, la autora recomienda este destino porque “fue un fondo marítimo hace millones de años y [se encuentran] fósiles de animales como el megalodón, un gran tiburón de 20 metros de largo”. Este espacio se generó como una forma de controlar el guaqueo o robo de piezas históricas del lugar. “Cuando pasa a una nueva administración con el parque paleontológico, los mismos lugareños devolvieron todo lo robado”, destaca Obaid.

La autora describe el turismo científico como “algo novedoso a nivel mundial. Busca generar más exploradores que simples turistas”

La Catedral metropolitana, por parte de la riqueza arqueológica, destaca por su estilo de decorado toscano-romano. Ubicada en el centro histórico de la capital chilena, en 2012 se realizaron excavaciones cuyos hallazgos hacen presumir que hace 500 años la ciudad correspondía a un centro administrativo y ceremonial del Imperio Inca. La investigadora resume que “se descubrió una nueva historia de Santiago de Chile. Se pensaba que había sido conquistada y creada por Pedro de Valdivia y no fue así”.

El Geoparque Kütralkura, ubicado en la región de La Araucanía, reúne 23 geositios ligados a la condición volcánica de Chile. En su interior está el parque Conguillío, donde se pueden ver araucarias de hasta 50 metros de altura. “El proyecto se hizo con las comunidades, con los científicos del Servicio Nacional Geológico Minero y con los pueblos originarios mapuche y pehuenche”, explica Andrea Obaid.

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La periodista lleva años recorriendo el país y reconoce que en el área astronómica, con la instalación de grandes telescopios y en la ecológica, con una política de parques nacionales, el turismo está “bien enfocado”, pero la falta de infraestructura y señalética hacen que “se esté dejando muy de lado a sectores como la peleontología o la arqueología”.

Donde sí ve que se estén haciendo esfuerzos correctos es en países como Perú. Ellos son referente. Tienen a disposición Machu Pichu y otros centros. Han invertido muchísimo dinero en generar atractivo a nivel mundial y por eso tienen millones de visitas al año”. Es la falta de recursos el principal conflicto que ve ella en la realización y difusión de proyectos científicos, incluyendo este tipo de turismo. Mientras en 2015 los países de la OCDE invirtieron en promedio un 2,4% de su PIB en Ciencia y Tecnología, Chile fue el país que menos dinero destinó en el área, con un 0,4%.

Así, la creación de un nuevo ministerio es vista con ilusión, aunque todavía resta una larga tramitación, Obaid plantea que con el anuncio se marcó un hito: “Independientemente de cuánto demore el proyecto, había 100 personas en esa ceremonia. Creo que es un paso importante”, asegura.

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