_
_
_
_
_

El agua cubre el 30% de las tierras más fértiles de Buenos Aires

Las inundaciones afectan a miles de campos de soja, la leche y carne en la región más productiva de Argentina

Federico Rivas Molina
Un hombre a caballo cruza un campo inunado en General Villegas, provincia de Buenos Aires.
Un hombre a caballo cruza un campo inunado en General Villegas, provincia de Buenos Aires.Telam
Más información
América Latina busca reinventarse tras el final de la era dorada de las materias primas
Las inundaciones golpean el centro de Argentina y amenazan la cosecha de soja

El agua no da tregua en Argentina. Casi la tercera parte de las tierras fértiles de la provincia de Buenos Aires están inundadas tras un arranque del otoño que condensó en pocos días el volumen de agua de tres meses. Las zonas más golpeadas son cuna de grandes plantaciones de soja y trigo, además de campos de pastoreo bovino y la cuenca lechera del país. Las inundaciones han sido más leves que hace un año, pero el fenómeno se repite y las pérdidas económicas crecen. Desde los sectores afectados advierten que, por el momento, la situación es reversible, aunque el escenario puede cambiar drásticamente si la lluvia no cesa.

El clima del fin de semana pasado fue especialmente duro. En gran parte del centro norte de la provincia de Buenos Aires cayeron 200 milímetros de agua, con un promedio de 50 milímetros en 37 partidos ricos en tierras fértiles, el 30% de los 128 que conforman el territorio de la región más rica de Argentina. Los telediarios llevan dos días mostrando pueblos enteros bajo el agua, evacuados que duermen a la vera de las carreteras y chacareros que hacen cortes en los terraplenes de las rutas, siempre más altas que el terreno lindante, para que no sean diques de contención .Desde el ministerio de Agroindustria informaron de que es muy pronto aún para hacer un balance de las pérdidas económicas. “Hay que esperar que baje el agua”, dijeron. Pero anticiparon que la magnitud del desastre dependerá de hasta donde persista el mal tiempo.

El año pasado llovieron 20 días seguidos de abril y se perdieron 5 millones de toneladas de soja, casi un 5% del total. En 2017 el panorama no parece tan grave, al menos por ahora, porque todo depende del cielo, un factor que está fuera del control de los productores. “Si la cosa para acá puede que no sea tan grave. Hay que ver cómo sigue el clima”, dice Ezequiel de Freijo, analista económico de la Sociedad Rural Argentina (SRA), donde se agrupan los grandes productores. “Lo que vemos hoy son complicaciones en la zona maicera de Buenos Aires y La Pampa, pero el maíz es un cultivo que otros años ha resistido bastante el agua. Para la soja hay que ver como seca si finalmente para de llover. Por ahora la zona más afectada es más bien ganadera y lechera”, explica.

Lo cierto es que abril marca el inicio del otoño austral, es siempre lluvioso y coincide con el inicio de la cosecha de la soja, principal producto de exportación argentino. Según datos de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), este año se sembraron con soja 20,2 millones de hectáreas, más del doble de la superficie de Portugal. Las estimaciones de Acsoja para la cosecha de este año son de 56,5 millones de toneladas, una cifra que dependerá de la lluvia. Para Esteban Copati, jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “el problema es que las lluvias y las inundaciones se producen en pleno levantamiento de la cosecha”. “Si la lluvia se detiene”, agrega, “habrá zonas de relieves bajos que tendrán agua acumulada durante mucho tiempo y eso sumará pérdidas, pero otras zonas más elevadas se van a recuperar rápidamente. Hay zonas que registran lluvias desde hace meses, entonces las napas están mucho más altas y les cuesta drenar el agua. Hay además muchos ríos desbordados”.

Como una noticia repetida, cada vez que el campo argentino se inunda se reactiva el debate sobre la falta de obras de infraestructura que eviten que los campos se conviertan en lagunas. Para el titular de la SRA, Luis Miguel Etchevehere, la culpa la tiene el krichnerismo, que según su mirada no aprovechó los años de oro de los precios de los commodities para financiar las obras necesarias. “Vemos que la corrupción inunda. Esto es producto del abandono de 12 años de un gobierno corrupto que recibió 86.000 millones de dólares en retenciones de granos y no hizo nada para contrarrestar las consecuencias del cambio climático”, dice.

La provincia de Buenos Aires recibió del Banco Mundial un préstamo de 300 millones de dólares para obras en la cuenca del río Salado, responsable de las peores inundaciones. “Hay que buscar la forma de que el agua, que es un recurso escaso, esté finalmente a disposición del hombre, que al agua se pueda usar cuando se la necesita. Y se puede resolver con obras. Hace poco, el presidente [Mauricio] Macri estuvo en Holanda, un país con grandes desafíos hídricos ya resueltos. Si se hizo allí, ¿porque no es posible hacerlo acá?”, se preguntó De Freijo. El pronóstico meteorológico para Semana Santa prevé buen tiempo en las zonas más afectada por las inundaciones. Con cuatro días de sol alcanza para reiniciar la cosecha, pero son necesarias al menos dos semanas sin lluvias para que los productores puedan respirar tranquilos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_