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El miedo a no poder entrar a Estados Unidos persiste entre los traductores iraquíes

A diferencia del primero, el nuevo veto migratorio de Trump exime a todos los iraquíes, incluidos los que trabajaron para el Ejército norteamericano

El traductor iraquí Sham Hasan, que ahora tiene 30 años, en 2011 entre dos soldados estadounidenses en Nassiriya (Irak), en una fotografía faciliada por él
El traductor iraquí Sham Hasan, que ahora tiene 30 años, en 2011 entre dos soldados estadounidenses en Nassiriya (Irak), en una fotografía faciliada por él

Sham Hasan sigue nervioso. Ha cancelado sus vacaciones a México y España. Este iraquí de 30 años, que vive en Estados Unidos desde 2014, tiene miedo de no poder volver a su país de acogida. El nuevo veto migratorio aprobado por el presidente Donald Trump ya no afecta a los ciudadanos iraquíes, a diferencia del primer decreto aprobado en enero y bloqueado por la justicia. Tampoco incide en los visados especiales SIV, como el que tiene Hasan, concedidos a los afganos e iraquíes que trabajaron como traductores para el Ejército estadounidense en sus países. Pero Hasan sigue inquieto.

“No iría de vacaciones porque no confío en la Administración Trump”, dice por teléfono desde Los Ángeles, donde vive desde hace unos meses trabajando en el sector cultural. “La nueva Administración es racista e intolerante. Hay una buena posibilidad de que no me dejen volver a entrar por el color de mi piel, mi nombre o mi religión”.

El nuevo decreto, firmado por Trump este lunes, impide temporalmente solicitar un visado a los ciudadanos de seis países de mayoría musulmana (Irán, Siria, Sudán, Somalia, Libia y Yemen) pero, a diferencia del anterior, no afecta a aquellos que ya tienen un visado. En los primeros días en vigor del primer veto, también tuvieron cerradas las puertas de EE UU los iraquíes con el visado SIV. Hubo historias de extraductores del Ejército a los que se forzó a bajar de aviones con sus familias. El Pentágono lo consideró una aberración y la Casa Blanca rectificó.

Para Hasan, la exclusión de Irak de la lista acentúa el riesgo para otros colectivos vulnerables, como los traductores afganos o los refugiados sirios. “No están aquí para explotar América, sino para construir América”, dice. Sostiene que el veto vulnera los valores de inclusión que él relaciona con Estados Unidos, reforzará la retórica terrorista y pondrá en riesgo a norteamericanos en el extranjero. “Esto hará que EE UU tenga una imagen horrible. No puedes darle libertad a unos y negársela a otros”.

Compañeros de soldados

En las guerras de Afganistán e Irak, los intérpretes se convirtieron en compañeros inseparables de los soldados. “No podían hacer nada sin nosotros”, dice Hasan, que entre 2010 y 2014 trabajó para el Ejército y el Gobierno norteamericano en Bagdad y en el sur de Irak. “Sacrificamos mucho, si no fuera por nosotros la misión no se podría haber cumplido”.

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Como recompensa por su servicio, y para protegerles de represalias por haber trabajado para EE UU, Washington creó los visados SIV, que se podían solicitar hasta 2014. En los últimos 10 años, el Departamento de Estado ha concedido más de 1.700 de esos visados a traductores iraquíes. Los visados tienen una vigencia indefinida y con ellos se puede solicitar la ciudadanía estadounidense.

Hasan es de origen kurdo y huyó de Irak porque su vida estaba en peligro. Fue secuestrado y un tío suyo fue asesinado por la insurgencia. Aterrizó en Indiana en mayo de 2014 con la ayuda del antiguo sargento de su división del Ejército estadounidense, luego se mudó a Washington DC para trabajar en una ONG antes de acabar en California.

Trump ha dicho que el objetivo de su “supervisión extrema” a visitantes es proteger a EE UU de posibles amenazas terroristas. Pero la realidad es que los traductores tuvieron que superar rigurosos filtros para poder trabajar codo con codo con los militares y luego tuvieron que seguir otro proceso, que se demora unos dos años, para recibir los visados para vivir en EE UU. “No pude ser lingüista hasta que fui 100% analizado. Lo saben todo sobre mí”, esgrime Hasan.

Ante la nueva política de mano dura en inmigración, el extraductor ha acelerado el proceso para solicitar la nacionalidad estadounidense. “Me quedo aquí, me voy a convertir en estadounidense. Irak no me pudo proteger, EE UU sí pudo y me trajo aquí como premio por mis servicios”, dice. “No voy a abandonar este país por un veto o por lo que piense Trump de los refugiados”.

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