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Por qué es importante que un presidente de EE UU acuda a la cena de corresponsales

Trump será el primero en boicotearla desde que se creó en 1924

Donald Trump y su esposa Melania en la Cena de Corresponsales en 2011Foto: reuters_live | Vídeo: ALEX BRANDON (AP)

Desde 1924 los presidentes de Estados Unidos han acudido a la célebre Cena de Corresponsales de la Casa Blanca. Comenzando por Calvin Coolidge, todos han aceptado someterse de buen grado al escarnio público para demostrar que en la política es bueno gozar de una buena cintura y piel gruesa. Todos, menos Donald Trump, que está decidido a acabar también con la forma de hacer bromas en Washington

En esa cena anual hemos visto a Bill Clinton reconocer entre risas que nunca se acostumbraría a estar apartado del poder; a George W. Bush admitir que algunos de sus pensamientos no son muy sofisticados, y a Ronald Reagan bromear con su avanzada edad. Ha sido un espacio libre de enfados, donde el poder ejecutivo y la prensa dejan de lado cualquier tensión.

Hasta ahora. Al presidente número 45, Donald Trump, que es de por sí un bromista, las únicas que no le gustan son las bromas sobre él. El presidente no ve a la prensa como un ente independiente, con la sacrosanta misión de supervisar al Gobierno para prevenir abusos de poder. Para Trump la prensa es, simple y burdamente, “el partido de la oposición”, tal y como él mismo ha admitido, porque cualquier información poco halagüeña para la Casa Blanca es para él una crítica sin fundamento.

Debe de tener mal recuerdo Trump de cuando Obama, en esa misma cena en 2011, le humilló ante toda la nación. El magnate estaba entre el público y jugaba con la idea de presentarse a las elecciones. Entre otras bromas, en su discurso Obama proyectó la foto de una versión chabacana y dorada de la Casa Blanca, y dijo: “Así es como la dejaría Donald si fuera presidente”.

La Casa Blanca de Trump según Obama, durante la Cena de Corresponsales en 2011.Foto: reuters_live
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Obama ganó en 2012, pero muchos analistas norteamericanos creen que aquella fue la noche en que Trump, poco acostumbrado a que se burlaran de él a la cara, decidió presentarse a las primarias. 

Se pueden contar con los dedos de la mano las ocasiones en que un presidente no ha acudido a esta cena: por el fallecimiento del expresidente William H. Taft en 1930; por la entrada de EE UU en la Segunda Guerra Mundial en 1942; por la creciente tensión con la URSS en 1951, y por el fallido intento de asesinato a Ronald Reagan en 1981.

Añadan a esa lista que Trump cree que la prensa es injusta con él porque usa fuentes anónimas. Y lo denuncia un hombre que en los años 80 llamaba a los tabloides neoyorquinos fingiendo acentos extranjeros para hacerse pasar por otra persona y difundir su versión de hechos tan poco trascendentes como su divorcio de su segunda mujer, Marla Maples, o la marcha de sus negocios inmobiliarios.

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La prensa, sin embargo, tiene alternativas. Alec Baldwin lo haría bien. Sus imitaciones del presidente han catapultado al éxito las audiencias del programa satírico Saturday Night Live. Tan realista es su versión de Trump que acabó no hace mucho como foto en una información sobre la política de la Casa Blanca hacia Israel en un diario de la República Dominicana.

Página con la foto de Baldwin en lugar de Trump en el diario El Nacional.
Página con la foto de Baldwin en lugar de Trump en el diario El Nacional.

Bush hijo apareció en su día en la cena junto a un doble, el actor Steve Bridges. Mientras el presidente real hablaba de sus posiciones políticas, el doble revelaba en un aparte cómico sus verdaderos pensamientos: “En lugar de estar en la cama tengo que fingir que me gusta estar aquí. La prensa siempre se mete conmigo. Siempre me dejan en ridículo, sobre todo cuando reproducen tal cual las cosas que digo”.

Aquello era en 2006, con un presidente muy polémico, con varios escándalos y dos guerras a sus espaldas, que se intentó redimir con su campechanía y una admirable capacidad de reírse de sí mismo. El problema para el Partido Republicano y para Trump es que si este último y Baldwin aparecieran en el mismo escenario, las diferencias entre imitador e imitado no serían apenas perceptibles. Y eso es algo que debería hacer reflexionar a quienes están apoyándole desde el Capitolio.

George W. Bush y su doble en la cena de corresponsales de 2006.
George W. Bush y su doble en la cena de corresponsales de 2006.

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