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El juez Sergio Moro: “En Lava Jato la opinión pública protegió a la justicia de las presiones”

El magistrado más conocido de Latinoamérica defiende en Buenos Aires la labor de los jueces y dice que su inspirador es Falcone, asesinado por la mafia

Carlos E. Cué
El juez Sergio Moro durante su presentación en la Universidad Católica Argentina.
El juez Sergio Moro durante su presentación en la Universidad Católica Argentina.EFE
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El juez Sergio Moro es una estrella en Brasil, donde una parte de los ciudadanos lo considera un héroe nacional, mientras otros le acusan de haber sido pieza fundamental de lo que ellos laman un “golpe” para sacar al Partido de los Trabajadores del poder. Pero también fuera de su país tiene un enorme predicamento. Lo ha demostrado en Buenos Aires, donde ha sido recibido con entusiasmo no solo por los ciudadanos sino también por el Gobierno de Mauricio Macri, que lo considera un ejemplo. Moro explicó en la Universidad Católica, ante las preguntas de Laura Alonso, directora de la Oficina Anticorrupción del Gobierno argentino, que una de las claves del caso Lava Jato, que ha dinamitado la política y el mundo empresarial brasileño y ha conmocionado también a Perú, Colombia y otros países, fue el apoyo de la opinión pública, que sirvió como “protección” para él, los fiscales, la policía y todos los que intervienen en esta compleja negociación. Moro, que admite haber sufrido todo tipo de presiones –“presiones siempre hay”, dijo varias veces- explicó que una de las mejores decisiones que tomaron fue hacer públicas todas las audiencias.

“Según la Constitución brasileña, todos los procesos deben ser públicos. En la práctica eso es excepcional. La mayoría de estos procesos complejos suelen llevarse de forma secreta. Nosotros decidimos tratar estos casos con el máximo de transparencia y publicidad. Es importante que la opinión pública pueda controlar lo que está sucediendo, saber qué está haciendo la justicia. Eso permitió que hubiese un gran apoyo de la opinión pública y eso sirvió como protección de la justicia, porque cuando se involucran personas poderosas hay gran riesgo de obstrucción, hay presiones. Millones salieron a las calles y protestaban contra la corrupción y apoyaban las investigaciones”, aseguró.

Moro, que ha sido acusado en su país de tener intenciones políticas, defiende con firmeza su actuación, recuerda que se implicó a dirigentes de diferentes partidos, y asegura que el resultado final será positivo para Brasil. “Estos hechos son una vergüenza, pero ningún país debe sentir vergüenza por la aplicación de la ley. Brasil está dando pasos importantes para enfrentar la corrupción sistémica. Lava Jato por encima de todo sirve para reforzar la democracia de Brasil”, insistió.

'Mani pulite' a la brasileña

Moro no es un juez cualquiera. Es una persona que ha estudiado los casos de corrupción política más importantes del mundo y ha llevado sus enseñanzas a la práctica. Se fijó especialmente en Mani Pulite, el proceso que revolucionó la clase política italiana en los 90. Aplicó sus técnicas y la de expertos de EEUU para lograr confesiones a través de lo que en Brasil se llama “delación premiada”.

Moro tiene como referente a Giovanni Falcone, el juez asesinado por la mafia en 1992 después de haber organizado contra ellos un maxiproceso que también se basó en las confesiones de los “arrepentidos”. Moro dice que cuando tiene algún momento de dificultad relee la biografía de Falcone y entiende que las presiones que él sufre no son nada comparado con lo que aguantó el italiano, que murió en un espectacular atentado en plena autopista en Sicilia camino del aeropuerto.

Moro defiende la delación premiada. “En estos delitos de corrupción los únicos testigos son los propios corruptos, el que paga y el que cobra. Usamos un delincuente como testigo contra sus pares. Ellos no actúan por arrepentimiento sino por beneficios. Esto tiene un precio, un delincuente confeso recibirá una sanción menor de la que le corresponde. Pero si nos ofrece pruebas relevantes para incriminar a otros, compensa. Lo solemos hacer con el criminal de menor nivel que delata al jefe. Esa colaboración siempre tiene un precio pero también sería injusto ir solo contra la base y no la cúpula de la organización. Hay que pagar el precio. En Lava Jato también fue importante la utilización de la prisión preventiva, que siempre es una excepción pero fue muy útil”.

La clave definitiva, para Moro, además del apoyo de la sociedad civil, está en las empresas. Si no pagaran, se acabaría la corrupción, al menos la sistémica, la detectada en Lava Jato, con tarifas fijas entre el 1%y el 3% de los contratos. Por eso él da charlas a empresarios con frecuencia, y cuenta con orgullo que, además de encarcelar a los más importantes del país, logró que las empresas pidieran perdón a los brasileños en anuncios en los periódicos. Pero por encima de todo, cree que la única manera es lograr que los jueces hagan en todo momento lo correcto. “Solo hay algo peor que un cura ateo y es un juez que no crea en la justicia”, remata.

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