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Túnez empieza a recuperar el turismo tras los atentados yihadistas

Los touroperadores regresan al país dos años después de los ataques

Gigantes del turismo como Thomas Cook y Tui quieren volver a viajar a Túnez, país proscrito después de dos atentados en 2015 que mataron a 60 viajeros. La última operación terrorista de envergadura fue el frustrado intento de asalto a Ben Guerdane, una ciudad fronteriza con Libia, hace exactamente un año, y el último atentado urbano se remonta a noviembre del 2015. A pesar de la confianza que destilan las autoridades tunecinas, el país se enfrenta aún a importantes retos en el ámbito de la seguridad, como el posible retorno de cientos de yihadistas alistados en milicias extranjeras.

El primer ministro Chahed durante la conmemoración del aniversario de la batalla de Ben Guerdane
El primer ministro Chahed durante la conmemoración del aniversario de la batalla de Ben GuerdaneFETHI BELAID (AFP)

“Vuestra victoria en la batalla del 7 de marzo, la victoria de nuestros agentes de seguridad y militares fue un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo”, proclamó el primer ministro Yusuf Chahed en el acto de conmemoración de las víctimas de Ben Guerdane de este miércoles. Esta sensación de renovada seguridad es compartida por buena parte de la opinión pública, y de ahí que cuando Chahed tomó las riendas del Gobierno el pasado agosto, mantuvo al frente de las carteras de Interior, Justicia y Defensa a los mismos responsables que nombró su predecesor. Los analistas en seguridad comparten esta visión. “Las fuerzas de seguridad han registrado notables éxitos, desarticulando un buen número de comandos”, apunta Ridha Raddaoui, director del Centro Tunecino de Investigaciones y Estudios sobre el Terrorismo (CTRET).

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La policía del país magrebí recibió fuertes críticas después de los atentados yihadistas del Museo del Bardo, que se saldó con la muerte de 22 personas, y sobre todo el de la playa de Susa, donde las víctimas mortales ascendieron a 38, la mayoría turistas británicos. A principios de este mes, seis agentes tunecinos fueron procesados por su actuación aquella aciaga mañana de junio bajo el cargo de “no asistir a personas en peligro”. De acuerdo con el informe judicial, su tardía respuesta —el terrorista pudo disparar contra los turistas durante más de 30 minutos— fue “deliberada y no justificada”, y se debió a “simple cobardía”.

Desde entonces, las fuerzas de seguridad tunecinas se han puesto las pilas. Cuando decenas de milicianos del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas inglés) lanzaron un ataque sorpresa en Ben Guerdane, se enfrentaron a una respuesta rápida y eficaz, y ni tan siquiera pudieron izar su negro estandarte en la comisaría de policía durante unos minutos. Un total de 55 milicianos fueron abatidos, por solo 13 policías y soldados.

En buena parte, este cambio es fruto de un programa de cooperación firmado con los países del G7 en este ámbito, y que incluía el adiestramiento y la provisión de nuevo material. Por ejemplo, Alemania y EE UU han asistido la puesta en marcha de un nuevo sistema electrónico de vigilancia de la frontera libia. Por su parte, España ha entrenado a los agentes tunecinos en cuestiones como la identificación y desactivación de “bombas trampa”.

Una mejora inesperada

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Sin embargo, la completa ausencia de atentados más allá de las montañas fronterizas con Argelia resulta sorprendente. El año pasado, las expectativas de los expertos apuntaban a una probable retahíla de nuevos atentados. Sobre todo, porque Túnez, es el primer exportador de voluntarios yihadistas a Siria e Iraq, y porque era de esperar que los reveses del ISIS en el campo de batalla precipitaran el retorno a sus países de los combatientes extranjeros.

Además, las elevadas cifras de arrestos de presuntos terroristas apuntaban a la existencia de un auténtico vivero también en territorio tunecino. Según CTRET, unos 6.000 tunecinos se hallan condenados, procesados o investigados por terrorismo, mientras el Ministerio del Interior asegura haber desarticulado 160 células solo en 2016.

Ahora bien, algunos expertos apuntan a que esas cifras son engañosas. “Como la definición de terrorista en la última ley es muy amplia, se ha procesado a personas por mensajes favorables al ISIS en las redes sociales. Pero eso no significa que sean terroristas preparados para atentar”, apunta Raddaoui. Una fuente de seguridad, que prefiere guardar el anonimato apunta a otra causa por la ausencia de atentados: “Muchos de los jóvenes que se fueron a Siria, querían luchar contra las masacres de Bachar el Asad, y pueden no compartir la idea de atentar en el propio país, contra sus compatriotas”.

Por su parte, las organizaciones de derechos humanos han alertado respecto a las peligrosas consecuencias de la política antiterrorista actual de brocha gorda. Las autoridades no solo han arrestado de forma preventiva a personas por sus creencias religiosas o su aspecto —a menudo, una larga barba—, sino que han cometido numerosos abusos, según un reciente informe de Amnistía Internacional. Una combinación que podría ser paz para hoy, pero más violencia para mañana. El ataque contra un puesto de control de la policía en una pequeña ciudad del sur el pasado domingo representa toda una advertencia.

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