Europa en el limbo
La UE no sabe lo que quiere ser de mayor
El proyecto europeo cumple 60 años: el 25 de marzo de 1957 se firmó el Tratado de Roma que estableció la Comunidad Económica Europea. Europa, explicó el francés Jean Monnet, uno de sus padres fundadores, será forjada en las crisis, y será la suma de las soluciones adoptadas para enfrentarlas. Esta filosofía de una institución acumulativa en continua transición, que fue una respuesta práctica para una Europa salida de la Segunda Guerra Mundial, sirvió durante décadas para mantener una valiosa paz, pero ya es insuficiente para cautivar a los ciudadanos, ha caducado. Hoy, la Unión Europea no sabe que quiere ser de mayor.
Europa, el 7% de la población mundial, el 25% de la riqueza planetaria, desaloja menos de lo que pesa en el mundo, sacudido por una conmoción geopolítica que coincide con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Los acontecimientos obligan a la UE a reaccionar para salir de una crisis que ya es existencial, sobre todo tras el Brexit, y la brecha abierta con los ciudadanos. Europa atrapada por la desilusión. Basada en gran medida en que no está sirviendo para asegurar la prosperidad económica, al contrario, ya admite que los jóvenes europeos vivirán peor que sus padres, niega niveles aceptables de empleo, 26 millones de europeos en paro, y reparte de manera desigual la anémica recuperación económica. ¡Es la desigualdad, estúpidos! Los ciudadanos, merecedores de respeto, se sienten superfluos.
Los eurócratas de la Comisión han entonado, a través de un Libro Blanco, un inédito mea culpa. Reconocen su fracaso institucional ante la Gran Recesión y el incumplimiento de las expectativas suscitadas. El diagnóstico es correcto pero asombra que no señale un camino concreto, la aplicación de algunas, unas pocas, políticas sostenibles, que devuelvan el atractivo europeo, una respuesta inteligente al populismo rampante que corroe un proyecto que fue ilusionante. Juncker, el vivo símbolo de la carencia de una visión europea, presenta un menú de cinco platos que van desde seguir como hasta ahora, hasta la Europa federal, pasando por solo mercado único, distintas velocidades, y menos es más. Europa en el limbo. Esperemos que no se le ocurra la solución populista de ponerlo a consulta ciudadana porque equivaldría al 'apaga y vámonos'.
Claro que es la hora de Europa, emparedada entre el populismo de la marca Trump, y la autocracia de Putin que busca dividirla: ya está actuando en Francia y Alemania, para ayudar al Frente Nacional y erosionar a Merkel. Desde Washington, la UE recibe el desdén de Trump y no sabemos hasta donde llegará su cortejo a Rusia. Atención máxima a las elecciones del 15 de marzo en Holanda, y de abril en Francia, ya no existe lo imposible, como lo demostraron el Brexit y Trump. Marine Le Pen puede ser la próxima presidenta de Francia; en septiembre, Merkel está amenazada por la derecha populista de Alternativa para Alemania, y por el desgaste de 12 años en el poder. “La UE es la piñata para el populismo”, asegura François Heisbourg, presidente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, en sus siglas en inglés). Preparémonos para evitar lo peor. ¡Europa, despierta! Sal del limbo.
