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Los islamistas lanzan la campaña por el presidencialismo en la polarizada Turquía

El AKP y los ultranacionalistas apoyan el sí mientras socialdemócratas y prokurdos se oponen a la reforma constitucional

Andrés Mourenza

En un polideportivo de Ankara, repleto de entregados seguidores, el primer ministro y líder oficial del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista), Binali Yildirim, lanzó este sábado la campaña a favor del sí en el referéndum del 16 de abril, en el que los turcos deberán decidir si respaldan una reforma constitucional que transformará de facto el actual sistema parlamentario en un régimen en el que el presidente, ahora Recep Tayyip Erdogan, concentrará todo el poder Ejecutivo e incrementará su influencia sobre el Legislativo y el Judicial.

Seguidores del AKP este sábado en el mitin de Ankara.
Seguidores del AKP este sábado en el mitin de Ankara.Chris McGrath (Getty Images)

“Hoy damos el primer paso en el camino por establecer la Turquía poderosa del mañana”, dijo Yildirim, quien repitió varias veces que la razón para apoyar la reforma es la “estabilidad” que garantizará. Su largo discurso estuvo imbuido de una constante retórica nacionalista. Bajo los retratos del fundador de la República, Mustafa Kemal Atatürk; de Erdogan y el suyo propio, el primer ministro turco comparó la campaña electoral con la Guerra de la Independencia librada por Turquía contra las potencias invasoras entre 1919 y 1923: “También entonces hubo quienes dijeron no a la guerra de Liberación”.

“El apoyo (al sí) en el referéndum se basa en la noción de amigos y enemigos. La actitud del ‘nosotros contra ellos’ retrata a los partidarios del no como adversarios que no pertenecen realmente a la nación y equipara la disidencia con la traición”, escribe en el digital Al Monitor el columnista Ali Bayramoglu. Ese parece ser el tono que imprimirá el Gobierno turco a la campaña.

Oficialmente, el presidente Erdogan no puede participar en ella ya que la actual Constitución le reserva un papel de árbitro imparcial (que se salta continuamente), si bien convertirá en mítines electorales las inauguraciones de infraestructuras que tiene previstas en 30 provincias durante las próximas semanas. Según fuentes gubernamentales citadas por el diario Habertürk, “el presidente pedirá apoyo para el sí, pero también explicará el no y quiénes lo apoyan”.

Demostrando que el referéndum no es tanto sobre la reforma constitucional como sobre la polarizadora figura de Erdogan, el primer ministro dedicó al presidente numerosas partes de su discurso en Ankara: “En el pasado hubo quienes dijeron que Erdogan no podía ser ni alcalde ni diputado. Nosotros dijimos que lo sería, y el pueblo dijo sí. Dijeron que no podría ser presidente y nosotros dijimos que lo sería. Y el pueblo dijo sí”.

Las encuestas no se ponen de acuerdo respecto a la opción con más probabilidades de obtener la victoria en el plebiscito, aunque sí coinciden en señalar el gran número de indecisos: entre un 10% y un 20% de los electores. En los últimos comicios, el AKP obtuvo cerca de la mitad de los sufragios, sin embargo, los sondeos indican que hasta un quinto de sus votantes podrían quedarse en casa o votar en contra.

Más interrogantes despierta el comportamiento que tendrán los electores del Partido de Acción Nacionalista (MHP), la formación con cuyo apoyo los islamistas sacaron adelante la reforma constitucional en el Parlamento. Diversos estudios demoscópicos señalan que hasta la mitad de las bases de los ultranacionalistas planea votar en contra.

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Una campaña difícil para la oposición

Los partidos de la oposición sostienen que, de ganar el sí, se oficializará el autoritarismo de Erdogan y se quejan de la desventaja con que parten en la campaña. Quien más difícil lo tiene es el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, prokurdo), con un quinto de su grupo parlamentario en prisión (incluyendo sus líderes), así como decenas de sus alcaldes y dirigentes locales. Días antes de ser detenido esta semana, el diputado Idris Baluken denunciaba a la web Medyascope que la situación en el sudeste kurdo de Turquía es propia de la “ley marcial” y que empeora a medida que se acerca la consulta, pero se mostró seguro de que el HDP podrá movilizar a su base electoral para oponerse a los designios de Erdogan.

“Llevar a cabo unas elecciones en medio del estado de emergencia no es normal”, se queja Eren Erdem, diputado del Partido Republicano del Pueblo (CHP), en declaraciones a EL PAÍS. El parlamentario socialdemócrata cita como ejemplo de los obstáculos a los que se enfrentan el que en determinados lugares se hayan prohibido las actividades propagandísticas, que se les deniegue permisos para actos políticos en calles y plazas o que en los medios –“completamente absorbidos por el Gobierno”- no se ofrezca espacio a los partidarios del no. No en vano, el Ejecutivo turco ha eliminado una directiva que castigaba a las cadenas que informasen de forma parcial en periodo electoral, lo que ha redundado, según el líder de la formación centroizquierdista, Kemal Kiliçdaroglu, en que “solo se oiga una voz”, la del Sí, en las noticias. De hecho, varios periodistas que han tomado partido por el No han sido expulsados de sus medios.

“Se nos ha vetado la calle, lo que da idea de cuál es la situación en Turquía. Por eso, en lugar de grandes mítines, haremos una campaña puerta a puerta”, explica Erdem, que es optimista respecto al resultado ya que –asegura- ha encontrado a votantes del AKP dispuestos a votar por el no. Al contrario que en otras ocasiones, el CHP ha optado esta vez por no denunciar ante la Justicia la reforma constitucional –pese a que incluye evidentes defectos de forma- y se jugará el todo por el todo en el plebiscito: “La única forma de enterrar el debate del presidencialismo es mediante un gran no en las urnas”.

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