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Canadá y los vientres altruistas

La ley canadiense sobre la procreación asistida autoriza la gestación subrogada, siempre y cuando no se realice con fines de lucro

Una mujer embarazada en una clínica en Calgary (Canadá). En vídeo, Mélanie Dandurand, madre gestante.Vídeo: GETTY IMAGES / OCÉANNE DELEURME

Mélanie Dandurand dio a luz a sus hijos hace diez, ocho y cinco años; también al bebé de una pareja muy cercana a ella el pasado mes de abril. “Quería ayudar a que mis amigos formaran una familia” comenta a EL PAÍS en Rosemère, población ubicada a 37 kilómetros al norte de Montreal.

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Una malformación en el útero de su amiga hacía imposible el embarazo. Las dos únicas opciones para tener descendencia eran la adopción –con kilométricas listas de espera— y la gestación subrogada. Pocas horas después de enterarse de la situación, Mélanie habló con su esposo llevan —17 años de vida común— y ambos estuvieron de acuerdo en proponer a sus amistades una ayuda poco frecuente: Mélanie fungiría como madre portadora. “Mis amigos estuvieron muy sorprendidos al principio con la idea, pero aceptaron y todo pasó de acuerdo con lo previsto”, señala.

Mélanie Dandurand tuvo que someterse a distintos exámenes médicos y también a algunos tratamientos para que su cuerpo estuviese preparado para recibir al embrión, producto de la fecundación in vitro del óvulo y el espermatozoide de sus amigos. Ellos siempre la acompañaron durante el proceso de gestación, así como en el parto. “Disfruté mucho del embarazo, aunque nunca sentí una conexión maternal”, agrega.

En marzo de 2004 entró en vigor la Ley canadiense sobre la procreación asistida. En una parte de este instrumento legal se indica qué aspectos están prohibidos respecto a la gestación subrogada: el pago de un salario a la madre portadora o de cualquier otra retribución económica por su gesto, la publicidad o la intermediación con fines de lucro y una edad menor a 21 años de la mujer que tenga el embarazo. También la ley contempla que no está tolerada la venta de esperma, óvulos o embriones. En caso de ignorar estas restricciones, los culpables pueden recibir una pena máxima de diez años de prisión y una multa que puede alcanzar los 500,000 dólares canadienses.

La gestación subrogada se establece por medio de un contrato entre la madre portadora y las familias. No puede existir discriminación alguna por preferencia sexual o estado civil, y la única razón aceptada para que una mujer tenga este embarazo es la buena voluntad, conocida como subrogación altruista. La ley indica igualmente que la madre portadora podrá obtener reembolsos por los gastos derivados del embarazo, por ejemplo en medicamentos, ropa, suplementos vitamínicos y transporte, siempre y cuando los demuestre.

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Mélanie, el bebé y sus amigos debieron en cambio guiarse por la confianza y la buena fe. La razón es que las instituciones de Quebec no reconocen los contratos de gestación subrogada, aunque no se trate necesariamente de un acto ilegal. No obstante, autoridades gubernamentales y grupos de la sociedad civil de la provincia francófona han manifestado cada vez con mayor vigor que será necesario adaptar el marco legal a la realidad actual de las familias.

Varios de los gastos del embarazo de Mélanie fueron cubiertos por sus amigos, ya que para otros gastos adicionales no hubo necesidad de sacar la chequera: Canadá cuenta con un sistema de salud gratuito que garantiza el acceso a una amplia gama de servicios. Fuera de Quebec, los tribunales reconocen en los contratos de gestación subrogada que la filiación entre el bebé y los padres de intención se establezca al momento del nacimiento, siempre y cuando se tenga el consentimiento de la madre portadora. En este aspecto, Mélanie apareció registrada como la madre del niño junto con el padre genético. Un abogado tuvo que encargarse de las gestiones para que ella renunciara a sus derechos y obligaciones y, posteriormente, la madre genética comenzara un proceso de adopción que concluyó hace poco.

"Soy consciente que la situación en Canadá, y espero que pronto en Quebec, es distinta de otros lugares del mundo donde alquilar un vientre es una prueba de explotación económica"

Cabe señalar que la Ley canadiense sobre la procreación asistida autoriza que ciudadanos extranjeros puedan recurrir a la gestación subrogada. Sin embargo, debido a que en Canadá se permite únicamente esta gestación por razones altruistas, las mujeres que desean fungir como madres portadoras no son numerosas. La prensa ha reportado diversos casos de canadienses que siguen recurriendo a la gestación subrogada en otros países, en lo que comúnmente se conoce como “turismo de procreación”. Un portavoz de Estadísticas Canadá indicó a este diario que el organismo no cuenta con datos específicos respecto al número de canadienses que optan por una madre portadora dentro y fuera del país. Mélanie comenta que ha sido contactada por un sinfín de parejas en busca de información o para proponerle que aloje a un nuevo embrión. Informa sobre todo lo que puede, pero no repetiría la experiencia.

“Soy consciente que la situación en Canadá, y espero que pronto en Quebec, es distinta de otros lugares del mundo donde alquilar un vientre es una prueba de explotación económica. Hay que luchar contra esta lacra, pero también es bueno que las mujeres que queramos ayudar lo hagamos dentro de la ley”, comenta Mélanie al preguntarle sobre las críticas respecto a la gestación subrogada.

De acuerdo con las investigaciones de Isabelle Côté, profesora en la Universidad de Quebec en Outaouais, la mayoría de las mujeres que han fungido como madres portadoras —tanto en Quebec como en el resto de Canadá— mantienen sólidos lazos con los niños engendrados y sus familias, ya que su principal motivación es ayudar a vencer los obstáculos de la infertilidad. “Para mí, el niño es el hijo muy querido de mis amigos. Nos vemos con regularidad, pero jamás me pasa por la cabeza que tenga una relación de otro tipo con él”, señala Mélanie. También cuenta que todos los miembros de su entorno familiar y de su círculo de amigos celebraron la decisión del embarazo. Solo recibió una mala opinión, aunque en boca de una desconocida: una enfermera le dijo que no estaba de acuerdo con que la sanidad de Quebec cubriera varios de los servicios por ser una madre portadora. El comentario no le quitó el sueño a Mélanie.

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